El País.- Por qué las oposiciones son un mal sistema de selección de funcionarios. España sigue confiando en un método sin validar científicamente para escoger a sus servidores públicos de alto nivel
Francisco Longo. El Debate sobre las oposiciones
Diario.es: El negocio -no siempre limpio- de preparar oposiciones
Por Jesús Fernández Villaverde.- Blog Nada es Gratis.- El domingo salió en El
País un largo artículo
de Jordi Pérez Colomé y Kiko Llaneras sobre el sistema de oposiciones en
España. El acceso a la función pública, sobre todo a sus niveles más altos, es
un tema que hemos discutido mucho en este blog. Por ejemplo aquí,
aquí
y aquí.
El artículo cubre en
detalle material que, por conocido, no deja de merecer la pena ser repetido.
Resalto aquí algunas ideas breves al respecto:
1.-) Las oposiciones a altos
cuerpos no son justas desde el punto de vista social, pues favorecen a aquellos
candidatos de familias que pueden permitirse el coste de oportunidad de pasar
varios años sin trabajar y costes explícitos como pagar una
academia o a un preparador (los cuales, al menos cuando algunos amigos míos
prepararon oposiciones a mediados de los 90, cobraban un ojo de la cara y en
metálico).
2.-) Las oposiciones a altos
cuerpos seleccionan, por su estructura e incentivos, entre un grupo
relativamente reducido de la sociedad y que no es representativo de España,
deslegitimando a ojos de muchos los puestos directivos de la administración
pública. Quizás con un grupo de selección más amplio algunos de los líderes que
hoy quieren socavar nuestro orden constitucional hubiesen sido “asimilados” por
el sistema, para beneficios de todos (¡incluyendo el suyo!).
3.-) Las oposiciones a altos
cuerpos no son la mejor manera de formar especialistas. Aunque es indudable que
en los dos o tres años que un opositor pasa estudiando este aprende muchas
cosas, la pregunta importante es de coste de oportunidad: ¿cuánto habría
aprendido esa misma persona si, en vez de sentarse delante de unos apuntes,
hubiese ido a una Escuela Nacional de Administración como la que Pablo
Ibáñez Colomo y yo hemos propuesto? (por favor, querido lector: lea las dos
entradas de Pablo y mías enlazadas anteriormente y los comentarios sobre los
detalles de tal Escuela, sistema de selección para la misma, etc.).
4.-) Las oposiciones a altos
cuerpos no miden las habilidades necesarias para ocupar los puestos en
cuestión. El artículo de El País ya señala la baja correlación detectada en
ciertos (limitados) estudios al respecto o la aleatoriedad en los exámenes
sobre la que Manuel
Bagues ha escrito mucho. De manera casual, hace unos días un amigo me
recordaba que uno se puede sacar la oposición
de estadístico del estado sin haber tocado nunca un ordenador. Para
cualquiera que sepa algo de estadística moderna esto es tan absurdo como hacer
una oposición de salvavidas de la playa sin tener que demostrar que uno sabe
nadar.
5.-) Relacionado con esto:
los temarios de las oposiciones están, a menudo, francamente anticuados. Por
ejemplo, el temario
de TECO necesita una lavado de cara más que considerable (miren el tema 42;
empieza preguntando por el modelo de
Harrod-Domar). El motivo por el que esta actualización no ocurre es difícil
de entender.
6.-) Las oposiciones a altos
cuerpos son excesivamente costosas para España. Muchos opositores malgastan
años y años sin llegar a buen puerto. Un sistema de Escuela Nacional de
Administración reduce costes excesivos y ayuda a mejorar el acceso para grupos
sociales más amplios que discutía en 1) y 2). En los comentarios en mis
entradas anteriores se argumentó a menudo que esta Escuela era costosa. El
argumento no se tenía en pie porque confunde costes explícitos de la
administración con costes sociales agregados (algo que un buen economista
debería entender). También se argumentaba que el presupuesto en aquel momento
no daba para más y que financiar una Escuela Nacional de Administración era
inasumible. Ahora sí
que parece haber dinero para otras cosas. Un buen acceso a la función
pública parece mucho más importante que jugar con el IVA.
Además así evitaríamos
casos como el de Amelia
Pérez Zabaleta sentándose en un tribuna de oposición (el que esta persona
sea la Vicedecana 1ª del Colegio de
Economistas de Madrid es uno de los motivos principales que justifican mis
deseos de cambiar la estructura de los colegios, pero de eso ya
hablé otro día).
7.-) Las oposiciones a altos
cuerpos no generan la adecuada “diversidad intelectual” (un punto en el que el
artículo de El País me cita). Seleccionan a gente con un perfil muy similar.
Estos días, como consecuencia de algunos de mis artículos más recientes, acudo
a muchas conferencias de derecho en Estados Unidos (este Viernes Santo, en vez de
descansar, me toca una en NYU). Una de
las cosas que he aprendido a admirar más de las escuelas de derecho americanas
es que son de post-grado, no de grado como en España. Esto tiene dos ventajas
brutales (y por las cuales yo cerraría el grado de derecho en España y lo
transformaría en estudios exclusivamente de post-grado).
Primero, la gente es más
madura. Es imposible entender derecho de contratos cuando uno tiene 20 años
(como yo tenía al empezar derecho civil II en tercero de la antigua carrera de
derecho) simplemente porque a esa edad uno nunca ha firmado un contrato serio
en su vida. Uno puede aprenderse el libro y hasta sacar bastante buena nota en
el examen pero entender, lo que se dice entender, no ha entendido nada. Con 25
o 26 años, quizás además después de haber trabajo unos años, derecho de
contratos se ve de una manera totalmente distinta.
Segundo, traes y juntas a
gente de experiencias vitales muy diversas, desde los niños estudiosos que han
sacado sobresaliente toda su vida en cada asignatura a tipos que han estado
diez años en el mundo del teatro y su interés por el derecho ha sido despertado
por firmar contratos de arrendamientos de locales para sus representaciones
(este es un caso real de una persona en la escuela de derecho de la Universidad
de Chicago que luego ha llegado muy lejos).
Algo similar debería
ocurrir con jueces, fiscales, notarios, etc. e incluso con TECOs, estadísticos
del estado, etc. Quizás si algunos de los jueces del Tribunal Supremo hubiesen
trabajado en el mundo financiero no habríamos asistido a las más que
desafortunadas sentencias de las cláusulas suelo, uno de los acontecimientos
más tristes en nuestro sistema legal de la última década.
8.-) Las oposiciones a altos
cuerpos no permiten el flujo adecuado entre el mundo privado y público. En
estos momentos el flujo es una dirección única, del mundo público al privado o
la política, gracias al sistema de excedencias. No me importa que altos cargos
de la administración estén representados en el mundo de la política (y esto
incluye a los profesores de universidad). Sí que me parece que su proporción
actual es excesiva y la participación de gente con experiencia en la alta
administración de empresa demasiado baja. En Estados Unidos, por ejemplo, la
mayoría de las universidades te dan uno o dos años de excedencia si quieres
entrar en política. Después, por mucho que seas Secretario del Tesoro, tienes
que dejar la plaza.
Todo lo que he explicado
anteriormente no significa que no aprecie a las personas que han aprobado las
oposiciones de altos cuerpos, su trabajo, su inteligencia o su, en general, más
que clara vocación de servicio al bien común, a veces con un alto sacrificio
personal para ellos. Raro es el día que no me intercambie correos con alguna
persona en los mismos. Todo lo contrario.
Salarios competitivos
Por ejemplo me parece que
el sueldo de muchos de ellos es ridículo y debería ser considerablemente
incrementado. Un assistant professor en un departamento de economía en Estados
Unidos recién salido del doctorado (es decir con unos 28 años) viene a ganar
estos días entre $150.000 y $180.000 (dependiendo si tiene o no “summer
money”). Desconozco los detalles concretos de lo que ganan la mayoría de
abogados del estado, inspectores de hacienda, TECOs o estadísticos del estado
en activo en la administración, pero mi sospecha es, dado lo que ganan los ministros y secretarios de estado
que sí que es público, que excepto los que estén en embajadas u organismos
internacionales, todos cobran mucho menos que esto. Un chico listo de 22 años
que se esté planteando qué hacer con su vida en estos momentos debe de estar
seriamente pensando que trabajar para la administración, incluso sin considerar
el suplicio y aleatoriedad de una oposición, remunera mucho menos que otras
oportunidades (esto es al contrario que muchos funcionarios de bajo nivel, que
están sobre-remunerados; la administración pública española tiene que
incrementar su desigualdad interna en salarios y tratamiento de manera notable
y dejar atrás el igualitarismo infantil y demagógico que ha imperado desde el
comienzo de la transición).
Y quien dice estudiar un
doctorado en Estados Unidos, dice irse a Londres a trabajar para un banco de
inversiones o entrar en un MBA en una escuela de negocios de primera linea.
Estas opciones, evidentemente, solo están reservadas a estudiantes en la “cola
derecha” de la distribución de talento (pongamos, talento igual o superior a
media más dos desviaciones típicas), pero ¿no son estas las personas que
queremos que lleven España? ¿No entendemos que al seleccionador de Futbol hay
que pagarle generosamente? ¿O se piensa alguien que pagando al seleccionador
cuatro duros vamos a convencer a nadie de calidad para que acepte el puesto? Yo
prefiero tener a un abogado del estado listo defiendo los intereses de todos a
que la selección de futbol lo haga bien o mal. Si a España la eliminan en la
primera ronda del mundial, nos quedamos igual. Por mucho que alguno llore, en
realidad no importa nada. Si España no tiene un tipo de valía defendiendo
nuestros intereses en Bruselas o en Washington o frente a las empresas
privadas, perdemos todos y mucho. Esto en
sitios como Singapur lo han entendido muy bien.
Ahora que la economía va algo mejor (aunque los
problemas estructurales siguen ahí) y tenemos más margen de decisión es el
momento de pensar con calma en reformas de calado, por mucho que no sea este el
instinto de nuestro gobierno actual (en buena medida precisamente por estar
lleno de funcionarios seleccionados por oposiciones como las que aquí critico).
El acceso a la función pública es uno de ellos. Algunas reformas deberían ser
aceptadas por todos sin mayor problema (renovar los temarios, pedir a los
aspirantes a estadísticos del estado que demuestren unos conocimientos de
programación básicos, realizar un esfuerzo más serio de explicar a los
estudiantes en muchas universidades fuera de Madrid las posibilidades de acceso
a ciertos cuerpos). Otras (crear una Escuela Nacional de Administración) son
más complejas. Pero si no lo hacemos ahora no lo haremos cuando llegue la
siguiente crisis y quizás entonces haya llanto y crujir de dientes.
Otro post de interés: Antonio Arias en Fiscalización.es: Funcionarios y políticos
Otro post de interés: Antonio Arias en Fiscalización.es: Funcionarios y políticos
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