Por Carmen Navarro Gómez. IDL-UAM.---La crisis del
COVID ha obligado a multiplicar las decisiones públicas que intentan paliar sus
efectos en todos los ámbitos -sanitario, social y económico- y en todos los
niveles de gobierno. Las rotativas (digitales) de los boletines oficiales están
estas semanas a pleno rendimiento y no hay día en que no nos levantemos con una
nueva medida o la revisión de una anterior.
Como es lógico en
estos momentos de rapto centralizador, el foco de la atención pública y
mediática se dirige al nivel central de gobierno, pero no podemos perder de
vista la acción de los gobiernos locales. Los que seguimos sus actuaciones
constatamos que están siendo particularmente activos en el despliegue de
estrategias para hacer frente a la pandemia. Su acción posee diversidad y
alcance y contempla desde ayudas sociales, bonificaciones fiscales, retraso o
rebaja en el pago de tasas e impuestos hasta la actuación sobre el espacio
público, pasando por las medidas de reactivación económica, la modificación de
presupuestos, la provisión de equipos informáticos a las familias para reducir
la brecha digital, la inversión en obras para dinamizar el empleo o el
lanzamiento de premios a iniciativas emprendedoras en la lucha contra la
crisis. Se combinan estrategias clásicas de políticas públicas con otras más
innovadoras y la casuística es inagotable.
En un intento de
agrupar todas estas acciones en categorías para poder avanzar un análisis, en
la tabla de abajo nos servimos de la clásica tipología NATO (Hood, 1986) de
instrumentos de políticas públicas para poder identificar las distintas
modalidades de actuación. Esta tipología clasifica las técnicas de intervención
pública en cuatro grandes categorías según el tipo de recurso gubernamental al
que se recurre para la acción. Así, se distingue entre a) instrumentos basados
en la activación de información para
asistir, concienciar o exhortar (Nodality), b)
instrumentos basados en la autoridad (Authority) que activan poderes
legales para disciplinar conductas, c) instrumentos basados en la activación de
recursos económicos a través de transferencias a
ciudadanos o empresas o de éstos a las administraciones públicas
(subvenciones, bonificaciones fiscales, tasas, impuestos, etc.) (Treasure) y d) instrumentos
basados en la organización (Organization). La tabla 1 recoge
las medidas más típicas que se han adoptado para luchar contra la pandemia; no
es una lista exhaustiva pero sí representativa de las estrategias municipales.
A partir de esta
sencilla ordenación y a la espera de análisis más completos y sistemáticos, ya
aparecen algunos rasgos interesantes que representan muy bien los activos de la
acción municipal, a saber:
-Destaca la
diversidad y riqueza de los instrumentos basados en la organización. Esta categoría
engloba tanto los mecanismos de re-organización en el funcionamiento del
gobierno y la administración como la propia provisión de servicios. A ambos han
recurrido los ayuntamientos en este periodo, transitando desde el primer día
hacia fórmulas del teletrabajo y reuniones telemáticas de los órganos
municipales. Han sido también los primeros en reforzar sus alianzas con la
sociedad civil y el tercer sector para llegar mejor a colectivos vulnerables y,
sirviéndose de su experiencia previa en la interacción con la sociedad civil,
han establecido foros, comisiones o grupos de trabajo para diseñar planes de
recuperación. La variedad en esta categoría demuestra la eficiencia en la
adaptación a nuevas circunstancias de las administraciones locales, de las que
siempre se ha afirmado que disponen de mayor capacidad de innovación
institucional que el resto de los niveles de gobierno.
-No sorprende
-porque los ayuntamientos ya nos tienen acostumbrados a ello- observarlos
actuar allí donde detectan las necesidades más acuciantes de su población.
Las transferencias en forma de
ayudas a colectivos vulnerables y a autónomos, bonificaciones fiscales,
aplazamientos o exención de pagos de impuestos o tasas o los reajustes
presupuestarios para paliar la emergencia social son todos ellos instrumentos
que están siendo activados de forma generalizada. Su condición de
administración más cercana al ciudadano y su conocimiento del territorio les
permite identificar estas necesidades eficazmente y su estrecho contacto con la
realidad social les impide ignorarlas, pese a que gran parte de esta acción se
proyecta sobre campos (social, promoción económica) sobre los que los gobiernos
locales no tienen competencias fuertes y blindadas.
-Y resulta lógico
comprobar que la lista más corta de medidas se refiere a los instrumentos
de autoridad. Este campo lo ha
ocupado por completo el gobierno central a través de la declaración del estado
de alarma y sus disposiciones de desarrollo. Las medidas aquí se limitan a
pautar las condiciones de uso de los espacios públicos, particularmente en los
entornos urbanos.
En suma, también
en una crisis sin precedentes como la actual y pese a la reducción que
experimentaron en su autonomía a comienzos de la década, los gobiernos
municipales están haciendo lo que mejor saben hacer: adaptarse rápidamente a
las circunstancias cambiantes sirviéndose de su conocimiento preciso del
territorio (el fenómeno conocido como the genius of the place).
Innovación y resiliencia, nada nuevo bajo el sol.
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