Por Víctor Lapuente. Opinión El País.- Los españoles soñamos con que todos los caminos nos
lleven a Dinamarca. Pero, de momento, nos conducen a Roma.
Eso apunta el reciente Índice de Calidad de Gobierno de la Comisión Europea,
que recoge las percepciones ciudadanas sobre imparcialidad, ausencia de
corrupción y calidad de los servicios públicos. No es un indicador objetivo,
pero está íntimamente ligado a casi cualquier medida de bienestar en una
sociedad, de la competitividad económica a la salud y la felicidad.
Retroceso y bajando posiciones
Y España va mal. Somos el país que ha caído más
posiciones: de la 14 (en 2013) a la 19. Estamos ya por debajo de Eslovenia,
Lituania y la República Checa. De la Europa Occidental, solo superamos a Italia
y Grecia.
España empeora y se vuelve más desigual. Somos, tras
Italia, el país con más diferencias regionales. Algunas comunidades autónomas,
como Cantabria, Navarra o el País Vasco, se encuentran por encima de la media
europea, al nivel de regiones alemanas, británicas o francesas. Pero los
ciudadanos de Cataluña, Valencia, Baleares, Galicia, Andalucía o Canarias dan a
sus Administraciones la misma nota negativa que los habitantes de regiones polacas.
Y este año, las dos Castillas y Madrid caen también por debajo de la media
europea.
Los responsables de las comunidades que suspenden se
escudarán en que este índice, basado en percepciones, no refleja la calidad
real de sus Administraciones. Pero, hasta que alguien invente un objetivo corruptómetro,
las opiniones subjetivas son la fórmula más usada por los expertos para medir
la calidad de gobierno. Y, aunque sean incorrectas, las percepciones importan,
pues son estas las que mueven a los inversores a apostar por un territorio. O a
los contribuyentes a pagar, y no evadir, impuestos.
Reformas institucionales de fondo
Para acercarnos a Dinamarca, España precisa reformas
institucionales de fondo. Pero nuestros políticos insisten en acusaciones de “y
tú, más” y medidas cosméticas contra la corrupción. La misma senda que tomaron
sus correligionarios italianos hace años: disputas partidistas y propuestas
electoralistas en lugar de un replanteamiento sereno del aparato
administrativo. Una vía muerta. @VictorLapuente
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