En el contexto europeo, España es el quinto país peor preparado para el teletrabajo. Madrid es la Comunidad Autónoma donde está más desarrollado el trabajo a distancia
Por Juan César Palomino, Juan Gabriel Rodríguez y Raquel Sebastián. Nada es Gratis blog.- La dramática irrupción del COVID-19 en nuestras vidas ha
puesto de relieve una pregunta largamente postergada: ¿cuál es la capacidad de
nuestro aparato productivo para trabajar desde casa? Las severas medidas de
confinamiento adoptadas por un número amplio de países, entre ellos España, han
hecho más por el teletrabajo en los últimos dos meses que todos los
llamamientos previos realizados para favorecer la conciliación familiar y la
lucha contra el cambio climático.
Ahora bien, dado el distanciamiento físico
que nos vemos obligados a mantener, es fundamental responder a las siguientes
cuestiones: ¿cuántos trabajos se pueden hacer desde casa en España?, ¿se ven
afectadas las comunidades autónomas por igual?, ¿cómo se distribuye el
teletrabajo por salarios, género, educación, edad y tipo de trabajo?Para
contestar a estas preguntas (para un análisis detallado por género ver aquí y aquí)
presentamos a continuación algunos resultados preliminares de nuestra
investigación sobre los efectos del distanciamiento en la desigualdad salarial
en Europa (Palomino, J.C., Rodríguez, J.G. y Sebastián, R. (2020): “Wage
inequality effects of social distancing in Europe”, mimeo).
El distanciamiento físico impuesto por los gobiernos para
limitar la propagación de la pandemia ha provocado un efecto asimétrico sobre
la oferta de trabajo: descontando las ocupaciones esenciales (servicios
sanitarios, transporte, venta de alimentos, etc.) solo aquellos trabajos que
puedan hacerse desde casa no verán impedido su ejercicio. Por tanto, evaluar
las consecuencias económicas del distanciamiento -sin tener en cuenta los
efectos posteriores que puedan sobrevenir por el lado de la demanda- exige como
mínimo calcular en qué grado las ocupaciones pueden ser desempeñadas desde
casa.
En un estudio reciente, los investigadores Jonathan Dingel y
Brent Neiman (ver aquí)
han encontrado que el 37 por ciento de trabajos en Estados Unidos pueden ser
realizados enteramente desde casa (ver también aquí). ¿Y en España? Siguiendo a
estos autores utilizamos hasta quince preguntas de la base de datos ocupacional
O*Net (elaborada por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos) tales
como, el trabajo ¿se realiza al aire libre? o ¿requiere realizar de manera
significativa actividades físicas? para calcular la probabilidad de
teletrabajar a nivel ocupacional. A continuación, utilizamos la European Labour
Force Survey (EU-LFS) del 2018 para adecuar esas probabilidades al contexto
europeo. En la Figura 1 mostramos las probabilidades de teletrabajar por
ocupaciones (ISCO-2 dígitos) en España, ordenadas en el eje horizontal por el
salario medio. Como era de esperar, los directivos, profesionales, técnicos y
personal de apoyo administrativo son los colectivos menos vulnerables al
distanciamiento. Además, se observa que las ocupaciones con mayor índice de
teletrabajo presentan salarios más altos.
España vs Europa
En el contexto europeo, España es el quinto país peor
preparado para el teletrabajo, siendo solo superado por Rumanía, Bulgaria,
Eslovaquia y Hungría. Por el contrario, los países mejor preparados son
Luxemburgo, Suiza, Suecia y el Reino Unido. Como se aprecia en la Figura 2, la
dispersión entre países es significativa, aunque no existe una dicotomía clara
entre el norte y el sur.
Figura 2. Índice de teletrabajo en Europa.
Fuente: EU-LFS (2018)
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Si nos centramos en España, por comunidades autónomas vemos
que Madrid con un índice de teletrabajo de 0.43 es la única región que está por
encima de la media europea (0.38), encontrándose después, aunque a bastante
distancia, Cataluña (0.36), Islas Canarias (0.33) y País Vasco (0.33). Por la
parte baja, tenemos a Castilla y León (0.24), Extremadura (0.25) e Islas
Baleares (0.25). Como se aprecia en la Tabla 1 la dispersión territorial del
teletrabajo en España, al igual que en Europa, es alta (ver mapa
interactivo aquí).
El distanciamiento impondrá unos costes económicos altos, pero la asimetría de
estos por regiones será quizás la nota predominante.
Las asimetrías no son, sin embargo, sólo de índole
territorial. En la tabla 1 también se muestra -por comunidades autónomas- el
índice de teletrabajo por género, tipo de trabajo (tiempo completo o parcial),
tipo de contrato (indefinido o temporal), y nivel educativo. De acuerdo con su
probabilidad para teletrabajar, las mujeres son menos vulnerables al
distanciamiento que los hombres a lo largo y ancho de todo el territorio
español. No obstante, la dispersión por regiones es de nuevo elevada, así la
diferencia entre ambos sexos va desde los 6 puntos porcentuales en Madrid hasta
los 45 puntos porcentuales en Navarra. Por tipo de trabajo, como cabía esperar,
los trabajadores a tiempo parcial o con contratos temporales presentan
probabilidades para teletrabajar mucho menores que sus homólogos a tiempo
completo o con contratos indefinidos. Por último, se observa una fortísima
relación positiva entre el nivel educativo y la probabilidad para teletrabajar
en todo el país. Mientras que la probabilidad de trabajar desde casa de un
trabajador con solo educación primaria es como máximo de 0.13 (Madrid), la de
un trabajador con estudios secundarios es 0.28 (Cataluña), y con estudios
universitarios de 0.61 (Madrid).
Fuente: EU-LFS (2018) y EU-SILC (2018).
Así las cosas, ¿existe alguna relación entre la posibilidad de teletrabajar y el salario percibido? En la Figura 1 ya vimos que aquellas ocupaciones en el tramo salarial más alto son las menos vulnerables al distanciamiento. Este resultado es aún más evidente por trabajadores. Utilizando la encuesta EU-SILC (2018) para España y nuestro índice de teletrabajo de la EU-LFS (2018), hemos ordenado a los trabajadores por su salario en percentiles. En la Figura 3, se comprueba el elevado nivel de correlación entre la posición ocupada en la distribución salarial y la probabilidad de poder trabajar desde casa. Los trabajadores con salarios más bajos son precisamente aquellos que tienen más difícil teletrabajar, esto es, no verse afectados por el obligado distanciamiento.
A nivel territorial la relación se repite: el nivel medio de
teletrabajo está positivamente correlacionado con el salario medio anual de las
comunidades autónomas (Figura 4, panel a). A este resultado hay que sumarle que
la desigualdad intra-regional en el índice de teletrabajo (según el índice de
Gini) tiende a estar asociada negativamente con el salario medio anual (Figura
4, panel b).
Por tanto, cabe pensar que va a haber un proceso de
divergencia. El shock de oferta inicial (confinamiento primero y distancia
física después) hará que la asimetría ocupacional de nuestro aparato productivo -muy volcado en actividades poco sustituibles por teletrabajo como el turismo y
la construcción- genere por si misma un mayor grado de desigualdad salarial en
España, tanto por trabajadores, como por regiones. El posterior shock de
demanda (caída en el consumo, ver aquí)
y los efectos de segundo orden de la oferta y demanda sobre el empleo no harán
sino amplificar esta tendencia hacia una mayor dispersión salarial (personal y
territorial). No estamos hablando, por tanto, solo de una importante caída
previsible de la renta per cápita en España (ver aquí),
también de un incremento igualmente significativo de la desigualdad tanto a
nivel de los trabajadores como de las comunidades autónomas de España.
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