Nos vemos obligados a abordar nuevamente esta cuestión
ante la inminente renovación de vocales del CGPJ, toda vez que los
partidos políticos se han propuesto, una vez más, tomar el control del Poder
Judicial mediante el reparto de sillas del CGPJ. Hasta ahora, los destinatarios
de nuestras críticas eran fundamentalmente los dos grandes partidos (PP y
PSOE), acompañados de los partidos nacionalistas, que durante los últimos
treinta años han venido manteniendo y participando de un sistema que dinamita
las bases del principio de separación de poderes. Sin embargo, en esta ocasión
parece que uno de los partidos nuevos, recién llegado a la escena
política, Podemos, ha decidido unirse a la fiesta.
¿Por qué creemos que es así? Porque esta vez el reparto
en cuestión tiene origen en la presentación (por parte del PP) y posterior
aceptación (por parte de casi todos los grupos) de unas enmiendas de dudosa
admisibilidad, y que los autores de este artículo mencionamos en otro reciente
post (ver aquí). A finales de febrero y como comienza a ser
censurable costumbre, el Partido Popular presentó, el último día y a última
hora de la tarde, 50 enmiendas a una Proposición de Ley que el propio
grupo había registrado al objeto de reformar, deprisa y sin mucho debate,
un sinfín de aspectos de la LOPJ que -y esto es lo criticable desde un punto de
vista parlamentario- no guardaban relación de ningún tipo con el objeto de la
iniciativa de origen.
Exigencias del grupo GRECO
La Proposición de Ley en cuestión, con sus
correspondientes 50 enmiendas, fue aprobada por el Pleno del Congreso de
los Diputados la semana pasada, con los votos a favor de PP, PSOE, Unidos
Podemos, PNV y Grupo Mixto (Compromís, UPN, Nueva Canarias y Coalición
Canaria), y junto con la abstención de Esquerra Republicana y PdeCat; es decir,
que nadie votó en contra, excepto Ciudadanos (pueden ver el cuadro de
votaciones aquí). Y así, con la falsa excusa de adaptar la normativa a
las exigencias del grupo GRECO, se modifican (a la espera de que el Senado
confirme la reforma) aspectos sustanciales de la organización y las
competencias del Consejo General del Poder Judicial. De esa manera, se allana
el terreno para el posterior reparto de los 20 vocales de dicho órgano, que se
antoja inminente.
A este respecto, lamentamos que tres de las cuatro
asociaciones judiciales (excepto Foro Judicial Independiente, y con la
irrenunciable crítica de Plataforma Cívica por la Independencia Judicial) hayan
decidido participar activamente del cambalache, cuando tanto lo habían
criticado durante los cinco últimos años. Este hecho, más allá de las
motivaciones prácticas que hayan podido llevarles a optar por esta vía, resulta
desalentador para quienes consideramos que este sistema no se puede continuar
perpetuando ni un día más. Ciertamente, existe una contradicción (difícilmente
salvable) entre reclamar más independencia para el Poder Judicial, puertas
afuera (cosa que hacen tanto las asociaciones judiciales como algunos partidos,
caso de Podemos), y participar, puertas adentro, del reparto de puestos en el
seno del CGPJ. Sea como fuere, conviene no olvidar que la vida profesional de
los jueces y magistrados no se agota en las asociaciones judiciales: casi la
mitad de los aproximadamente 5.000 jueces y magistrados que hay en España no
forman parte de ninguna.
Así las cosas, nos vemos obligados a recordar tres
aspectos, que resumimos cronológicamente:
1.- Que, ya en el año 1986, el Tribunal
Constitucional criticó la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial
operada por el Gobierno de Felipe González el año anterior, la misma que
después originaría la famosa frase de «Montesquieu ha muerto». Al respecto,
decía en su sentencia: «Ciertamente, se corre el riesgo de
frustrar la finalidad señalada de la Norma constitucional si las Cámaras,
a la hora de efectuar sus propuestas, olvidan el objetivo perseguido y,
actuando con criterios admisibles en otros terrenos, pero no en éste, atiendan
sólo a la división de fuerzas existente en su propio seno y distribuyen los
puestos a cubrir entre los distintos partidos, en proporción a la fuerza
parlamentaria de éstos. La lógica del Estado de partidos empuja a actuaciones
de este género, pero esa misma lógica obliga a mantener al margen de la
lucha de partidos ciertos ámbitos de poder y entre ellos, y señaladamente, el
Poder Judicial».
2.- Que, como decíamos al principio, el GRECO nos
ha llamado la atención en numerosas ocasiones a causa de la injerencia política
en el nombramiento de altos cargos en la judicatura. La última vez fue en enero
de este año, en el que nos reprochaba la intervención política en la
elección de los vocales del CGPJ, los presidentes de Tribunal Supremo, de
la Audiencia Nacional, de los Tribunales Superiores de Justicia y de las
Audiencias Provinciales (ver aquí).
3.- En último lugar y en relación con lo anterior, que Ciudadanos
presentó una Proposición de Ley el pasado mes de julio en el que
precisamente se intentaba evitar que lo anterior sucediese (pueden ver el
contenido de la iniciativa aquí), y que incorporaba varias de las propuestas
fundamentales del GRECO. En resumen, se pretendía, a fin de reforzar la
independencia del poder judicial, (i) que los 12 vocales de procedencia
judicial del CGPJ fuesen elegidos directamente por los jueces, (ii) que los
Presidentes de la AN, los TSJs y las APs fuesen elegidos directamente por los
jueces destinados en cada órgano, (iii) limitar las puertas giratorias entre
política y justicia y otras medidas de igual calado. Todavía no ha llegado la
ocasión de debatirla en la Cámara, pero, habida cuenta de lo ocurrido en las
últimas semanas, no debiéramos albergar demasiadas esperanzas en que superara
siquiera el primer trámite parlamentario.
De concluirse el reparto según acordado, los vocales
elegidos por los partidos mencionados permanecerán en su cargo durante 5 años,
lo que constituye una tropelía inadmisible a la vista de la gravedad de la situación
política actual, a la que lo último que le conviene es un intento más de
desprestigiar las instituciones, precisamente cuando los ciudadanos más
necesitamos confiar en ellas. Aunque nosotros ya nos vamos acostumbrando a lo
indecible, no por ello renunciaremos a seguir denunciándolo de la única forma
que sabemos. Al contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario