J. Ignacio Conde-Ruiz. Nada es Gratis blog. ¿Qué Estado de bienestar queremos y cómo
financiarlo? Esta es la pregunta que deberían hacerse todos los ciudadanos a la
hora de votar el próximo 28-A. Y que los partidos políticos deberían recoger en
sus programas electorales. En dichos programas la carga ideológica parece
natural, pues según cual sea nuestra situación personal, familiar y laboral,
unos modelos nos favorecerán más que otros.
En principio, parece evidente que, si has
nacido en el seno de una familia acomodada, tus preferencias diferirán de las
que tendrías si hubieras nacido en el seno de una familia pobre. Para evitar
que la posición original del individuo cree sesgos a la hora de diseñar un
modelo de bienestar justo o equitativo, John Rawls introdujo
el concepto del “velo de la ignorancia”. El velo de la ignorancia intenta que
pensemos como si desconociéramos el lugar, la raza, el sexo o la familia donde
vamos a nacer, así como nuestra inteligencia o habilidades innatas, con el
objetivo de garantizar la imparcialidad en nuestra posición inicial. Si dichas
preguntas se contestaran con el velo de la ignorancia, es decir, sin saber
quién vamos a ser, o en qué entorno vamos a nacer, se alcanzarían más
fácilmente acuerdos sobre qué políticas del Estado de bienestar priorizar y
cómo financiarlas.
Por la parte del gasto, se priorizarían las
políticas que garantizan la igualdad de oportunidades, buscando un sistema que
premie el esfuerzo, pero garantizando que todos tenemos las mismas oportunidades
de alcanzar el éxito. Ello requiere políticas que neutralicen las ventajas que
nos vienen dadas en el momento de nacer, de tal forma que sean el talento y el
esfuerzo los que determinen nuestro destino. Si no se garantiza la igualdad de
oportunidades, los problemas de desigualdad se perpetúan en el tiempo,
condenando a los hijos de las familias con menos recursos a repetir las
experiencias de sus padres. Dentro de estas políticas se encuentran: 1. La
educación: un buen sistema educativo es el principal ascensor social, pues
otorga las mismas oportunidades a todos los niños. 2. Política contra la
pobreza: resulta fundamental garantizar un entorno familiar seguro alejado de
la marginalidad y la pobreza, así como un mercado laboral justo, para que
dichos niños prosperen en igualdad de oportunidades. 3. La sanidad: un buen
sistema sanitario con garantías suficientes para ocuparse de los enfermos y los
individuos que han nacido con peor salud. 4. Eliminar cualquier tipo de
discriminación en el ámbito laboral. Para ello resulta clave acabar con
las brechas
de género, luchar de forma decidida contra precariedad
y implementar unas políticas
activas que defiendan al trabajador y no a su puesto de trabajo.
Estas políticas, a las que seguramente
añadiríamos otras, no solo son justas, sino también eficientes, pues evitan la
pérdida de talento por falta de oportunidades.
Ingresos
Por la parte de los ingresos, se trata de
diseñar un sistema tributario lo más eficiente posible y con la capacidad
recaudatoria suficiente para financiar el sistema de bienestar deseado.
Partiendo de que todos los impuestos distorsionan (pero unos más que otros) y
de que el objetivo principal de los sistemas tributarios es recaudar de la
forma menos distorsionadora posible (y no redistribuir), se trataría de
identificar cuál debe ser la fiscalidad óptima.
Entre otras medidas, el Informe Mirrlees recomienda
utilizar los impuestos indirectos (IVA y especiales) para mejorar la
recaudación, utilizando la política de gasto para compensar a las familias más
pobres. Además, si bien están en contra de imposición sobre el
patrimonio -pues se trata de ahorro acumulado que ya tributó en su
momento-, sí recomiendan, por motivos de equidad, tener un impuesto de
sucesiones. No parece razonable dejar sin gravar a una persona que hereda
800.000 euros y gravar a otra que ha ganado por su trabajo 25.000 euros anuales
durante 32 años. Además, mejora la igualdad de oportunidades al reducir la
ventaja de la que disfrutan algunas personas por el hecho de haber nacido en
una familia acomodada. Por último, como ya hemos defendido en este blog en
numerosas ocasiones (aquí o aquí),
es fundamental ampliar las bases impositivas eliminando deducciones, siendo
muchas de ellas además regresivas.
Resulta imposible abstraernos de lo que somos
y del lugar que ocupamos en la sociedad, pero, si fuéramos capaces de pensar
con el velo de la ignorancia nuestro voto antes de tomar la decisión,
probablemente nuestros políticos reducirían el grado de ideología de sus
propuestas y sería más fácil encontrar acuerdos que mejorarían la vida de todos
los ciudadanos, independientemente de la suerte que hayan tenido al nacer.
(Esta es un versión ampliada de un artículo publicado originalmente en El País)
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