Por Carles Ramió. EsPúblico blog.- En primer lugar, definir que es un ayuntamiento de tamaño medio supone todo un reto que solo se puede solventar de manera arbitraria. En este artículo vamos a considerar que un ayuntamiento posee un tamaño medio, dado el amplio espectro de posibilidades, al que posee entre 10.000 y 50.000 habitantes. Son ayuntamientos con una suficiente masa crítica institucional para gobernar la complejidad, pero sin tener la necesidad de recurrir a fórmulas organizativas excesivamente complejas. En España hay un poco más de 600 municipios que se encuentran en esta franja de población, aunque estas reflexiones y propuestas también son útiles para los que posean algo más y algo menos de población y, por tanto, agrupan un universo de unos 1.000 municipios. Ayuntamientos que atienden a un elevado porcentaje de la población española, justo después del enorme volumen de población que agrupan los 100 municipios que poseen más de 75.000 habitantes.
¿Cuáles son los ingredientes clave para poseer un buen modelo organizativo en este tipo de ayuntamientos? Bajo mi punto de vista hay dos elementos básicos: por una parte, una organización robusta pero muy sencilla y, por otra parte, una organización abierta a la colaboración con otras administraciones (especialmente locales).
Una organización sencilla: muchos ayuntamientos suelen enmarañar en exceso sus diseños organizativos que se deriva, básicamente, de la complejidad en la configuración de las carteras de gobierno en un momento que predominan los gobiernos de coalición. Los incentivos para mantener o crear nuevos territorios administrativos (jefaturas y organismos autónomos) en manos de la nobleza (en el sentido feudal del término) suelen ser enormes. Cada concejal quiere mandar alguna unidad administrativa y la solución usual es multiplicarlas constantemente. El resultado en una administración municipal artificialmente compleja, muy fragmentada y sin visión unitaria, con graves problemas de coordinación y totalmente incomprensible para la ciudadanía. Pero a nivel estrictamente organizativa vinculado a la calidad institucional no hay más cera que la que arde. Un ayuntamiento de las dimensiones descritas requiere de solo cuatro grandes ámbitos de gestión: a) Comunidad o servicios personales: todos los servicios públicos dirigidos al bienestar de las personas y de la comunidad: servicios sociales, culturales, sanitarios, deportivos, infancia, juventud, personas mayores, igualdad y acción cívica. b) Servicios vinculados al territorio e infraestructuras: movilidad y vía pública, urbanismo, obras, mantenimiento y servicio del paisaje y medio ambiente. c) Actividades orientadas a la promoción económica: promoción económica, consumo y turismo. d) Gestión de servicios comunes o régimen interior: gestión económica, de personal y organización. Incluso en la mayoría de los municipios no sería nada descabellado, en aras a la simplificación y la transversalidad, fusionar el tercer ámbito (promoción económica) con el cuarto (servicios comunes).
Por tanto, una organización simple, transversal, eficaz y eficiente no debería poseer más de tres (o como mucho cuatro) ámbitos de gestión dirigidos y coordinados por directivos públicos. A nivel de puestos directivos de alto nivel podría ser conveniente tener un directivo del máximo nivel (gerente o coordinador general) que se encargara de la interlocución con la alcaldía (estaría bajo la jerarquía directa de la alcaldía) y que dirigiera y coordinara los tres o cuatro ámbitos organizativos. En los ayuntamientos con una franja de población baja dentro del espectro analizado este gerente o coordinador podría dirigir directamente los servicios comunes o internos e incluso la promoción económica. Por otra, parte como es lógico que los concejales quieran tener un mando en plaza diáfano podrían poseer como interlocutores directos a las unidades inferiores (usualmente servicios) o la dirección de organismos autónomos y empresas públicas. La idea es que el cartapacio político atienda a las expectativas políticas del momento (proyectos políticos y equilibrios de gobierno) sin alterar la transversalidad y consistencia del modelo organizativo profesional del ayuntamiento.
Una organización abierta
Una organización abierta a colaboraciones con otras administraciones locales: los municipios con este tamaño intermedio poseen suficientes capacidades organizativas internas, pero no bastante potencia institucional para poder abarcar proyectos muy complejos e innovadores (por ejemplo, la introducción de la inteligencia artificial) que requieren de una mayor masa crítica. Por ello es importante que haya una unidad ad hoc que su función sea otear lo que ocurre en otros ayuntamientos y, también, que todos los ámbitos de gestión sectoriales tengan no solo una mirada interna e incorporen una visión externa. Hay proyectos ambiciosos que no están al alcance de este tipo de ayuntamientos y, también, es imposible exigirles capacidades innovadoras en todos sus ámbitos de gestión. Estos déficits serían compensados por esta visión externa consistente en impulsar más alianzas con las diputaciones provinciales y con otros entes supramunicipales. Sin olvidar la gran fuerza que pueden tener las alianzas y lógicas de cooperación entre diversos ayuntamientos más o menos cercanos territorialmente. Estas alianzas pueden abarcar un amplio espectro de posibilidades: desde compartir experiencias innovadoras para su transferencia de un municipio a otro, hasta impulsar proyectos conjuntos y ambiciosos que busquen la suficiente capacidad de autofinanciación o la financiación y apoyo de los niveles administrativos superiores (provincia, comunidad autónoma, Estado y, especialmente, Unión Europea).
Este equilibrio institucional con organizaciones sencillas a nivel interno y fuertes y sólidas a nivel intergubernamental permite a los ayuntamientos abordar su agenda política, en forma de servicios y políticas públicas, de manera solvente e innovadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario