Otro post de interés de Analítica Pública: Webs para oposiciones. Una oportunidad de mejorar serviciospúblicos
Por Sergio Jiménez. Analítica Pública. "El post de esta semana lo trae Antxon Gallego, que es todo un artesano y currela de la participación ciudadana en primera línea sin perder un ápice de rigor intelectual y académico
¿Cómo
gestionar el presente preparando el futuro?
En estos
tiempos que nos ha tocado vivir, las administraciones se encuentran sujetas a
unos estándares de calidad en su gestión cada vez más exigentes y rigurosos.
El discurso que propugna los modelos de gestión pública
que conciben a la ciudadanía como una simple clienta de la administración
perceptora de sus servicios convive con otras voces que postulan una creciente
demanda de una mayor implicación de la ciudadanía en el ciclo de las políticas
públicas no solo como receptora sino también como codecisora o incluso como
coproductora de servicios.
No voy a cuestionar las
potenciales bondades de ambos modelos de gestión ni voy a rebatir (por obvias)
sus evidentes limitaciones. Parafraseando a Aristóteles, soy de los que
piensa que en el término medio (más o menos) puede estar la virtud.
La diferencia no está solo entre “vamos a ver si
funciona” y “vamos a hacer que funcione”.
Invertir en gobernanza supone
trabajar en la construcción de una nueva forma de gobernar en la que la
colaboración de la ciudadanía es uno de sus elementos nucleares.
La diferencia no está solo
entre “vamos a ver si funciona” y “vamos a hacer que funcione” una nueva forma
de gobernar. El auténtico quid de la cuestión está en las diferencias que
existen en el “qué podemos hacer” para que dicha integración funcione. Y aquí
es donde surgen las diferencias de criterios.
Tanto las Administraciones
Públicas como la sociedad civil organizada tienen pendientes algunas
asignaturas ante este escenario emergente. Adelanto aquí algunas de las más
evidentes:
-La administración pública experimenta modelos de
gobernanza que, si bien innovan y modifican sus sistemas de relación con la
ciudadanía incorporando a agentes externos a la organización en los procesos de
adopción de decisiones, no están dotados de los recursos humanos y económicos
suficientes para gestionar el riesgo y la incertidumbre inherentes a todo
proceso de innovación.
-La sociedad civil organizada y la ciudadanía a título
individual más activos que ejercen de interlocutores de la Administración no
pueden arrogarse la representatividad de toda la ciudadanía a la que dicen
representar (no es lo mismo ser “representativo” que ser “representante”), ni
eximirse de la corresponsabilidad que exigen a la Administración en el
ejercicio de sus funciones.
Ante la incertidumbre, mayores dosis de inteligencia
En la cultura política
contemporánea se ha instalado un cierto lugar común que interpreta el concepto
de profundización democrática como más participación directa y un
cuestionamiento de la representatividad. De la crisis política que estamos
atravesando no se sale con más participación ciudadana pero tampoco con menos,
sino mejorando la interacción entre ambos niveles de la construcción
democrática.
En estos tiempos de
incertidumbre, necesitamos mayores dosis de inteligencia (emocional y colectiva).
Podemos prescindir de personas inteligentes pero no de sistemas inteligentes de
gestión y gobierno. Sistemas de gobierno con capacidad de aprendizaje y de
innovación, de adaptarse al cambio y a las condiciones existentes en cada
momento y que vayan modificándose respecto a las que sirvieron para su
creación.
Esforcémonos en proporcionar
una capacidad efectiva de controlar, pero no contribuyamos a debilitar la
política cuestionando su naturaleza representativa. Recuperando una reflexión
del filósofo Daniel Innerarity, incorporemos en la gestión pública “tanta
delegación como sea inevitable y tanto control como sea posible”.
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