Por Sergio Jiménez. Analítica Pública blog. El reciente ciclo electoral en España está generando
bastantes noticias. En el plano de los altos cargos, con tanta renovación
municipal y con la toma de posesión de nuevos altos cargos hemos
tenido la actualidad bien servida.
El salario nuevo de los plenos y los equipos de gobierno,
la declaración
de bienes de diputados y
altos cargos, las consultas de incompatibilidades… toda una colección de
noticias que dan lugar a bastantes debates, controversias y posicionamientos
siempre partiendo de un principio: saber lo que tienen, hacen y lo que ganan
para evitar abusos, robos y corruptelas. Pero ¿es la mejor opción? ¿funciona o
está haciendo el caldo gordo a opciones populistas? Hagamos una breve
recopilación sobre la transparencia en sueldos y en todo lo demás.
En este post podrás ver:
La función de fiscalizadora
transparencia de los altos cargos
Como todos sabemos España es un país que en su
historia reciente se ha visto azotada por múltiples escándalos de corrupción.
La coincidencia temporal entre estos casos con las medidas de ajuste
presupuestario puso en primera línea la transparencia de la acción pública y, dentro
de ella, en un lugar especial, todo lo referente a patrimonio y retribuciones
de altos cargos. El razonamiento es básicamente sencillo: si obligamos al
César a desnudarse, conoceremos sus miserias. O, mejor dicho, si sabemos lo que
tienen, sabemos qué es lo que no deben hacer y podremos evitar que roben.
En este caso, creo que la presentación de la
declaración de patrimonio tiene unas limitaciones importantes en lo que se refiere al
control efectivo. En verdad, uno de los temas más consultados es,
precisamente esa declaración de bienes. La sociedad civil (es decir, la prensa
y nuevos modelos de comunicación digital) le dan mucho eco y visibilidad. Sin
embargo, creo que gran parte de los condenados efectivamente por corrupción
habrían pasado este nivel de control porque posiblemente teman más a la
fiscalía y a la Unidad de Delitos Fiscales que a la opinión pública (que además
tiene menos medios).
En todo caso, si que creo que hay un papel útil acerca
de la fiscalización y las incompatibilidades de los responsables
políticos. Ocultar parte de los bienes, o el régimen en el que se
encuentran, puedan dar lugar a una falsedad de documento público. En
determinadas circunstancias esto puede arrastrar a sus titulares a la dimisión
(no siempre, y en el último año hemos tenido
de todo).
Transparencia en sueldos y
control político de altos cargos
Un segundo elemento es el control político de los
altos cargos. Es decir, si entendemos que la fiscalización limita las acciones
desde el punto de vista delictivo, tenemos un nivel de control más político. En
este plano no hablamos del cumplimiento de la ley, sino de los márgenes del
ejercicio legítimo de la acción política. Hay dos o tres elementos estrella.
-Las retribuciones de los
electos. Es decir, lo que cobran (dentro de la ley) y su capacidad discrecional
para fijarlo
-Los derechos relacionados con
el trabajo pero que no son directamente sueldo (gastos
de viaje, alojamiento, etc, ) también polémicos tanto por su importe (el dinero
que reciben por ellos y el gasto que supone) o su propia legitimidad (ayudas al
alquiler cuando hay vivienda en propiedad)
-Los elementos necesarios para
hacer el trabajo. Aquí tenemos cuestiones como teléfonos o equipamiento informático (por no
hablar de coches oficiales). En términos generales es más fácil encontrar a
gente negando la proporcionalidad del recurso y la tarea, que hablando sobre la
necesidad real o no del aparataje. Es fácil encontrar artículos que hablan de
lo innecesario de dotar a los diputados con iPads pro sin entrar en el detalle
de las tareas que pueden requerirlo.
En este caso, creo que estos debates son especialmente
habituales en momentos puntuales como inicios de mandato o nuevos concursos
públicos. En cierto modo, esto da lugar a picos de tensión (en mi opinión)
y a posicionamientos políticos que tienen más complejidad de la que puede
parecer, como por ejemplo, suprimir la retribución a los diputados autonómicos.
No me meto aquí en lo idóneo o no de que la tengan,
sino a que el impacto real en el sistema político es lo bastante profundo como
para simplificarlo a una cifra monetaria.
Transparencia en sueldos y
control simbólico de los altos cargos
El tercer nivel tiene algo menos de intensidad
punitiva y correctiva, pero creo que es también importante (quizá el más
importante en este momento), es el simbólico. Como hemos señalado, conocer las
rentas e ingresos de los diputados y cargos electos puede no ser la manera más
eficaz para limitar ni la corrupción, ni las retribuciones polémicas. Sin
embargo, este aire de caja transparente en la que se puede conocer la
situación económica de personas con poder es algo que puede generar una
sensación de igualdad. En este sentido, sí tiene valor, por ejemplo, la
disponibilidad de copias en pdf de extractos bancarios o declaraciones
tributarias.
En la actualidad, posiblemente la imagen de los
políticos no sea especialmente buena, pero es muy probable que la desconfianza
en estos temas sea menor. Es decir, es probable que el problema esté en
otros temas y, quizá, sean más importantes que la duda acerca de las acciones o
propiedades inmobiliarias de sus señorías.
Limitaciones de la
transparencia en sueldos de los altos cargos
Quizá el problema de la transparencia en las
retribuciones y propiedades de los cargos electos no es tanto el modelo, como
todo lo que lo rodea.
-Expectativas inadecuadas. Tenemos
mecanismos eficaces en el nivel simbólico y muy limitados (por la complejidad
de una democracia representativa) del control político. Sin embargo, donde más
duele, la fiscalización, se queda muy por detrás del alcance necesario para ser
eficaz contra la corrupción
-Problemas de contextualización. Creo que
en la mayoría de los casos la información que se presenta no es especialmente
buena, no está muy bien contextualizada. A mi me cuesta mucho saber si una
persona tiene demasiado dinero, si gana más de lo que debe o si necesita un
modelo u otro de ordenador. Creo que la facilidad del debate en el detalle
dificulta una visión amplia y contextualizada de lo que significa. Aspectos
como el sueldo comparado con las horas de trabajo, o la carga de gestión, o el
presupuesto que controlan… o la explicación del parque tecnológico, son
elementos que pueden aportar luz para saber si es mucho o poco. Eso si,
posiblemente es menos jugoso. Saber en dónde tiene una segunda vivienda un
diputado o un ministro puede ser extremadamente jugoso, pero en
términos de control efectivo es relativamente débil. Hay que trabajar en la
Visibilización y en convertir la anécdota en información.
-Problemas de adscripción
política. Quizá el punto más conflictivo es que el sistema se ha convertido más en
un arma arrojadiza que en un elemento de virtud política. Nos encontramos con
casos en los que la paja en el ojo ajeno es la vara de medición
generalizada. De esta manera, tener como residencia un chalet o una
hipoteca en determinadas condiciones es más o menos sospechoso y reprochable
según la afinidad política, por lo menos, de los medios que informan
sobre el hecho.
En su conjunto podríamos decir que tenemos un modelo
que ha conseguido algunas cosas, pero que, si no se mejora y se profundiza,
puede desestabilizar más que afianzar el sistema político.
Mirando al futuro
Asumamos que la curiosidad es un impulsor
importante en el comportamiento humano: cualquiera que lea noticias en internet
sabe a lo que me refiero.
También lo es fijarse en detalles concretos e
identificables, perder la atención cuando los problemas son complejos y ser más
tolerante con quien mejor nos cae.
Es decir, es nuestra naturaleza humana la que hace que
el sistema tenga que trabajar hacia una información más relevante, contextual,
comparable y comprensible. Es hacia ese modelo hacia el que se tiene que
trabajar, y para ello, es mejor ir probando nuevas ideas y planes que seguir
complaciéndonos (también somos humanos) en los detalles puntuales que nos
llamen la atención.
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