Por Juan Luis Redondo. Blog Hay Derecho.- Es difícil no hablar en estos días de la pandemia provocada por el coronavirus que sufre el mundo y con particular virulencia España. De hecho, cualquier otro tema que no sea el coronavirus ha pasado a un segundo plano en el que es difícil que cualquier otro asunto pueda captar siquiera un poco de atención.
Sin duda se ha escrito mucho sobre el coronavirus desde el
punto de vista epidemiológico, médico y sanitario. Se ha escrito sobre la
prevención, los riesgos, la evolución, … No soy médico, y por tanto no es mi
pretensión aportar nada en ninguno de esos temas. Pretendo aportar algo de
reflexión desde otro punto de vista, la utilización de la tecnología digital
para combatir esta pandemia, o más bien mi sorpresa al comprobar la total
ausencia a los recursos tecnológicos. La primera gran pandemia global del siglo
XXI, profundamente relacionada con las características de la vida y la sociedad
del siglo XXI, como son las grandes urbes y la interconexión e interdependencia
entre todos los países, se está combatiendo con las mismas herramientas
tecnológicas que se habrían utilizado en el siglo XX. Veamos.
Empecemos por lo más básico. Cuando surge la situación de
alarma entre la población, la reacción de las Administraciones, además de la
gestión médica y sanitaria, es …. habilitar un número de teléfono para atender
las dudas, y para gestionar las citas para las pruebas de infección por el
coronavirus. Habilitar un número de teléfono es básicamente la misma tecnología
que se habría utilizado en los años 90. Aún con toda la evolución tecnológica
de los call centers en los últimos años, y la buena voluntad de todas las
personas que atienden el teléfono, el resultado ha sido el previsible. Todos
los números están colapsados, las redes sociales se han llenado de gente indignada
porque se pasa horas y horas esperando a que le atiendan. También puedo
imaginar que las personas que contestan este teléfono estarán mostrando toda su
paciencia con la indignación y la desesperación de las personas que llevan
horas intentando hablar con ellas.
Es el eslabón más básico. No es muy complicado de solucionar
Países como Corea del Sur o Singapur desde el inicio de la crisis adoptaron
soluciones algo más avanzadas. Una App o una Web es la solución perfecta para
este tipo de situaciones. Una App que se descargue en el móvil que permita
fácilmente recoger los datos, hacer las preguntas de protocolo adecuadas, y
gestionar la cita para la prueba. La misma tecnología que la práctica totalidad
de los hospitales y centros de salud han incorporado como parte de su proceso
de digitalización para la cita de los pacientes. El desarrollo de una App de
esas características puede realizarse de forma muy rápida, porque son muchas
las experiencias en situaciones similares. Sorprende que aún se siga insistiendo
en llamar a un número que no hace sino exasperar a la población. Es verdad que
no toda la población podría manejar una App, pero solo con que la utilizase la
población experimentada se liberaría el teléfono para los que realmente lo
necesitan.
Si seguimos subiendo el nivel de dificultad, afrontamos el
proceso de realización de las pruebas diagnósticas. Esta mañana he
leído uno de los artículos publicados en un periódico nacional donde detallaban
la forma como se están realizando. Asombroso. No por la profesionalidad y
valentía del personal sanitario, sino por la ineficiencia del proceso. Si los
sanitarios tienen que desplazarse a la casa de cada posible infectado,
protegerse antes de entrar en la casa, y realizar la prueba, podemos esperar
que a lo largo de un día un equipo de sanitarios no pueda realizar más de …
quizás 10 pruebas. Obviamente sería mucho más eficiente que las pruebas se
hiciesen en los centros de salud, pero el riesgo de contagio a otras personas
obliga a descartar esta opción. De nuevo la solución tampoco es compleja. Aquí
países como Alemania y
de nuevo Corea del Sur han implementado soluciones más eficientes: pruebas en
los coches habilitando zonas de “drive in”. Algo de nuevo muy sencillo. Donde
antes solo puedes hacer un número muy reducido de pruebas, pasar a poder hacer
… 100, 200 incluso 500 pruebas por un equipo en un día. Seguro para los
sanitarios, y seguro para las personas que deben realizarse la prueba. Lo que
realmente precisa una situación como la que atraviesa una ciudad como Madrid.
En este caso no hablamos de tecnología punta. Hablamos de ingeniería de
procesos, y de tecnología básica. De nuevo la app de citación, la habilitación
del espacio adecuado y la tecnología básica de identificación es suficiente. A
mayor número de pruebas, con detección más temprana de casos positivos, mayor
posibilidad de aislamiento y de tratamiento eficiente.
Hasta aquí todo parece bastante sencillo. Sorprende que no
se estén aplicando estas medidas no ya en España, sino en todos los países
europeos. Avancemos en el nivel de dificultad. Si algo han demostrado otras
pandemias, como fue la del virus zika en el año 2016, fue el poder de los datos
para mejorar la contención y aplicar las mejores medidas en cada momento. En
este caso la decisión es más compleja. Los datos ideales para una pandemia como
el coronavirus supondrían que cada persona identificada está localizada, y que
sus movimientos en los días previos a la constatación de una infección pueden
ser igualmente identificados para una alerta temprana a las personas
implicadas. Como en tantos otros aspectos afrontamos el difícil equilibrio
entre el derecho a la privacidad de las personas, y en este caso, el interés
general por contener la expansión de una enfermedad. ¿Cuánta gente estaría
dispuesto a autorizar que una app realizase el seguimiento de sus movimientos
para, en caso de contagio, controlar las cuarentenas, y avisar a las personas
que podrían haber estado en situación de riesgo? Probablemente esa pregunta
realizada hace 15 días habría dado un porcentaje cercano al 0%. Si esa pregunta
la realizásemos hoy en alguna de las zonas más afectadas, como puede ser
Madrid, quizás la respuesta podría sorprendernos.
El interés general
En cualquier caso, la pregunta sobre qué debe prevalecer, la
privacidad o el interés general de contener la expansión de una enfermedad es
algo que deben hacerse los países, y en particular las democracias
occidentales. Países como Singapur o Corea del Sur no han tenido dudas a la
hora de aplicar estas medidas. De nuevo la tecnología no es el freno. Es una
tecnología relativamente sencilla que conjuga la geolocalización con la
identificación, y que complementada con técnicas de big data se han mostrado
muy eficaces para aplicar protocolos de contención y adoptar medidas en
aquellas zonas donde son más necesarias. La decisión no es sencilla para una
democracia como la española, pero es el tipo de debates que de nuevo merece la
pena tener.
El ex primer ministro italiano Matteo Renzi, en una entrevista
realizada en el periódico El País el 12 de Marzo deslizaba una frase
que incita a la reflexión y la preocupación: “Italia es el primer país que está
viviendo esta experiencia desde el punto de vista de una democracia occidental.
China ha reaccionado de forma muy eficiente pero no es una democracia. Creo que
la experiencia de Italia le resultará muy útil al resto de países con contagios
para aprender tanto de las cosas que han funcionado, las cuarentenas y ampliar
las restricciones a todo el país, como de los errores cometidos.”. Deslizar la
idea de que las democracias pueden ser menos eficientes en la batalla contra
una pandemia como la creada por el coronovirus es un mensaje inquietante que no
podemos permitirnos. Pero para eso hace falta hacer mucho más que lo que hasta
ahora han hecho las democracias occidentales.
En las últimas semanas tanto la Comisión Europea como los
gobiernos de todos los países europeos han mostrado su convicción de la
necesidad de abordar el proceso de transición digital con el anuncio de una
estrategia digital de ámbito europeo. La digitalización es algo más que
palabras, e incluso algo más que tecnologías como el 5G o la nube, y más que un
extraordinario impacto en la productividad de las empresas. La digitalización
es un proceso que puede tener un impacto extraordinario en el bienestar de las
sociedades, y en las batallas contra los desafíos del siglo XXI, como son las
pandemias creadas por un coronavirus.
Sin duda no es la digitalización lo que nos está ayudando a superar la crisis
en esta ocasión, sino el extraordinario avance en la ciencia médica y la
organización sanitaria, a lo cual tenemos que estar infinitamente agradecidos;
pero no deja de sorprender el escaso apoyo en otras tecnologías que pueden
multiplicar la eficacia de las medidas epidemiológicas y sanitarias.
Sin duda las medidas anunciadas por el Presidente del
gobierno el 12 de Marzo, encaminadas a paliar tanto los efectos económicos como
el riesgo sanitario son importantes, pero ignorar este otro tipo de medidas
mucho más sencillas y muy eficientes no deja de sorprender. Esperemos que aún
estemos a tiempo de tomarlas en consideración.
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