"Sin instrumentos adecuados los equipos de gobierno de las universidades difícilmente podrán competir en condiciones con las universidades del resto del mundo"
Por Martí Parellada* Agenda Pública.- El Informe CYD 2016 sobre la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social, de reciente publicación y que elabora la Fundación CYD, detalla los aspectos más relevantes de la actuación de las universidades españolas. Uno de ellos es la creciente competencia internacional a la que están sometidas y que se refleja en la captación de alumnos extranjeros, en las acciones encaminadas a incorporar profesores internacionales a sus claustros y, de manera muy relevante, a una competencia por la captación de fondos para la investigación procedentes de organismos internacionales, singularmente la Unión Europea.
Por Martí Parellada* Agenda Pública.- El Informe CYD 2016 sobre la contribución de las universidades españolas al desarrollo económico y social, de reciente publicación y que elabora la Fundación CYD, detalla los aspectos más relevantes de la actuación de las universidades españolas. Uno de ellos es la creciente competencia internacional a la que están sometidas y que se refleja en la captación de alumnos extranjeros, en las acciones encaminadas a incorporar profesores internacionales a sus claustros y, de manera muy relevante, a una competencia por la captación de fondos para la investigación procedentes de organismos internacionales, singularmente la Unión Europea.
Este incremento de la competencia
entre las instituciones universitarias, que es relativamente reciente, se
ha desarrollado en paralelo a un protagonismo creciente de los rankings
internacionales que facilitan visualizar la posición de las universidades en el
contexto internacional. Los resultados obtenidos en rankings como el ARWU, el
THE , el QS y el U-MUltirank nos indican que las universidades españolas están
lejos de ocupar posiciones relevantes en cualquiera de ellos que son, por otro
lado, los que tienen un mayor reconocimiento. Es verdad que es conveniente ser
cuidadoso cuando se analizan los resultados obtenidos en dichos rankings porque
las metodologías no son coincidentes y, en consecuencia, no es lo
mismo que una universidad ocupe una posición en uno u otro ranking. Por
ejemplo, el ARWU, más conocido por ranking de Shanghái, identifica la posición
de las universidades con indicadores que son prácticamente en su totalidad de
carácter absoluto y, además, algunos de ellos, que representan el 30% del valor
final, están vinculados al número de ex alumnos o al de profesores
que han sido o son premios Nobel. Es fácil deducir en este caso que
la estabilidad de las posiciones ocupadas por las universidades en este
ranking es muy notable. El THE y el QS, en cambio, utilizan
variables que son relativas al tamaño de la universidad lo que
debería permitir una mayor presencia de aquellas instituciones que aun siendo
más pequeñas, mantienen un nivel de eficiencia elevado.
Sin embargo, una característica común de estos dos rankings es que la posición de las
universidades depende de una manera muy relevante de encuestas de
opinión que en el caso del THE suponen el 33% del valor final y en el del QS el
50%. De manera que las instituciones más reconocidas internacionalmente lo
seguirán siendo por la importancia de las encuestas de opinión en su posición
final. El U-Multirank, en cambio, se diferencia de los tres anteriores porque
no construye indicadores sintéticos y presenta sus resultados en más de 30
indicadores diferentes. Además todos sus indicadores son relativos
al tamaño de la universidad y no incluye encuestas de opinión salvo a los
estudiantes que tiene, en cualquier caso, un carácter complementario. A
pesar de las diferencias metodológicas mencionadas, en todos ellos la posición
de las universidades españolas es manifiestamente mejorable. En el U-Multirank,
el más completo en lo que hace referencia a la presencia de las universidades
españolas, 69 sobre un total de 1497 instituciones de todo el mundo, la
posición de las universidades españolas es claramente mejorable en los
indicadores de investigación, en buena parte de los de transferencia y en la
totalidad de los indicadores que reflejan la orientación internacional de las
universidades con la excepción de la movilidad de los estudiantes. Solo destaca
en los tres indicadores que reflejan la contribución de la universidad a su
entorno territorial.
Posición de las universidades españolas en los rankings
ARWU, THE y QS, 2016
Nota: ARWU
(Academic Ranking of World Universities) o ranking de Shangai, THE (Times
Higher Education World University Ranking) y QS (QS World University Ranking). 27
universidades españolas. Fuente: ARWU, THE y QS
Una explicación hay que atribuirla, sin duda, a la
relativamente reducida disponibilidad de recursos públicos tanto para financiar
las actividades generales de la universidad como la investigación. La crisis no
ha hecho más que empeorar esta situación, de manera que las transferencias
recibidas por las universidades públicas españolas son en 2015 cerca de un 20%
inferior a las del año 2009. Pretender que las universidades españolas alcancen
un mayor protagonismo internacional requiere de una apuesta más decidida de las
administraciones públicas en favor de las universidades públicas españolas. Sin
embargo cometeríamos, en mi opinión, un error notable si atribuyésemos
exclusivamente a una mayor dotación de recursos públicos la posibilidad de
mejorar nuestra competitividad internacional.
Los países de nuestro entorno disponen, en general, de unas
dotaciones presupuestarias superiores a las nuestras pero no es esta la única
diferencia. Lo que también es común a todos ellos es que han llevado a cabo
durante estas dos últimas décadas cambios muy notables en el modelo
de regulación de sus universidades. En un estudio reciente promovido por la
Fundación CYD, la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades
españolas y la Cámara de España se pone de relieve que hay países como
Dinamarca, Finlandia, Austria, Holanda, Francia y Portugal que han coincido en
establecer en sus universidades un consejo de gobierno con presencia
de personalidades externas a la propia universidad, reducido y con capacidad de
designar al Rector. El Rector, además, tiene capacidad en la mayoría de los
países mencionados de designar a los decanos facilitando así, el alineamiento
del conjunto de la universidad a las prioridades estratégicas acordadas.
Además, se ha producido una progresiva sustitución de un profesorado
funcionario público por otro que es contratado laboralmente con lo que la
capacidad de la universidad para gestionar su política de recursos humanos
–captación, definición de la carrera académica y la política retributiva- ha
aumentado muy notablemente. También se han generalizado marcos de financiación
estables en el tiempo y que cubren las necesidades básicas de las universidades
y financian la excelencia y la autonomía de las universidades se ha reforzado
en la definición de su oferta académica.
En España, más allá de los recortes presupuestarios
mencionados, el establecimiento de la tasa de reposición del profesorado que se
jubila o que se desvincula de la universidad ha aumentado la endogamia y la
edad media del profesorado. Todo ello, además, con una política de acreditación
del profesorado universitario que se manifiesta en desajustes muy notables
entre el profesorado acreditado y la incapacidad de la universidad para ofrecer
un número suficiente de plazas para dicho profesorado.
Mencionar también que los costes administrativos que suponen
que los cerca de 8.300 programas de grado y máster de las universidades
españolas deban pasar todos ellos un proceso de verificación y acreditación par
parte de las agencias de calidad cuando la tendencia en otros países europeo es
la de acreditar preferentemente la institución antes que los programas
ofrecidos. Se impone, por tanto, la necesidad de mejorar la supervisión de las
universidades y hacerlo en la dirección de evaluar los resultados antes que los
procesos que conducen a ellos, fortaleciendo así, la autonomía de la
universidad.
Todas las universidades españolas y, en particular, las que tiene una mayor proyección internacional necesitan unos recursos públicos más elevados y, también, de cambios en el marco legal que las regula. Sin instrumentos adecuados los equipos de gobierno de las universidades difícilmente podrán competir en condiciones con las universidades del resto del mundo. Abrir este debate se hace ya imprescindible y es a los políticos, a las universidades, a los agentes sociales y a la sociedad en general a los que corresponde impulsarlo.
Todas las universidades españolas y, en particular, las que tiene una mayor proyección internacional necesitan unos recursos públicos más elevados y, también, de cambios en el marco legal que las regula. Sin instrumentos adecuados los equipos de gobierno de las universidades difícilmente podrán competir en condiciones con las universidades del resto del mundo. Abrir este debate se hace ya imprescindible y es a los políticos, a las universidades, a los agentes sociales y a la sociedad en general a los que corresponde impulsarlo.
*Martí Parellada es Catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales de la Universidad de Barcelona. A partir del año
2003 es director del Informe anual sobre la contribución de las universidades
españolas al desarrollo de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (Fundación
CyD) y desde 2013 responsable del Ranking CYD y del U-Multirank en España.
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