El programa socialista de cambiar las oposiciones y el
escándalo con la prueba de los docentes avivan el debate. Los defensores del
sistema defienden que frena el amiguismo
Su experiencia, que explicó en Twitter, contrasta con la de su pareja, que está
preparando oposiciones al Ministerio de Justicia en España. Ella ha tenido que
dejar de trabajar durante años para centrarse en un temario que no valora sus
ocho años de experiencia como abogada. "En España no se sabe cuándo
sacarán las plazas y quien decide presentarse tiene que dejar de trabajar o
no sé cómo se pueden organizar con temarios tan amplios, y menos si tienes
obligaciones familiares". En este país, critica Díaz Lanchas, los
opositores pasan años preparando los exámenes, a veces los mejores de su vida,
memorizando temarios en un sistema obsoleto, desigual e ineficaz.
Su conocimiento del sector viene de largo. "Hace unos
años me encargaron unos temas para la oposición a un cuerpo superior del
Estado. Me parecía absurdo tener a alguien dos años de su vida estudiando lo
que yo había escrito. No se miden muchas capacidades de la persona como las
habilidades para negociar. Además, no se valora la experiencia laboral
previa. La idea de memorizar leyes tendría sentido hace 30 años, pero hoy donde
todo está a un golpe de clic no tiene especial interés. Las leyes a veces son
antiguas y otras son modificadas". No es solo que, en su opinión, la
oposición no selecciona bien, sino que deja a miles y miles de jóvenes
brillantes rezagados en el mercado laboral si en el examen tienen un
mal día. "Si no saca la oposición, la persona sufre un ajuste brutal en su
carrera. Volver a engancharse es duro: te deprecias y encima con un estigma
negativo".
El presidente de los altos funcionarios, FEDECA: "El sistema
deja a gente buena fuera y puede que no valore todas las competencias, pero
pocos malos entran"
Su testimonio ha tenido eco porque llega en un momento en
que el sistema de acceso a la Función Pública y toda la carrera de los
funcionarios está en cuestión. El Gobierno del PSOE, que en su programa electoral ya se comprometió a
"modificar el acceso al empleo público", "revisar sistemas,
pruebas y programas para reducir el componente memorístico, valorar la
experiencia profesional previa e introducir periodos evaluables de formación y
prácticas", ha encargado un informe para modernizar la Administración al
exministro Jordi Sevilla.
El caos en las oposiciones a secundaria, con notas
sospechosamente bajas y sin ninguna trasparencia, con miles de familias
preguntándose qué ha pasado, ha abonado el debate. ¿Realmente el acceso al
sector público es igualitario, útil y justo? A grandes rasgos, hay unanimidad
en una cosa: el sistema de acceso es mejorable. Pero frente a muchos expertos
que proponen derribar el sistema y empezar de cero, entre los funcionarios, los
que en su día aprobaron, muchos defienden que el sistema evita el
amiguismo y el enchufismo —un mal endémico español—y que el resultado no
es tan malo. Lo resume en una frase Jordi Solé Estalella, presidente
de Fedeca, la
federación de altos funcionarios: "El sistema actual de oposiciones deja a
gente buena fuera, pero son pocos los malos que entran".
Rafael Jiménez Asensio, consultor de instituciones públicas
de larga trayectoria, es de los expertos que no ahorra críticas: "El
sistema actual de oposiciones es más viejo que el crimen" y está
"totalmente obsoleto". "Está basado en un patrón
decimonónico en el que básicamente se memorizan contenidos para cantarlos
ante un tribunal". En su opinión, este proceso de selección no filtra a
las personas más aptas para cada puesto, sino a aquellas capaces de memorizar
grandes cantidades de información.
El PSOE se comprometió a "revisar sistemas y pruebas
para reducir el componente memorístico y valorar la experiencia profesional
previa"
Sin embargo, continúa, las habilidades que se necesitan hoy
en día en plena revolución digital no están cubiertas. Pone como
ejemplo las plazas de administrativo. "Siguen convocando plazas para
trabajos que van a desaparecer en unos años". "¿Qué buscamos,
personas que resuelvan problemas con las herramientas que están al alcance de
todos o empleados con manguito que sepan buscar en repertorios de papel la
norma aplicable?", se pregunta.
Jiménez Asensio sabe de lo que habla: ha sido alto
funcionario en el País Vasco, profesor de la Escuela Judicial, ha impartido
clases en varias universidades y trabajado como consultor para administraciones
públicas y gobiernos como el de la Generalitat. Cree que es uno de los grandes
desafíos que afronta España y un tema al que casi nadie presta atención.
"Esto nos va a generar un problema enorme en el futuro. No se tienen
en cuenta competencias digitales, ni idiomáticas, que deberían ser
imprescindibles. Y luego las llamadas habilidades blandas: iniciativa, creatividad,
pensamiento crítico, lo realmente importante en una sociedad en la que las
máquinas acabarán haciendo todo el trabajo mecánico y el valor añadido del
hombre quedará reducido a este tipo de talentos que se pueden identificar con
test de personalidad, de creatividad...".
El presidente de Fedeca ve la botella medio llena. Solé
Estalella, inspector de Hacienda que además de presidir la federación de los
altos funcionarios prepara a opositores, admite que hay margen de mejora pero
que ni mucho menos el panorama es tan malo. "Decimos de las oposiciones lo
mismo que Churchill decía sobre la democracia: 'No es el mejor sistema pero es
el menos malo". "Es verdad -añade- que en los cuerpos superiores,
donde tenemos vocación de directivos, la memoria no te avala las destrezas.
Debemos superar estos errores, pero sin caer en un sistema que no prime mérito
y capacidad".
El debate está abierto y Fedeca ha creado un grupo de
trabajo para analizar posibles mejoras, pero nunca derribando todo. Su temor es
que un sistema mucho más flexible, que en entrevistas se valore la experiencia
laboral o destrezas menos medibles en un examen, se preste al enchufismo.
"El sistema deja a gente buena fuera y puede que no valore todas las competencias,
pero pocos son los malos que entran. Quien ha hecho la oposición al menos ha
demostrado tesón, capacidad de concentración, ambición, vocación de
servicio público, capacidad de sacrificio...", añade.
España no es un caso aislado. Otros países han superado ya
la discusión. Irlanda o Canadá, por ejemplo, revisan constantemente sus
sistemas de selección del funcionariado. En Bélgica, cuya Administración es una
pesadilla al menos para los muchos expatriados que viven allí, se llevó a cabo
una ambiciosa reforma (llamada Copérnico) entre 1999 y 2004 partiendo de
"la constatación de que la función pública se hallaba paralizada por
una estructura formal, rígida, ineficaz y costosa para el
contribuyente". Desde entonces los belgas emplean test de razonamiento
numérico y verbal, cuestionarios sobre aptitudes de planificación, entrevistas
estructuradas, ejercicios en los que se evalúa la reacción del candidato ante
determinadas situaciones, o la resolución de supuestos prácticos en grupo.
Clara Mapelli, administradora civil del Estado y recién
nombrada secretaria general Técnica del Secretariado del Gobierno de Pedro
Sánchez, ha escrito bastante al respecto. Uno de sus últimos trabajos
académicos consistía en repasar las principales innovaciones en materia de contratación
pública emprendidas por países del entorno. Concluía que España necesita virar
hacia un modelo de competencias "centrado en la identificación de las
capacidades y comportamientos requeridos para un desempeño óptimo de cada una
de las profesiones", que se debería hacer "una intensa labor de
captación del talento, lo que obligará a diseñar estrategias para conseguir
atraer a los mejores perfiles al sector público" y ponía como ejemplos a
Bélgica, Reino Unido, Irlanda y las instituciones europeas.
La crisis económica redujo al mínimo las plazas que salían
en oposiciones y orilló el debate. En ese tiempo, la Administración fue tirando
de interinos. Eso ha contribuido a frenar la modernización del servicio público
español y ahora las costuras lo sufren. "Los sindicatos presionan para que
los interinos tengan prioridad y se les aplantille, pero muchos han entrado sin
apenas pruebas, o con pruebas muy poco rigurosas. Deberíamos meter a los
mejores, no a los que llevan un tiempo de interinos, sin embargo, hay
unas 400.000 personas ahora mismo en proceso de consolidar sus plazas",
opina Jiménez Asensio. "En España", continúa, "todo depende del
Derecho y la Administración aún más, pero en cinco o seis años se van a
necesitar urgentemente otros perfiles: matemáticos, físicos, ingenieros,
expertos en sistemas, tratamientos de datos... Tendrá que haber juristas y
economistas, pero estas son profesiones en declive".
Bélgica reformó su sistema al constatar que "la función
pública se hallaba paralizada por una estructura formal, rígida, ineficaz y
costosa"
Mientras los expertos debaten, miles y miles de opositores
se han dado de bruces contra un sistema que consideran opaco y arbitrario. Ha
ocurrido en las oposiciones a secundaria, donde se ha producido lo que califican
como "una escabechina": un porcentaje inusualmente alto de suspensos
en la primera prueba, cercano al 90% en algunos casos. Lo que parecía un
problema circunscrito a Murcia, se reprodujo en Madrid, Extremadura, Andalucía
o Castilla- La Mancha. El número de aprobados, denunciaban los alumnos, ni
siquiera daba para ocupar todas las plazas convocadas porque la criba había
sido implacable. En pocos días se han organizado incluso asociaciones de
protesta como la Plataforma Estafa Oposiciones Docentes Madrid.
Javier se presentó a una plaza de Geología y Biología que
lleva años ocupando como interino y sacó un cuatro sobre 10. "Llevo cinco
años sin parar de estudiar. Es incomprensible". Él, como otros miles de
candidatos, también exigen una modernización de su evaluación que se adapte a
las necesidades reales que se encuentran en las aulas. "En mi día a día
como profesor necesito formación en muchas cosas pero no me sirve para
casi nada lo que tengo que prepararme para la oposición. Y no es porque haya
sacado un cuatro y tenga una rabieta, esto es algo que decía también
antes", asegura.
En su opinión, se les da mucha importancia a cosas como
faltas de ortografía menores. "En la anterior convocatoria me restaron un
punto entero por poner la palabra universo con la primera letra en mayúsculas.
La había puesto dos veces con minúsculas en un examen de muchos folios y se me
pasó. ¿Realmente es tan grave?". A cambio, insiste, el temario está
completamente obsoleto a nivel científico ("en mi especialidad, que ha
avanzado mucho con la genética, etcétera, no se toca desde 1992"). Y
tampoco se ajusta a las necesidades del trabajo. "Al final los que pagan
son los niños, que tienen profesores desmoralizados que dedicamos un montón de
tiempo a estudiar cosas que no nos sirven después. Es una falta de recursos y
energía interminable. Deja fuera a muchos buenos profesores y permite que entre
gente que no está cualificada para lo que realmente es el trabajo", dice.
"En España no están cubiertas las habilidades que se necesitan hoy en
día", comenta Jiménez Asensio.
"Todo depende del Derecho y la Administración aún más,
pero unos años se van a necesitar físicos, matemáticos, ingenieros, expertos en
datos..."
Hay tantos tipos de oposiciones que es complicado unificar
el diagnóstico. Edmundo Bal Francés es abogado del Estado y prepara a
opositores desde hace años a ese prestigioso cuerpo. Considera que este es un
debate Guadiana, que va y viene. Suele reaparecer cuando el PSOE llega al poder
(el PP se nutre más de estos cuerpos y tiende a defender el sistema vigente).
"Tenemos a un montón de compañeros en excedencia en el sector privado y
exopositores que no aprobaron en su día y que ahora tienen su despacho, son
empresarios. Ahora mismo tenemos cero exopositores en el paro. En vez de
doble grado y máster en el extranjero, muchos despachos prefieren a un
exopositor aunque no sacara la plaza. Si el mercado valora esta formación,
¿quién puede decir que las oposiciones están mal?". Además de los abogados
del Estado, inspectores de Hacienda, técnicos comerciales del Estado, letrados
de Cortes... tienen jugosas ofertas del sector privado.
Un director de un importante despacho de Madrid confirma que
ficha opositores aunque no aprobaran. "Alguien que en plena juventud llega
con buenas notas y se encierra a estudiar me interesa. Las puede no haber
sacado por mala suerte o por un mal día, pero ese carácter marca". Las
oposiciones a abogado del Estado no son precisamente modernas. Incluyen pruebas
de memoria, pero no solo eso: hay un último ejercicio en el que en ocho horas
tiene que preparar un dictamen. Se realiza en una sala sin internet. Hay un
ordenador con la base de datos del Aranzadi y hay que escribirlo a
bolígrafo. Los más brillantes las aprueban en dos o tres años aunque lo normal
es estar cuatro años estudiando. Se empieza estudiando ocho horas diarias seis
días a la semana y los últimos meses no hay tregua.
"La memoria es importante. Hay que saberse las leyes,
si no ¿cómo razonas? No hay otra manera de ser abogado del Estado", añade
Bal, quien matiza que la oposición incluye otro tipo de ejercicios como el de
los dictámenes que descartan que solo eso cuente. Solé Estalella admite que, a
veces, preparando inspectores de Hacienda ve a gente brillante pero sin la
capacidad para memorizar o recitar esa cantidad de información. "Algunos
tienen problemas para exponer en público, pero es que los altos funcionarios en
algún momento de su carrera van a tener que hacerlo".
"La memoria es importante. Hay que saberse las leyes,
si no ¿cómo razonas? No hay otra manera de ser abogado del Estado"
Otro Técnico de la Administración Civil (TAC) defiende el
sistema de cantar temas: "La memoria no es mala, ¿eh? Además, cuanto
más memorística es la oposición, más igualitaria; cuanto menos, más arbitraria.
En TAC el tribunal dialoga con el opositor y saber si ha cascado el tema sin
haber entendido nada". Este, que pide el anonimato, añade que frente a las
críticas al sistema de oposición han crecido gateras de entrada a la
Administración más flexibles y favorables a los partidos: "Al final crean
plazas que acaba consolidando personal de confianza sin oposición".
La cantidad de años que requiere acceder a un alto cuerpo
del Estado en España es otro de los factores que acapara críticas porque lo
convierte en un sistema elitista, en una selección entre las mejores familias,
un sacrificio para las familias humildes que tiene dificultades para tener a un
hijo preparando durante años una oposición. En eso coinciden todos los
consultados. Pero Bal cree que no es un problema de la oposición, sino de
la falta de becas. "Con Caamaño de ministro dieron 30 becas para preparar
la oposición en función de la renta a gente seria que se comprometía a
presentarse y con la palabra del preparador. Las quitaron con la crisis. Claro
que hacen falta becas, pero en contra de lo que se dice, los abogados del
Estado somos hijos de la clase media". Solé Estalella coincide:
"Debatamos sobre el sistema de oposición. Si luego decidimos que el que
tenemos es bueno, el problema de la desigualdad se corrige con becas, pero
no busquemos un acceso más rápido por principio".
La cantidad de años que requiere acceder a un alto cuerpo
del Estado también genera críticas porque lo convierte en un sistema elitista
En el aire hay multitud de opciones. Desde crear una agencia
independiente del Gobierno que se encargue de organizar el sistema de
entrevistas, o generalizar el sistema de los MIR, que haya un examen primero que sirva de
primer filtro que apruebe la mayoría, pero que el mayor aprendizaje se obtenga
de forma práctica rotando por la Administración y adquiriendo conocimientos
prácticos mientras ya se cobra un sueldo.
Israel Pastor, administrador civil del Estado, opina que no
solo hay que valorar las competencias, sino "la vocación de servicio
público". "Tenemos que seleccionar trabajadores que no son
trabajadores cualesquiera, sino que tengan claro que son conscientes de que
están sirviendo a la sociedad. Seleccionando servidores públicos y para eso hay
que atraer a los mejores. El acceso tiene que ser más ágil, más pegado a las
competencias y no tan memorístico. Necesitamos a gente capaz de aprender y
reaprender, de adaptarse, de demostrar habilidades aprendidas nuevas, de
viajar...". Que los mandarines del futuro no tengan ojos solo para los
temarios.
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