O lo que es lo mismo, en el post vamos a reflexionar, desde
la experiencia que nos da 14 años empujando (e
inspirando) prácticas colaborativas en una Administración Pública, sobre si
el resultado final, es el esperado.
Afortunadamente, para ello hay ya documentadas
decenas de experiencias, tanto de éxito -las más conocidas- como de fracaso
–invisivilizadas-), que nos dan pautas sobre los límites (o no) de la
colaboración en estas organizaciones.
Estos son los antecedentes que me han suscitado la
reflexión:
-A las comunidades de práctica no les gusta la moqueta.
El pasado mes de mayo, tras la brillante intervención de
Genís Roca en el Congreso Edo , comentábamos que hacía 10 años que
había inaugurado, en la misma sala, la jornada constitutiva de
la comunidad educadores sociales. Me preguntaba (Genís) por la evolución
del programa en este tiempo, y le comentaba que habíamos extendido
ampliamente las comunidades del programa a toda la organización. Añadí que nos
faltaba pisar moqueta aludiendo a colectivos, que por distintos motivos,
eran resistentes a la penetración de la colaboración. Genís, muy en su línea de
visión a largo plazo, me tranquilizó diciendo que no íbamos a encontrar nada
diferente -ni nuevo- en estos colectivos reacios.
Las comunidades de práctica son para pobres.
Hace un par de semanas en un diálogo que mantenía con Dídac
Ferrer (III Encuentro de profesionales de la gestión del conocimiento
que coordinan Joaquin
Gairín y Joaquín
Carbonell), mencionaba (Dídac) palabras de Domineco de Siena en las que hablaba de que la colaboración era para los
pobres. (Amalio
Rey, que también intervenía, hace la crónica del encuentro). Venía
esta referencia a una réplica a una intervención mía, en la que yo
explicaba la desigual distribución de los colectivos del programa Compartim,
valorando muy positivamente que las profesiones de componentesocial se
habían subido antes al carro.
Pensar dentro y fuera de la caja
–Dentro.
La última novela de Antonio
Orejudo, Grandes Éxitos, hace balance de lo que ha sido su obra y explica
algunas claves de su escritura. En uno de los relatos cortos que configuran la
obra nos presenta un ejercicio de enviarse (a si mismo) una carta 25 años atrás
( es el famoso ejercicio de la terapia cognitivo conductual, mi carta al
futuro , pero al revés;) . En esta carta enviada, el escritor consagrado
y con éxito le confiesa a la joven promesa que escribir -y publicar- libros, en
2018, ya no es lo que era en los 70. Con ello, Orejudo no quería desincentivar
la que luego sería una gran carrera literaria sino confesar que en 35 años,
el mundo había cambiado y que los sueños y las metas que tanto valoramos
en épocas pasadas , con el tiempo son sustituidas y relativizadas.
Con esta anécdota quiero señalar que, quizás, estemos siendo
hayamos sobrevalorado la colaboración llevados por percepciones, por decirlo
con estas palabras, viejunas de los 70. Puede que pretender
establecer competición colaborativa y aspirar a que lo emergente sea
lo predominante es, quizás, usar filtros cognitivos no propios de
esta época.
–Fuera:
En la reunión de este verano de los dinamizadores del
programa Compartim, Manel
Heredero nos planteaba (como ejercicio) y a propósito de la irrupción
de Air BnB, cómo resolver el problema de la proliferación de pisos
turísticos en los centros urbanos. En la respuesta del grupo, lógicamente,
salían respuestas como regulación, prohibición, inspectores, supervisión,
etcétera. En el ejercicio se trataba de buscar respuestas que no siguieran la
lógica del planteamiento tradicional, en el que habitualmente estamos educados.
Evidentemente, las respuestas desde planteamientos alternativos y emergentes
fueron menores, pero, más eficientes. (Por cierto, algunos ayuntamientos como
el de Ámsterdam y, ahora el de Barcelona ya las están poniendo en marcha. De
pasar de un ejército de inspectores, a pedir la colaboración y la
autorregulación de las propias plataformas. Sencillo y eficiente.)
La mochila personal que nos empuja o nos dificulta la
colaboración.
Al final, la colaboración es asunto de las
organizaciones, pero, sobre todo de las personas. Y no está claro que todo
el mundo lo entienda por igual.
Javier Martinez Aldanondo, profesional de amplio recorrido
en gestión del conocimiento, mostraba sus (también) dudas. En el pasado
Congreso Edo, sirviendo de la metáfora del vaso medio lleno/medio vacío, las
recogía con estas palabras:
Es fácil concluir que ya desde su origen, del vocablo
Comunidad se desprenden una serie de cualidades fundacionales: igualdad,
sentimiento, compartir, generosidad, apoyo y ayuda… Sin embargo, cuando
trasladamos el análisis a nuestros días, es inevitable confesar que el
significado de Comunidad se ido desperfilando. Existe una creciente tensión
entre aquellas fuerzas que demandan mayores oportunidades para la colaboración
frente a las que pugnan (solapadamente) por más control y mayor individualismo.
¿Qué impacto tiene esa lucha en el devenir de las comunidades de práctica?
Revisemos detenidamente los 4 principales elementos
implicados en esa titánica lucha: La inclinación natural del ser humano hacia
la colaboración, el sistema económico actual que conspira contra ello, el
modelo educativo que fomenta la competición y el diseño de las organizaciones
modernas que prima los resultados económicos por encima de todo.
Y de todo ello concluía en una cierta ambivalencia:
-El ser humano nace colaborativo (vaso lleno).
-El modelo de mercado está diseñado para contrarrestar la
Comunidad (vaso medio vacío).
-El sistema educativo no fomenta la colaboración sino la
competición (vaso vacío).
-Las organizaciones fueron diseñadas para producir y no para
colaborar (vaso vacío).
Pero, inteligente que es él, no se deja llevar por el
derrotismo y concluye de esta manera optimista: el práctico mundo del
management parece caminar inexorablemente hacia organizaciones flexibles (vaso
lleno).
En fin, de estas historias anteriores surgen una serie de
preguntas que pueden resumir este planteamiento tan abierto que presento, y nos
permite reflexionar sobre los límites de la colaboración.
Las preguntas:
-¿La colaboración puede ser opcional en las organizaciones?
¿Añadimos carga laboral a los colaborativos?
-¿Es útil (y real) el planteamiento de las
organizaciones duales?
-¿Es posible (y deseable) convertir la colaboración y la
cultura colaborativa, en hegemónica?
-Hemos convertido en una finalidad lo que no deja de ser un
medio, la colaboración.
-La teoría del efecto contagio (y viral) sirve para
mantenernos motivados durante un tiempo hasta que comprobamos que hay límites
objetivos.
-Una propuesta para resolver dudas.
Reflexionando sobre estas preguntas creo que una buena
opción será hablar y plantearlo entre todos los implicados. Por ejemplo, volver
a reeditar los seminarios temáticos sobre comunidades que hemos que hemos ido
organizando en las jornadas Compartim. Recuerdo ahora
especialmente de impacto las correspondientes al 2016 y al 2012.
Tot i tots sobre cops
Què fem amb les CoP madures?
¿Podría ser oportuno armar un debate y compartir estas
dudas (y nuestras mejores prácticas)?
Creo que nos merecemos esta oportunidad para avanzar en esta
misión que nos hemos asignado: mejorar las administraciones públicas en base,
también, a la colaboración. El 29 de noviembre será la cita
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