Por Víctor Almonacid Lamelas. Nosoloaytos Web- Administración electrónica. Eso que se debe implantar… Y
que tan malo es cuando no se hace y, casi peor, cuando se hace mal. Y es que
no, para nada, en absoluto consiste en un simple cambio de formato. Se trata de
un proyecto multidisciplinar que abarca cuestiones tan diversas (y tan
relacionadas) como procedimiento, normativa, tecnología, organización,
capacitación, difusión, transparencia, accesibilidad…
En concreto existe una tarea previa a dicha implantación,
por desgracia muchas veces obviada, pero en todo caso anterior a la
digitalización de los documentos y de los procedimientos: la
simplificación/eliminación de la burocracia. Y es que el mejor trámite no es el
electrónico, sino el que ni siquiera existe. ¿Qué trámites y documentos
deben desaparecer? Los que no exige ninguna norma. La reducción de cargas
burocráticas (y por extensión de costes) al ciudadano y a la propia
administración es la consecuencia más amable de la administración electrónica
bien entendida y bien implantada.
La mejor forma de entender en qué consiste la
simplificación administrativa es observando una escultura de gran nivel
artístico. Por ejemplo el David de Miguel Ángel.
Esta maravilla de más de 5 metros y 5 toneladas procede,
en origen, de un enorme trozo de mármol sobre el que trabajó el genio de
Caprese. No cabe duda de que la perfección (o el punto más cercano a la misma)
se alcanza cuando ya no queda nada más que suprimir. Curiosamente en la
administración estamos mucho más acostumbrados a añadir que a suprimir. Mala
cosa, porque digitalizar un procedimiento vasto y burocrático no puede dar
lugar sino a una burocracia electrónica tan ineficiente como la del papel.
Quizá peor.
Como decíamos en El
“método Thanos” para la reducción de la burocracia: “el exceso de
burocracia es probablemente el problema más voluminoso (hablamos literalmente)
que tiene la Administración pública española en este momento. En realidad es
peor de lo que parece, porque es el origen y la consecuencia de otros males
incluso mayores. Por eso hoy queríamos sacar a relucir dicho problema (y su
posible solución). O mejor dicho: sacar a reducir…”
Hay una frase inapelable, que realmente no es mía (porque
la dijeron antes, al menos, Carlos Castillo y Fermín Cerezo) y que, siempre
citándolos (nunca he entendido a las personas que se apropian de ideas ajenas),
utilizo con frecuencia en mis charlas: “Burocracia es el arte de convertir lo
fácil en difícil por medio de lo inútil“.
Esta definición es precisa como un reloj suizo, ya que
esto es exactamente lo que es, en puridad, la tan dañina burocracia:
-Un arte, porque supone una capacidad o habilidad para
hacer algo, en ocasiones con verdadero talento (se burocratiza incluso cuando
lo más sencillo sería simplificar).
-Convierte lo fácil en difícil, ya que la característica
principal de la burocracia es que siempre, sin excepción, complica las cosas,
de manera que lo fácil acaba siendo difícil, y lo difícil termina por ser
directamente imposible.
-Y lo hace por medio de lo inútil, puesto que la base
formal y material de la burocrácia es en sí mismo insostenible, bien porque se
basa en añadir (o no eliminar) trámites y/o procedimientos que no exige ninguna
Ley, bien porque proviene de metodologías antiguas y totalmente obsoletas que
han demostrado a lo largo de los años no aportar absolutamente ningún valor.
Si hay un rasgo profesional que nos ha caracterizado a lo
largo de todos estos años, es la lucha contra la burocracia. La imagen
pertenece a esta
entrevista concedida en marzo del año 2017.
La anterior definición de burocracia, por tanto, no es
mejorable en cuanto a su capacidad de describir perfectamente en qué consiste
ese azote de la Administración del “Vuelva
usted mañana” que tanto nos está costando finiquitar. No obstante, me
voy a permitir hacer mi propia definición, mucho más extensa, con lo cual, sólo
por eso, ya no es mejor (ya saben, menos es más), pero que incorpora o resalta
los matices que nos parecen más importantes o, incluso, los aspectos que nos
caracterizan como profesional:
-Burocracia (administrativa) es una forma de trabajar que
se basa en un entendimiento anticuado y absolutamente erróneo de la
Administración, como ente soberano, dueño de potestades exorbitantes frente a
sus “administrados”, y que entre otros males provoca una tramitación de los
expedientes extremadamente lenta, oscura, dificultosa y farragosa
(principalmente por la sobrecarga de trámites y documentos, pero también por la
falta de claridad sobre cuáles son esos trámites o qué criterios se deben
aplicar), al tiempo que provoca e incluso legitima una labor de servicio
público de baja calidad y limitativa de derechos de las personas. Burocracia
es, también, el resultado de dicha forma de trabajar.
En resumen: no me hablen de cambio de formato si antes no
han procedido, entre otras cosas, a simplificar y eliminar todo aquello que es
superfluo y no es legal. Y cuando ya hayamos simplificado, incluso cuando
tengamos ultimada la reingeniería de procedimientos, nos quedará automatizar…
Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra
ocasión…
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Para profundizar:
Un
silencio administrativo que causa vergüenza ajena
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