Durante la última
década, las administraciones públicas han invertido de manera acertada en
tecnología para lograr proveer servicios públicos e información a los
ciudadanos de manera mucho más amigable (webs institucionales, webs de
transparencia, trámites on line, etc.).
Pero, en cambio, no han
aprovechado la revolución tecnológica para renovar sus sistemas internos de
gestión. Se trata de una gran paradoja: modernizamos el front office pero
el back office sigue operando de manera arcaica exactamente igual que
durante el siglo pasado. ¿Cómo es posible renovar solo la sala de mesas a los
comensales de un restaurante si la concina sigue funcionando de manera
tradicional? Las empresas punteras después de su inmersión en la tecnología
trabajan y se organizan de manera totalmente distinta. La Administración
pública trabaja y se organiza exactamente igual, pero eso sí: con sistemas
modernos de interacción con la ciudadanía y, como mucho, reduciendo una parte
de la papelería al formato digital. Esta realidad es muy preocupante y puede
condicionar negativamente la implantación de la smartificación en el presente y
en el futuro.
Posibilidades de uso del Big Data
Smartificación de la Administración pública implica actualmente
la utilización del big data con tres objetivos básicos: a) mejorar la
calidad de los servicios a los ciudadanos; b) mejorar la inteligencia
institucional para incrementar la capacidad en la toma de decisiones, de
control y evaluación de las políticas públicas; c) Mejorar la inteligencia
institucional para lograr mayor capacidad para ejercer el papel de dirección de
las complejas redes de gobernanza públicas-públicas (administración nuclear
versus administración instrumental: organismos autónomos, empresas públicas,
consorcios y fundaciones) y públicas-privadas (colaboración con organizaciones
privadas con o sin ánimo de lucro). Solemos atender solo el primer objetivo
cuando los otros dos son mucho más relevantes y permiten, además, maximizar una
mejor y renovada atención al ciudadano. Es ya una tradición en la implantación
de la tecnología en la Administración pública ubicar el carro delante de los
caballos. Por tanto, a mi entender por smartificación de la Administración
pública deberíamos proponer la siguiente definición “proceso para lograr mayor
inteligencia institucional para gobernar las complejas redes públicas y
privadas con el objetivo final de aportar valor público a las actividades
administrativas y atender de manera proactiva las necesidades de la
ciudadanía”.
Hay una reciente encuesta sobre la necesidad de las
administraciones públicas de mejorar o disponer de servicio de análisis
de big data (Observatorio Vodafone, 2018). Los datos son
estremecedores: solo el 18 por ciento de las administraciones públicas consideran
que es necesario disponer de este servicio aunque con un posicionamiento
bastante relajado (solo el 2 por ciento lo considera como una medida urgente a
corto plazo por el 10 a medio plazo y el 6 a largo plazo). El 66 por ciento no
lo considera importante en absoluto ni cree que no necesita. Por niveles de
administración la necesidad de disponer de un servicio de big data solo el
9 por ciento de las Comunidades Autónomas lo consideran necesario por el 26 por
ciento de la Administración General del Estado. Las administraciones más
sensibles a esta necesidad son las ciudades con más de 500.000 habitantes en
las que el 47 por ciento creen que es una medida necesaria y urgente. Como en
España solo hay 6 ciudades con este volumen de población quiere decir que la
utilización del big data como proceso de smartificación de la gestión
pública solo les preocupa a tres ciudades.
Al menos hay tres ciudades que están en consonancia, pero
atrasadas, en los grandes procesos de smartificación de la gestión de las
ciudades. Por ejemplo, en Londres han cambiado todas las paradas de los
autobuses una vez analizado el big data adquirido a las compañías
telefónicas en los que se pudo detectar los movimientos reales de los
ciudadanos y así adaptar el sistema de transportes a sus necesidades. Pero lo
que clama al cielo es que las Comunidades Autónomas solo manifiesten un 9 por
ciento de interés en el big data cuando prestan los servicios
esenciales para los ciudadanos (educación, sanidad y una parte importante de
los servicios sociales). Estamos dormidos. Por ejemplo, en materia de sanidad
hay un convenio entre Harvard y cientos de hospitales en el que se intercambian
los múltiples datos de monotorización de los pacientes en cuidados intensivos.
Con este big data ya han creado un programa de inteligencia
artificial en el que un ordenador analiza los datos de un paciente en cuidados
intensivos y decide el tipo de intervención médica. El médico responsable de
cuidados intensivos analiza esta decisión de inteligencia artificial y si coincide
se implementa el tipo de cuidado médico consensuado y, si hay discrepancia
(nada habitual) se solicita la opinión a un tercer médico. Es obvio que dentro
de poco la medicina va a estar en manos de la inteligencia artificial ya que
los diagnósticos médicos son, en la gran mayoría de las ocasiones, complejos
sistemas de probabilidades estadísticas y aquí la inteligencia artificial tiene
todas las de ganar a la experiencia de un profesional médico por muy dilatada
que ésta sea. Y no hace falta poner ejemplos de la revolución de la función
docente gracias a la tecnología.
Finalmente, también es preocupante que solo preocupe al 26
por ciento de los altos funcionarios de la Administración General del Estado el
uso del big data. No hay que ir muy lejos para certificar su atraso
tecnológico y solo basta con observar al Gobierno de Andorra que ha adquirido
los datos sobre sus ciudadanos en manos de las tres compañías telefónicas que
operan en el país para transferirlos a la universidad de Boston, MIT, para que
apliquen inteligencia artificial y así mejorar todos sus servicios a la
ciudadanía.
En España las administraciones públicas andan sesteando con
la smartificación. Nos quedamos hace años con poner censores en las papeleras y
en las calles y, además, sin saber muy bien cómo gestionar esta información y
seguimos sin enterarnos de cómo está evolucionando el mundo en materia de big
data y de inteligencia artificial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario