lunes, 1 de junio de 2020

Nuevo Ingreso Mínimo Vital contra la Pobreza: una primera valoración…

El montante de la ayuda va a depender del número de miembros y de hijos y de la tipología del hogar. Ver en BOE de 1.6.2020- RDL 20/2020, de 29 de Mayo por el que se aprueba el Ingreso Mínimo Vital

Por José Ignacio Conde-Ruiz. Nada es Gratis blog.- La mayoría de los Estados de Bienestar europeos tienen, como principal escudo contra la pobreza, un programa de prestación de último recurso, al que pueden acudir los ciudadanos cuando han agotado todos los derechos a percibir otro tipo de ayudas. Los programas europeos de esta naturaleza son muy heterogéneos (ver este estudio de la AIReF para un análisis detallado por países) en cuanto a la cuantía, la cobertura o su gestión administrativa y muchos de ellos se encuentra bajo revisión para mejorar su eficacia. En el caso de España, históricamente esta competencia ha recaído exclusivamente en las CCAA dando lugar a un sistema de rentas mínimas regional muy fraccionado, con grandes disparidades territoriales que en muchos casos dejan sin protección a algunos colectivos.

Un análisis detallando (también ver AIREF (2107)) de este tipo de programas de rentas mínimas regionales nos muestra que también son muy heterogéneas tanto en la cuantía como en la cobertura. En cuanto a la cuantía, van de los 300 euros mensuales en Murcia o Ceuta, hasta los más de 700 euros mensuales en el País Vasco o en Navarra. En cuanto a la cobertura, para determinar los colectivos con derecho a las mismas, también se usan distintas rentas de referencia (8 comunidades usan el IPREM, tres comunidades el SMI y Cataluña ha creado una renta de referencia). Y para añadir una mayor heterogeneidad regional, las CCAA usan distintos porcentajes sobre sus rentas de referencia (que van desde 62% al 100%). Si a esto le añadimos una alta complejidad administrativa podemos decir que el modelo actual tiene una baja eficacia en su lucha contra la pobreza, incluso contra la extrema.

Por este motivo, creo que es imprescindible mejorar el actual sistema de rentas mínimas, estableciendo un nuevo diseño que ordene todos los programas de apoyo existentes, que garantice unas coberturas y cuantías mínimas en todo el territorio nacional y que mejore su eficacia y eficiencia. Cómo todo el mundo puede entender, el principal escollo para diseñar un Ingreso Mínimo Vital de carácter permanente, es la necesidad diseñarlo conjuntamente con las CCAA y su maraña de rentas mínimas de inserción.

Dada la urgencia de ayudar a los mas vulnerables afectados por la COVID-19 en este post abogaba por establecer un Ingreso Mínimo Vital de emergencia que sirviera como laboratorio de pruebas para un IMV permanente. Sinceramente creo nuestro país necesita un programa de IMV para hacer frente a la pobreza y en particular a la pobreza infantil. No hay nada que generé más desasosiego que la pobreza infantil. Los niños en hogares pobres o marginales están condenados al fracaso escolar, lo cual dificulta mucho la movilidad social. Por lo tanto, creo que la lucha contra la pobreza infantil es una de las políticas mas importantes para garantizar la igualdad de oportunidades. Y este sentido el nacimiento de IMV permanente bien diseñado es sin duda una muy buena noticia.

El gobierno ha descartado la puesta en marcha de un ingreso mínimo de emergencia frente al COVID-19 y ha optado por introducir directamente un Ingreso Mínimo Vital de carácter permanente con las siguientes características. Se trata de una ayuda que complementa los ingresos de familias vulnerables. El requisito para ser considerado vulnerable es tener una renta que se queda 10 euros o más por debajo del umbral mínimo establecido. El nuevo IMV a modo de renta garantizada servirá de complemento. Es decir, una familia que cumpla los requisitos le corresponde una renta mínima de 1.000 euros tendrá derecho al complemento si ingresa 990 euros o menos. El montante de la ayuda va a depender del número de miembros y de hijos y de la tipología del hogar entre otras cosas. Se han establecido 14 tipos de hogar. Estos irán desde el compuesto por un adulto solo, al que le corresponderán 461,5 euros mensuales, hasta las familias compuestas por tres adultos y dos niños o más o por cuatro adultos y un niño (1.015 euros/mes). El Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS) se hará cargo de la gestión del ingreso mínimo en toda España, excepto en Navarra y el País Vasco, donde se encargarán las administraciones autonómicas.

En una primera reflexión he identificado algunos problemas de diseño que creo que se deberían corregir para conseguir que el necesario programa de IMV que acaba de nacer mejore su potencia y su eficacia como lucha contra la pobreza.

Papel de las CCAA. La parte positiva del nuevo IMV es que consigue crear una garantía de rentas mínima a nivel estatal (igualando en un mínimo a todas las CCAA), buscando la armonización con los sistemas de rentas de inserción ya existentes. Es decir, garantiza un mínimo común por parte del estado, y da libertad a aquellas comunidades, que así lo deseen, complementen sobre este mínimo garantizado.

El problema principal, probablemente por la urgencia en la negociación con las CCAA, es que no hay ningún tipo de obligación por parte de las CCAA a colaborar en el coste y estas estratégicamente pueden retirar sus rentas mínimas para ser reemplazadas por el IMV estatal. De hecho, ni siquiera se tienen en cuenta las rentas autonómicas que pueda estar recibiendo una familia en este momento, a la hora de aplicar el control de rentas que determina los requisitos para percibir el IMV. Es decir, el nuevo IMV de la Seguridad Social que percibirá una familia será exactamente el mismo, tanto si esta familia estaba percibiendo ya la ayuda autonómica como si no la estaba percibiendo. Por lo tanto, es muy probable que la mayor parte de las CCAA reduzcan sustancialmente sus programas de rentas mínimas, y únicamente aquellas CCAA que ya tienen rentas mínimas muy generosas, como el País Vasco o Navarra, los mantendrán, como complemento. Para garantizar que las CCAA siguen aportando recursos para la lucha contra la pobreza, un diseño más razonable sería que el nuevo IMV fuera co-financiado por las CCAA y la Seguridad Social. De esta forma, no solo se obtendría un sistema de protección más potente (actualmente las CCAA dedican 1.500 millones y dan apoyo a 350 mil familias en sus programas de rentas mínimas), sino que también ganaría en corresponsabilidad fiscal pues no olvidemos que son las CCAA las que tienen las competencias en asuntos sociales.

Incentivos al empleo. Al estudiar los programas de rentas mínimas que mejor funcionan hemos aprendido que los programas de ingresos mínimos deben tener importantes incentivos al empleo para evitar las llamadas “trampas de la pobreza” que generan persistencia y reducen la movilidad social o el desplazamiento de rentas hacia la economía sumergida. En la nota de prensa del decreto se dice:  “Además, se fomentará la participación en el mercado laboral con incentivos. Cuando el titular de la prestación no tenga empleo y lo encuentre, parte de su salario estará exento transitoriamente en el cálculo de la prestación. En el caso de que esté ocupado, cuando su salario se incremente, la cuantía de la prestación se reducirá en una cantidad inferior. En el caso de que el titular no esté ocupado, se exigirá la inscripción como demandante de empleo para el acceso a la prestación.”

Habrá que esperar a los detalles del RDL para ver cómo son dichos incentivos al empleo. Voy a poner dos ejemplos para ilustrar por qué un IMV sin incentivos al empleo puede generar incentivos perversos.

Supongamos que el IMV (a modo de renta garantizada) para una familia de 5 miembros que cumple los requisitos para percibirla, son 1.015 euros al mes y el IMV no tuviera incentivos al empleo.

Ejemplo 1. La familia tiene ingresos por 915 euros, que es el sueldo de uno de los miembros. En este caso el IMV al que tendría derecho son 1.000 euros. Pero si la persona que esta trabajando por 915 euros deja de trabajar, el IMV sería de 1.015 euros. Es decir, el IMV pasaría de 1.000 a 1.015 euros mes. Por lo tanto, podemos decir que, en esta situación, el trabajador dedica su jornada laboral para obtener tan solo 0 euros. Por lo tanto, podemos decir que, en esta situación, el trabajador dedica su jornada laboral a obtener 0 euros (es decir es cómo si tuviera un 100% de tipo impositivo).

Ejemplo 2. La familia tiene 0 ingresos pues nadie trabaja. En este caso el IMV será de 1.015 euros. Supongamos que tiene la suerte que a un miembro de la familia le ofrecen un salario de 1.011 euros y lo acepta. En este caso el IMV pasará de 1015 euros a 1 euro.

Luego, en el ejemplo 1 ¿qué incentivos tiene el miembro de la familia que esta trabajando a seguir trabajando? o lo que es más grave, ¿qué incentivos tiene de pasarse a la economía sumergida? Y en el ejemplo 2, ¿qué incentivos tiene el trabajador a aceptar el empleo por 999 euros? Creo que las preguntas se contestan solas. En mi opinión los incentivos deberían ser al estilo de los “negative income tax”. Este problema de incentivos también lo tenia iniciativa legislativa popular sobre establecimiento de una Prestación de Ingresos Mínimos como puse de relieve en este post. Esperemos que diseño final de los incentivos al empleo, que conoceremos tras la publicación del RDL, sean los adecuados.

También es importante tener en cuenta, que introducir incentivos al empleo, requiere un mayor gasto del calculado de forma estática. Según algunos cálculos solventes la introducción de incentivos monetarios al empleo supondría un aumento del coste total del programa en una horquilla del 28% al 50%. Cuando tengamos los detalles una vez se publique el BOE, analizaré en detalle cómo funcionan estos incentivos.

Estabilidad Fiscal. Como hemos dicho en muchas ocasiones en este blog, España aún no ha resuelto su crisis fiscal y lo que resulta más preocupante desde el año 2014 el déficit estructural no ha parado de aumentar (ver aquí para una análisis de la consolidación fiscal en España desde la crisis de 2008). Simplificando, el déficit estructural es el déficit que tendría una economía cuando crece a su potencial y sin tener en cuenta las medidas temporales (o medidas “one-off”) tanto de gastos como de ingresos. En este sentido, a diferencia de un IMV temporal, un IMV permanente aumenta el déficit estructural. Dado que aumenta los gastos de forma estructural, lo responsable para no introducir tensiones fiscales adicionales es introducir medidas de aumento de los ingresos capaz de financiarlo. 

No obstante, dicen que son 3000 millones de euros, pero ¿son adicionales? pues, a parte del comportamiento estratégico de las CCAA reduciendo sus programas rentas mínimas, parece que la prestación por hijo de la Seguridad social, o al menos una parte de ella,  va a desaparecer.

Cobertura. El gobierno anuncia que el IMV tendrá una cobertura inicial de 850 mil familias y un coste de 3.000 millones anuales. En una situación previa a la pandemia, como la analizada por la AIReF en 2017, hablaba de 1,8 millones de familias como el objetivo a cubrir y un coste de 5.500 millones. Evidentemente en estos momentos donde muchas familias han sido golpeadas por la pandemia, el colectivo de vulnerables será incluso mayor. Por lo tanto, creo que es muy probable que este IMV sea insuficiente para luchar contra la pobreza asociada al COVID-19. En este sentido, cobra aún más importancia una buena negociación con las CCAA para que entren a co-financiar este nuevo IMV, alineen sus incentivos, mejore la corresponsabilidad fiscal y eviten que los recursos que ya están dedicando a la lucha contra la pobreza acaben desviándolo a otras funciones. Para el tema de la cobertura es importante conocer los detalles de cómo se van a considerar la caída de ingresos por culpa de la pandemia. Para conocer lo ocurrido en  2019 tenemos los registros de la Agencia tributaría, pero ¿para este año 2020? ¿cómo se va a hacer?. Y, ¿se van a considerar los ingresos contemporáneos  de forma excepcional solo este año por la pandemia o de forma estructural?

En definitiva, creo que la puesta en marcha del IMV recién anunciado por el gobierno es un paso muy importante para completar nuestro Estado del Bienestar al introducir una prestación de último recurso general y homogénea en todo el territorio nacional. Seguramente es el avance en materia social más importante desde la puesta en marcha de la Ley de Dependencia de 2006. Comparto completamente el objetivo de luchar contra la pobreza, y en particular contra la pobreza infantil. No obstante, creo que tiene importantes problemas de diseño que el necesario recién nacido programa de IMV debería tratar de resolver lo antes posible para mejorar su potencia y eficacia cómo escudo contra la pobreza. Por último, es muy destacable, que por primera vez nace un programa del Estado del Bienestar estableciendo un mecanismo para poder ser evaluado. La evaluación de políticas públicas es crucial para la mejora de los programas y el uso eficiente de los recursos públicos.

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