Por Carles Ramió. EsPúblico blog.- El subsistema proceso administrativo representa el punto de
interacción entre los cuatro subsistemas anteriores. Es un punto de encuentro
entre los objetivos, la estructura administrativa, los recursos humanos y los
recursos materiales.
El proceso administrativo tiene dos dimensiones: por una
parte, los procedimientos administrativos y, por otra, los procesos de
producción de los servicios (que la literatura técnica denomina servucción).
Los procedimientos administrativos son los procesos de trabajo de la
Administración pública que están totalmente formalizados por la vía de
reglamentos y manuales de procedimientos en el que están pautados todas las
fases, tiempos y documentación necesaria. Trámites administrativos como
licencias de todo tipo (por ejemplo, para la apertura de un establecimiento
comercial o de obras), como sanciones, o como la recaudación de impuestos por
la vía ejecutiva son ejemplos de procedimientos administrativos. El problema
principal de los procedimientos administrativos es que suelen generarse por
criterios históricos variables, casi por una lógica de estratificación
geológica y, por ello, casi nunca son lineales y fluidos ya que se van
generando con el tiempo (se van incorporando nuevos trámites, documentos, etc.)
y acaban siendo demasiado lentos y dibujando excesivos meandros. Por ello es
necesario que todas las organizaciones públicas, cada cierto tiempo, haga un
esfuerzo en la actualización y en la racionalización de los procedimientos
administrativos que consiste en hacer un diagrama muy visual que plasme las
rutas, los tiempos y las unidades tramitadoras de los mismos. Este diagrama
representa un diagnóstico en el que fácilmente se detectan los principales problemas:
unidades que participan varias veces en el proceso y que se podrían integrar en
una única participación, unidades que no aportan valor añadido al proceso,
trámites internos inadecuados o inútiles, excesiva demora en algunos tiempos de
tramitación (por ejemplo, en muchas ocasiones porque una autoridad se demora en
exceso en firmar el documento), etc. Es relativamente sencillo hacer una
propuesta de mejora con la que se logra un proceso mucho más lineal y fluido y
que recorta de una manera significativa el tiempo total de tramitación del
procedimiento y de los expedientes.
Por producción de servicios (servucción) se entiende la
prestación de todo tipo de servicios a los ciudadanos: información ciudadana,
servicios sociales, servicios sanitarios, culturales, deportivos, etc. El
elemento clave de la prestación de servicios es que hay un contacto directo con
los ciudadanos (front office) y que estos valoran tanto la calidad del
servicio prestado como la forma o manera en que se ha prestado el servicio. Por
ejemplo, un servicio de información puede ser impecable en cuanto a la calidad
de la información proporcionada (contenido del servicio) pero el ciudadano
considera que ha sido atendido con mala calidad ya que ha tenido que esperar
mucho para ser atendido, el empleado público ha sido antipático y va mal
vestido, la oficina tiene un aspecto lamentable, etc. (continente del
servicio). Los análisis de servucción prestan una especial atención a
variables como el tiempo de espera, amabilidad de los empleados, la imagen en
todas sus dimensiones, etc. ya que la particularidad es que el ciudadano entra
en una parte de la “fábrica” de producción de los servicios públicos y no solo
valora la calidad intrínseca del servicio sino también los elementos
extrínsecos que van asociados a cómo y en qué condiciones se ha prestado este
servicio. Finalmente, la calidad en la prestación de los servicios también
depende de que estén bien organizadas las unidades que participan en la
prestación del mismo pero que no están visibles (back office) y que vienen a
representar las “cocinas” de los servicios. Hay cinco elementos complejos que
caracterizan la producción de servicios y la diferencian de la producción de
bienes de consumo:
5 elementos complejos
5 elementos complejos
1.- La participación del consumidor en el proceso de servucción
y la selección de la ubicación de la prestación del servicio de acuerdo con la
segmentación del tipo de clientes. El servicio requiere la presencia del
cliente y del suministrador para que se pueda llevar a cabo. Esta presencia se
consigue, bien con el desplazamiento del ciudadano-cliente al lugar donde se
produce el servicio (como sucede habitualmente en la mayoría de las gestiones
que se deben hacer con la Administración pública), bien con el desplazamiento
del suministrador del servicio hacia la ubicación del ciudadano-cliente (como
sucede en determinados servicios sanitarios de urgencias). Esto condicionará la
dimensión del sistema del servicio, que será proporcional al número de clientes
potenciales de la zona. La consecuencia inmediata es que no se pueden
aprovechar sistemáticamente las economías de escala tal y como sucede en un
proceso de producción, puesto que el dimensionamiento no se hace por razones de
coste sino de proximidad obligada al cliente.
2.- La simultaneidad en la producción y el consumo del servicio
y la naturaleza perecedera de los servicios. Un servicio no es almacenable, ya
que la producción y el consumo del mismo se producen simultáneamente. Por tanto
no se puede satisfacer una demanda fluctuante mediante el uso del stock como
ocurre en los procesos productivos sino que hay que regular la demanda de forma
que ésta sea más uniforme, haciendo que ésta espere a ser satisfecha (formando
una cola) o regulando la capacidad adaptándola a estas fluctuaciones. La
capacidad del servicio es perecedera, esto es, la potencialidad de prestar
servicio de un sistema se pierde si el servicio no se usa. Esto se debe a la
imposibilidad de almacenar el servicio. Por ejemplo, en una oficina de
información turística de un Ayuntamiento que tiene la capacidad de servir a 40
ciudadanos en una hora, si durante una hora solamente han entrado 20 clientes,
habrá perdido irremediablemente la oportunidad de servir a los 20 clientes
restantes para lo que había sido diseñada la oficina. Tampoco es razonable
dimensionar a la baja el servicio porque entonces es posible que se produzcan
puntas de demanda y éstas no puedan ser satisfechas.
3.- La intangibilidad del servicio. Los servicios no son
realidades tangibles como los productos. A causa de esta naturaleza del
servicio, sólo se puede evaluar su calidad y conveniencia en el momento en que
son recibidos, aunque haya una serie de normas previas que intenten establecer
unos niveles de calidad. De hecho, la calidad de los servicios se
controla a posteriori, una vez ya han sido suministrados, mientras que la
calidad de los productos se controla a priori.
4.- La importancia del factor humano. Esta consideración se
puede resumir en una frase: «En los servicios públicos no se pueden tener
ciudadanos-clientes felices y empleados públicos desgraciados». La importancia
del factor humano es decisiva en el proceso de servicio. Influye en el
desarrollo del proceso, afecta en la obsolescencia del mismo y determina, al
final, la imagen del servicio. Por esta razón es muy importante potenciar los
elementos que favorezcan una formación adecuada y una elevada motivación de los
empleados públicos.
5.- La dificultad en la valoración del resultado. No hay
criterios homogéneos ni únicos para valorar los servicios. Cada caso debe
analizarse por separado. No obstante, sí es posible establecer un criterio
general: se puede evaluar el cambio que se produce en el ciudadano-cliente
cuando recibe el servicio, evaluación que corresponde al análisis
transaccional.
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