"La digitalización del puesto de trabajo del empleado público llevará de la mano un significativo cambio cultural: la transformación digital implica una nueva manera de colaborar, de relacionarse, y una forma diferente de realizar gestiones tradicionales"
Belen Espejo.- Blog A un Clic de las Tic.- La transformación digital es algo que preocupa a las
organizaciones españolas y está acelerando la toma de decisiones tecnológicas
en la mayoría de ellas. Según el último estudio de Gartner sobre la
transformación digital, del que escribía una compañera, en 2015 las empresas de nuestro
país invirtieron un 2,8 por ciento más en crecer y un 3,2 por ciento más en transformarse
que la media internacional.
Pero si la transformación digital es una oportunidad para
todas las organizaciones, para las administraciones públicas puede suponer una
disrupción aún más significativa, ya que les permitirá:
Incrementar la eficiencia, mediante el uso de
herramientas y metodologías que reduzcan el coste de la gestión.
Mejorar la eficacia y la productividad. El hecho de que
faciliten el trabajo de los empleados públicos redundará en un mejor servicio
al ciudadano.
Acceder a un modelo de gestión más coordinado e integrado,
que tenga como eje la perspectiva del ciudadano.
Proyectar una imagen renovada a la sociedad, más
moderna e innovadora, acorde a los nuevos tiempos.
Las administraciones públicas ya han dado algunos pasos importantes hacia la transformación
digital. Ejemplos de ello son la gestión electrónica de ciertos trámites, la
consolidación de la información personal disponible en los distintos organismos
y las nuevas facilidades en el acceso a la información. Se ha avanzado mucho en
la digitalización de la relación con el ciudadano, pero queda camino por recorrer en la transformación del factor humano: los
empleados de la administración pública. Y precisamente el empleado público
es la pieza clave de la transformación digital: cualquier proyecto de
digitalización que no tenga en cuenta sus necesidades y atienda únicamente a
las posibilidades que ofrece la tecnología, corre un alto riesgo de
fracasar. Estas necesidades son diferentes para cada tipo de empleado, si
bien hay algunas en común: el empleado público digital debe estar siempre
conectado, debe poder acceder desde cualquier momento y lugar a la información
relevante y debe disponer de herramientas de colaboración.
La transformación digital del puesto de trabajo favorece la
aparición de diferentes escenarios tecnológicos y nuevas formas de hacer las
cosas, y para la administración pública supone también la indudable
oportunidad de implantar un nuevo modelo cultural, en el que se consoliden
valores tan importantes como la agilidad y la transparencia, y que esta nueva imagen sea, además,
percibida y valorada por la sociedad a través, no solo de un nuevo modelo de
atención al ciudadano, sino de una nueva conceptualización de las oficinas y
espacios físicos y, por ende, de una nueva cultura corporativa.
Transformación del modelo de trabajo en la AAPP.
La digitalización del puesto de trabajo del empleado público
llevará de la mano un significativo cambio cultural: la transformación digital
implica una nueva manera de colaborar, de relacionarse, y una forma diferente
de realizar gestiones tradicionales. La movilidad, la virtualización y las nuevas herramientas de
colaboración aportan nuevas posibilidades al trabajo cotidiano. Como se recoge
en el informe de PwC “Administración 2033. La Administración invisible”, del
que escribiré próximamente, la transformación digital en las AA.PP supondrá un
cambio de paradigma: veremos proactividad, disponibilidad 24×7, una nueva
cartera de servicios, su impulso al desarrollo económico y social y de
ecosistemas de innovación, fomentarán el talento y liderazgo de sus
profesionales, estarán centradas en resultados y tendrán realmente en el centro
al ciudadano…
Pero para que esta transformación digital sea una realidad,
la Administración pública debe seguir reinventándose y será necesario
accionar ciertas palancas en el corto plazo. Quizá una de las más relevantes
sea la capacitación tecnológica de los empleados públicos que deben
ser capaces en poco tiempo de adquirir competencias digitales para interactuar
con la tecnología (por ejemplo: manejar entornos multidispositivo, utilizar
nuevas aplicaciones y herramientas de colaboración, controlar escenarios de
autogestión, etc.). La adquisición de estas habilidades será un importante reto
para las administraciones públicas, un entorno en el que no solamente conviven
empleados de muchas y muy diferentes generaciones (nativos y no nativos
digitales), sino donde la formación se imparte de manera desagregada.
Todo ventajas
Para que las administraciones públicas puedan aprovechar al
máximo las ventajas de la transformación digital deben estar preparadas para
tomar decisiones tan relevantes como el rediseño de sus procesos, que
deben adaptarse a un nuevo modelo digital, y deben estar listas para abordar
los retos de seguridad que supone abrir ciertos entornos de
colaboración o llevarse infraestructuras y aplicaciones a la nube. Pero tal vez
una de las decisiones más importantes afecte a los actuales modelos de
inversión y contratación, que deben cambiar para facilitar la contratación de
servicios end to end centrados en la experiencia de usuario, en lugar
de la compra de proyectos “por piezas”. Un ejemplo es la compra pública
innovadora.
Detrás de esta estrategia de transformación no puede haber
otro objetivo que prestar un mejor servicio, más eficiente, ágil y que aporte
mayor transparencia a la sociedad. Las nuevas tecnologías deben servir de
puente entre los empleados públicos y los ciudadanos, ayudar a flexibilizar los
modelos de atención y a derribar las barreras culturales que desde hace años
arrastran las administraciones públicas.
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