Por Manuel Alejandro Hidalgo. VoxPopuli Opinión.- Existe
una leyenda urbana sevillana que cuenta que esta ciudad del sur de España es
aquella de Europa donde mayor es la probabilidad de que un coche oficial te
atropelle. Este “chiste” tan habitual no refleja una supuesta inoperancia de
los conductores sevillanos de estos coches, sino que basa su intención en el
supuesto gran número de vehículos oficiales que operan en la ciudad. Esta broma
es la traducción a la especial forma de ver la vida de los andaluces de un
debate que, muy habitualmente, suele aglutinar las discusiones sobre la
eficiencia de las administraciones públicas en España: los costes de la descentralización
administrativa y financiera de dichas administraciones públicas españolas.
Palacio de San Telmo, Sevilla |
¿Qué
hay de verdad en estos argumentos que justificarían una política
re-centralizadora? Dado que dichos argumentos son variados, es necesario
ir por partes analizándolos por separado.
Sin evidencias
En
primer lugar, no existe evidencia de que la descentralización
implique en términos agregados un mayor gasto. En la figura mostrada a
continuación se puede ver claramente que lo importante para el volumen del
gasto no tiene que ser necesariamente quién tiene la titularidad de este ni
cómo se articula territorialmente, sino cuánto se gaste en función de las diferentes
políticas aplicadas. Es cierto que la descentralización puede llevar a la
ineficiencia por la existencia de algunas duplicidades. En ocasiones hay que
justificar al funcionario y la burocracia es un modo de hacerlo. Las
diversas ventanillas, una para cada administración dilata los procedimientos y
generan costes. El ansia regulatoria puede incrementar los costes en las
empresas que tratan de llevar a cabo su actividad. Para un ejemplo de lo que
comento, y que creo todos hemos experimentado en no pocas ocasiones de nuestra
vida, les recomiendo ver este vídeo de
un estimado colega, Ramón Iglesias, contando sus experiencias en el
programa de Jordi Évole. Sin embargo, sin ánimo de negar todas estas
cuestiones, lo cierto es que la simplificación administrativa y la eliminación
de duplicidades solo explicaría que algunas décimas o punto de gasto podría
recortarse. Es muy difícil argumentar que una mayor descentralización implique
un incremento desaforado del gasto, aunque fuera del todo deseable una extrema
simplificación administrativa y burocrática.
Distribución
del gasto público por administraciones en 2017. Fuente:
Eurostat
En
segundo lugar, tampoco parece que exista una relación negativa entre
descentralización y crecimiento económico. Sobre esta cuestión, hay numerosos
trabajos que han tratado de estimar la dirección del efecto. Los resultados, en
general, no sin una cierta diversidad de conclusiones, indican que una mayor
descentralización beneficia al crecimiento económico, eso sí, con ciertos
matices, como puede ser definir convenientemente qué competencias y cuántas se
transfieren. Estos resultados son tanto válidos para los países occidentales
como para países en desarrollo, aunque en especial más en estos segundos. Trabajos
como los de Henry Aray donde
se encuentra una relación positiva aunque condicionado por el número de
competencias, o el de Roberto
Ezcurra y Andrés Rodríguez-Pose, donde la evidencia es que el efecto
no parece ser significativo. También existen meta-análisis (resumen de
trabajos) como el de Lars P. Feld,
Thushyanthan Baskaran y Jan Schnellenbach, donde se resume que la
evidencia es en general positiva, aunque no concluyente ni definitiva.
Objetivamente, pues, según muestran la mayoría de trabajos, no parece que la
descentralización fiscal y administrativa sea negativa desde un punto de vista
meramente económico.
Corrupción
En
tercer lugar, y en cuanto a la corrupción, sí parece
existir una relación positiva entre ambas variables. Algunos
trabajos así lo señalan. Pero, sin embargo, como
argumenta Kajsa Karlström esta relación parece desvanecerse en
aquellos países donde la transparencia institucional y la calidad democrática
es mayor. Esto no significa que la verdadera culpable sea esta segunda, pues
cuando esto ocurre parece que la descentralización intensifica la corrupción,
sino que cuando la segunda se reduce, la primera no parece relacionarse con la
corrupción.
Sí
es en cambio cierto que la descentralización puede llevar a la ineficiencia por
la existencia de algunas duplicidades que dilatan los procedimientos
Evidentemente,
solo he tratado cuestiones relacionadas con variables económicas. Hay otros
argumentos que mueven este debate y que entroncan con aspectos y elementos
ajenos a la eficiencia o al gasto, como son el de identidad nacional o la
unidad del estado y que algunos entienden amenazada por la deriva
descentralizadora. También en elementos como la transferencia de políticas
sociales como pueda ser la educación. Sin embargo, para estas cuestiones
no menos importantes, cedo el turno a gente más cualificada.
Así
pues, el debate es rico y está lleno de evidencias que se pueden usar para
sustentar un análisis con base razonada. No parece, por lo que la evidencia nos
dice, que descentralizar sea intrínsecamente malo, más bien puede ser positivo
hasta lo que podríamos llamar un óptimo de competencias. Es obvio que esta
puede generar disfuncionalidades que generan costes y que deberían eliminarse,
pero no parece necesariamente que esta derive en un colapso ni económico ni
productivo de una región, como sería el caso de España. Respecto a la
corrupción, esta simplemente parece poder mejorarse simplemente actuando más
sobre parámetros generales para el conjunto del Estado que por el simple hecho
de que la política y la administración de un país esté distribuida por regiones
u otros niveles de gestión.
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