Post relacionado: Las webs del Coronavirus (I): ¿qué puede hacer la web gubernamental contra la pandemia? Por Sergio Jiménez. Analítica Pública Web
Por Carles Ramió. EsPúblico blog.- El desarrollo económico, social e institucional de un país
depende, entre otras variables, de sus mecanismos de colaboración
público-privada. Se trata de unos sistemas de conexión cruciales para la
calidad de los servicios públicos, el desarrollo y modernización de las
administraciones públicas y la competitividad de una parte importante del
tejido empresarial de un país. Sirva como indicador de la amplia conexión entre
el ámbito público y el privado en España el dato que las administraciones
públicas contratan al sector privado por un volumen de más de 200.000 millones
(cerca del 18,5% del PIB). Contratos para realizar infraestructuras públicas,
pero también otros tipos de contratos, como externalizaciones de servicios
públicos, conciertos sanitarios y educativos, y partenariados público-privados.
Las interacciones entre el sector público y el privado van a
experimentar cambios e incrementos cuantitativos y cualitativos durante la
próxima década. La modernización de las administraciones públicas va a
vehicularse, entre otras medidas, por una profundización en estas conexiones.
La implantación de la inteligencia artificial y la robótica en el sector
público solo podrá implantarse mediante la colaboración con las empresas del
sector. Es evidente que para el desarrollo y competitividad de un país es necesaria
la modernización de su sector público y la modernización de su sector privado
mediante lógicas de colaboración y cooperación entre ambos.
Pero en España las lógicas de colaboración público privada
nunca han sido pacíficas sino más bien conflictivas. Se ha ido generando una
desconfianza mutua. Sirvan como indicadores de estos desencuentros la nueva ley
de contratos basada en la desconfianza y las recientes estrategias políticas de
republificación de determinados servicios públicos. La colaboración público-
privada es muy poco fluida, eficaz y eficiente si existe una desconfianza
estructural y cultural entre el sector público y el sector privado. Además, la
desconfianza impide profundizar y avanzar en sistemas de colaboración más
sofisticados como los partenariados público-privados.
Cuando hay desconfianza se impone una burocracia perversa
que no aporta valor ni en capacidad de planificación, ni control ni evaluación.
Una burocracia que encarece los costes de transacción y de transición que
dificulta la calidad de los sistemas de colaboración y corporación y, por
tanto, la calidad de los servicios públicos.
El objetivo de estos dos artículos es reflexionar y aportar
un conjunto de propuestas para lograr la complicidad entre las administraciones
públicas y el tejido empresarial que colabora y trabaja para las mismas. El
objetivo final es la mejora de los servicios públicos y la modernización de la
Administración pública basada en los aportes imprescindibles de un tejido
empresarial que también deberá modificar sus mecanismos de interacción con el
sistema público.
Para lograr estos objetivos se tendrán que modificar las
percepciones y las prácticas tanto de los actores institucionales (políticos y
empleados públicos) como de los actores privados. Sin ánimo de ser exhaustivos
sirvan de ejemplo algunos problemas y déficits en las lógicas de colaboración
público privada en nuestro país tanto imputables a las administraciones
públicas como a las empresas privadas colaboradoras.
Déficits y problemas de las administraciones públicas:
-Las administraciones públicas recurren, en muchas ocasiones,
al sector privado de manera reactiva y no proactiva. Posen un problema o la
necesidad de prestación de un determinado servicio y buscan la ayuda del sector
privado. Pero antes no realizan la labor de definir con rigurosidad el problema
y/o las necesidades del servicio ni analizan el mercado privado susceptible de
colaborar. En definitiva, ceden la agenda al proveedor privado y no ejercen la
función de principal. A partir de aquí es imposible que funcione con fluidez
esta relación ya que la propia Administración se siente incómoda y entra en una
lógica de desconfianza al manifestarse incapaz de dirigir, controlar y evaluar
la contribución de la empresa o de las empresas privadas. La paradoja es que
esta situación que molesta a la Administración ha sido propiciada por ella
misma.
-Las administraciones públicas se relacionan con el tejido
empresarial no como una unidad sino con una lógica esquizofrénica. Los cargos
políticos poseen unos objetivos y anhelan unos tiempos de gestión muy distintos
a los que defienden los empleados públicos. Esta carencia de estrategia común
de carácter institucional la tienen que absorber las empresas proveedoras que
quedan desconcertadas y se manifiestan algo recelosas con esta colaboración tan
singular.
-La mala cultura política de determinados cargos políticos y
formaciones políticas con derivas corruptas inciden sobre el tejido empresarial
que se siente desprotegido y con inseguridad jurídica. La corrupción política
es tan dañina para la Administración como para las empresas que prestan sus
servicios a la misma.
-Los empleados públicos, ante la situación anterior, se
sienten desprotegidos y también con inseguridad jurídica y se defienden con una
sobreactuación de carácter burocrático. Los anticuerpos de una burocracia
formal excesiva no son capaces en la práctica de combatir determinadas derivas
corruptas y, paradójicamente, logran incrementar los costes económicos de la
colaboración público-privada y dificultan una buena prestación de los servicios
públicos.
El resultado final es que es usual que las administraciones
públicas culpen en exclusiva a las empresas privadas cuando una colaboración
con las mismas no ha sido exitosa (no alcanza las expectativas). No suelen ser
conscientes que cuando estas colaboraciones fracasan las culpas, cuando menos,
suelen estar repartidas y que, en la mayoría de las ocasiones, la mayor parte
del fracaso es imputable a la propia Administración pública que no ha sido
capaz de planificar y controlar esta colaboración, que ha interaccionado con el
sector privado de manera errática o, en algunos casos excepcionales, han
participado incentivos políticos heterodoxos o corruptos.
Déficits y problemas de las empresas privadas que colaboran
con el sector público:
Con los problemas relatados en el apartado anterior es muy
difícil que las empresas proveedoras de servicios públicos puedan actuar de
manera estrictamente racional y profesional. Pero algunas empresas, ante estos
incentivos negativos han tenido la capacidad de adaptarse y han contribuido de
manera decida al fracaso de estas colaboraciones.
-Muchas empresas proveedoras de servicios públicos han
aprovechado los déficits en planificación y unidad de criterio de las administraciones
públicas para imponer su propia agenda y han priorizado sus ganancias
económicas por encima de unos mínimos estándares de calidad en las
contraprestaciones o en los servicios públicos objeto de atención.
-Algunas empresas han caído en la trampa de las lógicas
corruptas de determinados cargos políticos y formaciones políticas.
Excepcionalmente algunas empresas se han especializado en estos incentivos y
los han promovido.
-Algunas empresas ante la sobreactuación de burocracia formal
de las administraciones públicas han respondido también con más burocracia
formal y han entrado en el proceloso mundo de los litigios. Hay empresas que
invierten más en asesoría jurídica que en la propia prestación del servicio
público.
-Algunas empresas han estresado el sistema buscando excesivas
ganancias desprofesionalizando sus aportaciones y, por tanto, yendo en
detrimento de la eficacia y de la eficiencia de la colaboración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario