Por José Ramón Chaves.-Blog DelaJusticia.com. Más allá de la pomposa administración electrónica (gestión
rápida y exacta de datos, expedientes electrónicos o transparencia
institucional) el buzón electrónico de sugerencias para mejorar la vida local
está llamado a ser la princesa del mundo local porque es el portillo
a la democracia directa de lo pequeño.
El caso del columpio se analiza en las business schol para ilustrar los problemas de la comunicación |
Se trata de los buzones electrónicos de sugerencias o quejas
en la vida local. Tradicionalmente el vecino que quería sugerir algo se
tropezaba con un frío impreso en la oficina del registro, que luego dio
paso a un buzón real en la pared con una ranura que ya anunciaba el filtro y
negro desenlace; era la alternativa a pedir hora para ver al concejal y
exponerle el caso, o a dirigirse a un policía local para comentárselo. En esa
triple vía (buzón, concejal o policía local), el ciudadano intuía que su
petición podía perderse en la papelera o en el pozo de lo que a nadie le
importa.
Luego vinieron los vientos de la administración
amigable, en que las sugerencias se recibían pero pocos las formalizaban y
muchas menos prosperaban. Se agradecían pero no se atendían y además seguían
requiriendo el esfuerzo del buen vecino para formalizarla.
Sin embargo, hace casi una década (a raíz de la Ley
11/2007 de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos), se
generalizaron en las webs institucionales municipales los buzones
electrónicos de sugerencias y quejas. Y ahí empezó lo que considero una
importante fuente de mejora de la vida local, de la calidad de los servicios.
Una revolución silenciosa. Veamos su alcance y un ejemplo personal.
Sugerencias sin enojosas identificaciones
1.- El gran hallazgo consiste en que por esta vía no se
piden al ciudadano certificados digitales ni trámites enojosos de
identificación. Tampoco tienen que desplazarse al Ayuntamiento ni enfrentarse a
un burócrata. Basta un ordenador conectado a la red, y de forma instantánea, el
buen ciudadano puede protestar por una tardanza administrativa o denunciar las
deficiencias de mobiliario urbano o servicios municipales (alumbrado, limpieza,
parques,etc) o como no, proponer iniciativas que pasan inadvertidas a los ojos
del mas iluminado concejal o técnico.
2.- No
se trata de la denuncia que da pie a un procedimiento, para las que la Ley
39/2015, de 1 de Octubre de Procedimiento administrativo común prohibe el
anonimato de su autor.
No se trata de un procedimiento administrativo que genere
derechos para el promotor. No. Sencillamente se trata de canalizar por ese
buzón electrónico, a golpe de click, la sugerencia o queja, para que al otro
extremo alguien se lo tome en serio y la asuma o descarte, y al menos conteste
agradeciéndolo. Eso es democracia participativa.
3.- Es cierto que la fauna ciudadana da para muchas
especies. La mayoría prefiere votar cada cuatro años a los concejales y
reservarse la crítica de bar mientras lee el periódico o en tertulia con los
compadres. También están los emuladores de Pepito-Grillo que todo lo critican y
que utilizan el buzón electrónico como terapia personal de su manía de censor.
Otros son angelicales y por el buzón electrónico solicitan la ayuda social,
trabajo u otro sueño legítimo. No faltan los “troll” que siembran insultos o
envenenan la vida local con infundios.
Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos actúan de buena fe
y tienen muchas respuestas a problemas. Creo que ese buzón electrónico de
sugerencias será el gran protagonista de la vida local si los regidores se lo
toman en serio. Una manera de tomar el pulso a la sensibilidad de la ciudadanía
y además de mejorar la gestión pública.
4.- En efecto, las administraciones tienden a la inercia y hay mucha imaginación
fuera. Es más, bueno sería que cada administración tuviese un buzón
electrónico de sugerencias “interno”, quizá anónimo, pues frecuentemente no son
los superiores sino los funcionarios que de ellos dependen los que conocen los
problemas y las posibles soluciones, pero los cauces formales de órganos
colegiados.
A título de ejemplo, como el movimiento se demuestra
andando, expondré la sugerencia que he remitido electrónicamente al
Ayuntamiento de Oviedo en dos minutos desde mi hogar. Una cuestión simple pero
que puede hacer la vida mejor.
Me va a servir de caso práctico para valorar si cuando se
hace una sugerencia por un buzón electrónico municipal se da respuesta y sobre
todo, para darme cuenta de si se atiende a algo que rinde gran utilidad por
ínfimo coste. Ahí va la sugerencia del ciudadano José Ramón Chaves tal y como
la formulé ayer.
Estimados Sres.:
Soy un vecino de Oviedo de la zona del Milán y mi sugerencia
es muy sencilla, pero facilísima de atender y con notables beneficios para
todos los ciudadanos.
Verán. Ahora mismo están los operarios municipales
acondicionando las instalaciones del parque infantil de la plaza Los Maestros
(o Plaza Emilio Alarcos). Se instalará nuevo equipamiento y será una maravilla.
Se observa que se pondrán dos columpios con unos 4 balancines.
La experiencia de los anteriores columpios demuestra que, estando situados en
las inmediaciones de un colegio y en zona de esparcimiento, existían dos tipos
de situaciones cuando alguien se columpiaba prolongadamente y no es tan educado
(el niño o su progenitor o cuidador), como para cederlo al siguiente que espera
en la cola:
O bien, se forma una cola de niños que durante minutos que
se hacen larguísimos esperan mientras el niño “egoísta” (o progenitor, mas
bien) se columpia sin límite. El resultado es que los niños pierden el tiempo
de ocio y encima se enfadan al tener que irse sin columpiarse. Y lo peor, se
creen con derecho a hacer lo propio abusivamente en el futuro.
O bien, la madre o padre del niño que espera, le indica al
niño que se columpia que si hace el favor de irse bajando, momento en que se
arriesga a la disputa con el progenitor del que se columpiaba, dando un penoso
ejemplo a los demás y a veces a trifulcas sonoras.
Así que la propuesta es sencillísima y baratísima. Basta con
poner en los travesaños del columpio o en algún sitio un cartelito próximo con
esta leyenda:
“Cuando transcurran más de cinco minutos de uso continuado del
columpio deberá cederse a quien espere a utilizarlo. Gracias”.
La existencia de este sencillo cartel permite:
a) Si no hay nadie esperando, el niño puede utilizarlo
lo que le plazca.
b) Si alguien espera, la madre o padre del que espera,
estará legitimado y autorizado para indicarle al niño que hay un cartel al
respecto.
c) Los niños que quieran esperar saben, a la vista de la
cola, el tiempo que tardarán en subir al columpio.
d) Los niños aprenden lo que son las normas, lo que es
respetar a los demás, y el valor de compartir y empatizar.
Por ello, efectúo esta sugerencia que sirve para cualquier
parque público con columpios, pero en este caso, afecta a muchas personas por
la experiencia del pasado.
Gracias de antemano por su tiempo y les ruego no lo dejen
caer en saco roto.
Un cartelito metálico o de madera evitará muchos problemas y
proporcionará muchas satisfacciones.
Un saludo, José Ramón Chaves
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