Políticos municipales y funcionarios han de tomar buena nota de esta resplandina que nos viene de Luxemburgo
Por Francisco Sosa Wagner.- Blog EsPúblico.- El Reino de España acaba de recibir una buena reprimenda en términos judiciales del Tribunal europeo de Justicia que tiene su sede en Luxemburgo. En efecto, por sentencia que lleva fecha de 15 de marzo de 2017 se ha condenado a nuestro país por incumplimiento de las normas europeas relativas a los vertederos y además habrá de pagar las costas del proceso.
Por Francisco Sosa Wagner.- Blog EsPúblico.- El Reino de España acaba de recibir una buena reprimenda en términos judiciales del Tribunal europeo de Justicia que tiene su sede en Luxemburgo. En efecto, por sentencia que lleva fecha de 15 de marzo de 2017 se ha condenado a nuestro país por incumplimiento de las normas europeas relativas a los vertederos y además habrá de pagar las costas del proceso.
El asunto tiene el máximo
interés porque hay en la sentencia una referencia explícita a los municipios y
a sus obligaciones. De manera que nuestros alcaldes y funcionarios habrán de
prestar atención al contenido de lo que nos dicen los jueces europeos.
Como consecuencia de una
serie de denuncias, la Comisión europea decidió incoar un procedimiento de
infracción con el fin de abordar el problema de los vertederos ilegales en
España, esos que vemos a diario y que son como costurones, cicatrices en nuestros
paisajes, violados por desalmados. Quienes somos aficionados a caminar por los
montes, los advertimos con frecuencia y nos preguntamos cómo es posible que las
autoridades, entre ellas, las más cercanas, las municipales, no pongan todos
sus medios en acción para evitar estos atropellos. Añado que, junto a los
vertidos ilegales, se halla otra situación cercana, aunque distinta en términos
jurídicos: la de las granjas o instalaciones donde se guarda ganado que se
conservan en las más deplorables condiciones estéticas y de higiene,
almacenando a veces material altamente inflamable que en las épocas secas se
convierten en un riesgo cierto y visible.
Vertederos por todas partes
El paseo que se puede
hacer, de la mano de la sentencia, por nuestro territorio es pavoroso. No hay
rincón libre de esta plaga: Andalucía, Islas Baleares, Canarias, Castilla y
León, Castilla-La Mancha, Murcia … Ni hay misericordia -felizmente- con las
autoridades españolas que habían alegado todo lo imaginable para librarse del
juicio negativo del juez europeo: “ni las explicaciones del Reino de España
relativas a los hechos ni los voluminosos anexos que ha aportado permiten
refutar la alegación de la Comisión, según la cual, al término del plazo fijado
en el dictamen motivado, la situación de los 61 vertederos objeto del presente
recurso no era conforme con el artículo 13 de la Directiva 2008/98″.
Hay un segundo motivo
mediante el cual la Comisión reprocha al Reino de España que incumpliera las
obligaciones que le incumben en virtud del artículo 15, 1 de la Directiva 2008/98
que exige a los Estados miembros adoptar las medidas necesarias “para
garantizar que cualquier productor inicial de residuos u otro poseedor realice
el tratamiento de residuos por sí mismo o encargue su realización a un
negociante o a una entidad o empresa que lleve a cabo operaciones de
tratamiento de residuos, o su organización a un recolector de residuos público
o privado …”.
Y es aquí donde recuerda
el juez de Luxemburgo que de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia resulta
que los municipios han de realizar por sí mismos el tratamiento de los residuos
procedentes de vertederos situados en su término municipal, o bien encargar su
realización a una empresa, correspondiendo al Estado miembro adoptar las
medidas necesarias para garantizar que tales municipios cumplen sus
obligaciones. Y se aportan varias sentencias en este mismo sentido.
Vuelvo a repetir:
políticos municipales y funcionarios han de tomar buena nota de esta
resplandina que nos viene de Luxemburgo.
Se suele recordar el
episodio vivido por un súbdito prusiano al que el rey de Prusia quiso privar de
su molino porque afeaba el entorno de su palacio, Sansouci, que está en
Potsdam. Estamos hablando de Federico II a quien la historia conoce como “el
Grande”, músico y amigo de Voltaire y otros intelectuales de la época. Pues
bien, el rey tuvo que aceptar la sentencia de un juez que anuló la orden del
soberano y este, lejos de indignarse, exclamó satisfecho: “esto demuestra que
aún hay jueces en Berlín”.
Pues lo mismo podemos
decir nosotros hoy: en relación con los vertederos, ¡ menos mal que hay jueces en
Luxemburgo¡.
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