"La Administración pública debería tener un departamento de gobernanza de la robótica que, entre otras funciones, se encargara de la selección de los robots y de los dispositivos de inteligencia artificial"
Otro post de interés: José Ramón Chaves. Blog De La Justica.com: Sísifo ante la nueva Ley 9/2017, de 8 de Noviembre de Contratos del Sector Público
Por Carles Ramió.- Blog EsPublico.- El proceso de implantación de la robótica y de la inteligencia artificial en la Administración pública durante los próximos años puede seguir estas tres fases (Anson, 2017):
Otro post de interés: José Ramón Chaves. Blog De La Justica.com: Sísifo ante la nueva Ley 9/2017, de 8 de Noviembre de Contratos del Sector Público
Por Carles Ramió.- Blog EsPublico.- El proceso de implantación de la robótica y de la inteligencia artificial en la Administración pública durante los próximos años puede seguir estas tres fases (Anson, 2017):
Primera fase: Tímidos avances de la automatización. Los
expertos en cada ámbito sectorial definirán para los sistemas de inteligencia
artificial lo que los robots deben hacer. En esta fase convivirán: (i) los
sistemas tradicionales sin apenas informatización; (ii) sistemas
informatizados que no tienen o solo parcialmente disponen de inteligencia
artificial; y (iii) otros avanzados, dotados de inteligencia artificial,
que se encuentran en fase de implementación y de pruebas, y que apenas
tienen impacto en la actividad de la Administración. La actividad del sector
público apenas presentará variación, salvo el incremento natural de los
servicios al ciudadano en el marco de la administración electrónica. Fuerte
tendencia a que todo se informatice, sin que este proceso signifique realmente
un cambio de enfoque y mentalidad de la gestión pública. Ahora nos encontramos
en esa fase que ya se está dilatando en exceso.
Segunda fase: Consolidación de los sistemas basados en
inteligencia artificial. En esta fase la informatización de la administración
pública en los países más desarrollados será prácticamente total, y
razonablemente avanzada en los países en desarrollo. Los
sistemas basados en inteligencia artificial sustituirán las actividades
tradicionales por sistemas automatizados de relación con el ciudadano. Los
sistemas que no estén dotados de inteligencia quedarán obsoletos y habrá una
fuerte tendencia a sustituirlos por inteligencia artificial. Esta etapa
reclamará una gran actividad de supervisión y retroalimentación sobre el
trabajo de los robots. La función consistirá en asegurarse de que todo está
marchando correctamente y de que se corrigen los errores iniciales de
programación y de aprendizaje. Los expertos en cada ámbito sectorial seguirán
siendo un eslabón básico en la producción del resultado, pero el número de los
que están en tareas de campo disminuirá rápidamente. Un buen ejemplo es lo que
se pronostica que sucederá en el ámbito médico. En esta fase una buena parte de
los médicos ya no se dedicarán a la medicina, sino a hacer que
los sistemas de inteligencia artificial aprendan a diagnosticar.
Tercera fase: Los sistemas de inteligencia artificial
predominarán en la Administración pública. Gran impacto en la función pública
porque el perfil de los empleados públicos habrá cambiado radicalmente. Los
funcionarios conocerán sus respectivos espacios sectoriales, pero desde el
punto de vista de su gestión automatizada, y serán sobre todo expertos en
automatización y en el manejo de máquinas dotadas de inteligencia
artificial. En este momento los verdaderos expertos serán los sistemas dotados de
inteligencia artificial aplicada. El número de empleados públicos directos
habrá disminuido radicalmente. La dirección de los grandes servicios se llevará
a cabo por personal reducido desde centros de control remoto. Muchas empresas
especializadas trabajarán para la administración para asegurar que sus sistemas
funcionan y son seguros (Anson, 2017)
Ante estas tres fases de implantación de la robótica y de la
inteligencia artificial en las administraciones públicas habría que
reflexionar, al menos, sobre los siguientes cuatro elementos conceptuales:
-La meritocracia en la robótica: comprar un robot o un
dispositivo de inteligencia artificial seguro que va hacerse en la
Administración por concurso público previa evaluación de su calidad y de sus
costes económicos. Pero adquirir estos dispositivos es una compra o un leasing
que no tiene nada que ver con comprar una impresora, un armario o un vehículo.
Los robots y los dispositivos de inteligencia artificial van a relacionarse con
los ciudadanos, van a interaccionar con las informaciones más íntimas de los
mismos, van a prestar servicios públicos y, por tanto, deberían pasar por unos
filtros de carácter meritocrático y de valores públicos. La Administración
pública debería tener un departamento de gobernanza de la robótica que, entre
otras funciones, se encargara de la selección de los robots y de los
dispositivos de inteligencia artificial. Los posibles candidatos deberían ser
probados atendiendo al principio de capacidad y de que superen determinados
filtros con valores públicos (no intrusivos, respeto al principio de
privacidad, amables, etc.). Para la misma función no debería ser indiferente
que un robot trabaje en una organización pública que en una privada. Todo esto
tiene ahora un aroma a ciencia ficción de carácter lúdico pero habrá que
plantearse estos temas y muchos más. Por ejemplo: estimular que haya un mercado
competitivo en materia de robótica e inteligencia artificial para que la
Administración pública no este capturada por una única empresa. También puede
plantearse la opción de comprar robots y dispositivos de inteligencia
artificial producidos por una institución pública nacional o extranjera.
Establecer un debate social sobre si una Administración pública opte por
comprar los mejores robots que hay en el mercado internacional o elegir la
opción de comprar robots nacionales o de proximidad aunque no sean tan
eficaces.
-La eficiencia de la robótica: El coste de personal de las
administraciones públicas alcanza el 23,1 por ciento del gasto público en
la OCDE, siendo un 29,1 por ciento en América Latina y Caribe. En España oscila
entre el 25 por ciento de la AGE y el 35 por ciento de las Comunidades
Autónomas que son mucho más intensivas en materia de personal. El
abaratamiento de las soluciones tecnológicas unido al alto coste del personal
de las administraciones, impulsará una tendencia a automatizar nuevos servicios,
aumentando las partidas de inversión y gasto en tecnología y disminuyendo las
de gasto de personal (Anson, 2017). Durante unos años la robótica
puede aportar mayor calidad en los servicios públicos pero mayores costes
económicos ya que habrá una duplicidad entre los sistemas robóticos y los
sistemas humanos y habrá que invertir en un importante cambio conceptual que
implicará un intenso reciclaje del personal y la contratación sobrevenida de
personal con nuevos perfiles. Sería un error que con la robótica sucediera lo
mismo que con el Gobierno electrónico, en el sentido que se está demorando en
exceso en mostrar su vertiente más eficientista. Habría que fijar como
gran objetivo estratégico que la robótica, en cuanto implica automatización de
los servicios prestados antes por operadores humanos, debería aportar
eficiencia muy rápida al sector público para contribuir a mantener el Estado
del bienestar.
-La gobernanza de una robótica público-privada: la gobernanza
de la robótica y de la inteligencia artificial va a implicar la renovación de
viejos debates y la aparición de otros novedosos. Entre los viejos debates
destacarían la gestión público o privada de la robótica que preste servicios
públicos, la opción de robots internacionales o robots de proximidad (europeos,
españoles o locales), cómo proteger la privacidad de los ciudadanos (robots y
sistemas de inteligencia institucional que traspasan entre ellos todos los
flujos de datos personales –sanitarios, educativos, etc.- o solo una parte de
los mismos). A estos debates habría que adicionar otros de nuevos: que los
datos y metadatos de origen público manejados por robots y por dispositivos de
inteligencia artificial no puedan ser utilizados por actores privados.
-Una robótica social: la Administración pública debería
liderar, promover o subvencionar el diseño e implantación de robots de carácter
social más allá de las lógicas del mercado. Es previsible que la industria de
la robótica avance con rapidez en dispositivos eróticos y sexuales pero quizás
no tanto en la robótica que sirva de ayuda a personas con minusvalías físicas o
mentales, o que acompañe y preste servicios a los ancianos. La robótica puede
demorarse en lograr ser una robótica de masas y asequible a todos los
ciudadanos y las administraciones públicas deberían impulsar elementos
correctivos para no agudizar las desigualdades sociales. En este sentido, una
robótica bien gobernada y regulada podría ser una robótica social.
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