Robots tramitadores de
procesos: representan sistemas de
inteligencia artificial que se encargaran de la gestión administrativa de
expedientes vinculada al ámbito de tramitación burocrática de la Administración
(permisos, licencias, sanciones, recaudación, subvenciones, etc.). También se encargarán
de la gestión burocrática interna (gestión económica, gestión de personal,
gestión patrimonial, etc.). Representa el campo más clásico de la robótica que
conceptualmente será muy parecido al que utilicen las entidades privadas
financieras y de seguros, aunque totalmente enfocado a la gestión
administrativa de carácter pública. Gracias al blockchain podría revolucionar algunos sectores clásicos de la
Administración burocrática ya que algunas tareas de registro o de fe pública
podrían externalizarse y ubicarse fuera de la Administración pública
manteniendo todas las garantías jurídicas y siendo totalmente transparentes
(quizás en el futuro no sean necesarios los registros civiles, ni los notarios,
ni los registradores de la propiedad). Los empleados públicos humanos se van a
encargar de entrenar de manera continua a los dispositivos de inteligencia
artificial para ir introduciendo los continuos cambios normativos. También
retendrán las funciones de dirigir el sistema, de controlarlo (detectar y solventar
los errores) y, en la medida de lo posible, de simplificarlo.
Robots prestadores de
servicios: el abanico de robots de este tipo
podría ser muy amplio y agruparía tanto a dispositivos informáticos de
inteligencia artificial como robots del tipo humanoide. Además de las funciones
clásicas, por previsibles, como conducción autónoma de los transportes públicos
o los servicios postales este ámbito de la robótica abrazaría a otros tipos de
empleos especializados. Por ejemplo: personal auxiliar, de enfermería y médico
en los hospitales. Sistemas educativos de inteligencia artificial. Policía,
seguridad (una parte del personal penitenciario), fuerzas armadas robotizadas.
Asistentes sociales que asisten de forma ocasional o permanente en los
domicilios con ancianos. Asistentes de información realizando funciones de
atención ciudadana, conserjería y acompañamiento a los ciudadanos.
Robots de
mantenimiento y limpieza: las
administraciones públicas poseen un extenso patrimonio propio en inmuebles al
que hay que añadir la gestión de los espacios públicos (calles, carreteras,
parques, etc.). Es previsible que buena parte de las actividades de limpieza de
estos equipamientos y espacios; así como una parte de las actividades de
mantenimiento puedan ser asumidos por robots. En este caso no habría
diferencias entre los robots adscritos al sector público versus a los robots
adscritos al sector privado. Lo que puede ser interesante es en cómo puede
afectar la robótica en la externalización de estas actividades. Actualmente, la
mayoría de estas funciones la Administración las externaliza a operadores
privados, ya que éstos poseen personal especializado con un modelo de gestión
más flexible y contingente. Cuando estas tareas las realicen los robots la
Administración pública podría internalizar estas tareas, o externalizar solo
una parte, o internalizándolas contratando directamente por la vía renting o leasing (o mediante nuevos mecanismos que aparezcan) a los robots.
Generalizando esta reflexión se podría afirmar que la inteligencia artificial y
la robótica puede alterar de manera sustantiva los mecanismos de gestión
directa (internalización) e indirecta (externalización). En este sentido, sería
posible que algunos servicios públicos con tradición en la gestión directa
puedan ser externalizados. Pero será todavía más probable el sentido inverso:
que gracias a la automatización de determinados servicios no tenga sentido su
externalización y sean de nuevo internalizados ya que los costes en materia de
personal puedan disminuir y, además, se quiera recuperar un control más directo
para que los empleados públicos humanos puedan aportar un mayor valor público.
Robots de gestión de
redes organizativas (robots “metagobernadores”): robots
de inteligencia artificial que se encargarán de dirigir, controlar y evaluar a
las organizaciones privadas con ánimo y sin ánimo de lucro a los que se les ha
externalizado determinados servicios públicos. Se trataría de unos robots
públicos que tendrían como interlocutores a robots privados a los que extraería
la información necesaria para desarrollo sus funciones de metagobernador. Este
tipo de robots serían novedosos conceptualmente y permitirían suavizar en gran
medida los enormes costes de transacción de los sistemas complejos de
gobernanza público privada.
Robots de secretaria y
asistentes: los directivos públicos y, por
extensión, la mayor parte de los empleados públicos humanos podrían disponer de
asistentes personales que les apoyen en tareas de secretaria y de asesoramiento
de baja intensidad para que puedan desarrollar de manera más eficaz y eficiente
sus tareas. Esta categoría de robots no sería una gran novedad ya que se
trataría de trasladar al ámbito laboral los actuales asistentes que hay en los
domicilios: por ejemplo, el Google Assistant, el asistente de voz que cada vez
está realizando más tareas (por ejemplo, hacer reservas en un restaurante,
etc.) y que, con la evolución del Google Duplex, podrá interaccionar con el
entorno humano con más facilidad. La evolución de estos sistemas puede auxiliar
a los empleados públicos en la realización eficaz y eficiente de muchas de sus
actividades. Actualmente hay en el mercado un número muy elevado de asistentes
virtuales. Además de Google Assistant podemos encontrar: Nina (Swedbank),
Jibo (asistente familiar), Cortana (Microsoft) Ey Anthena, Siri (Apple), Amazon
Echo, Silvia, Braina (Microsoft), Cubo (Amazon), Lucida, Bixby (Samsung),
Dragon Go´s, Hound, Aido, Ubikit, BlackberryAassistant, Sher.Pa, Bitext, Sophia
o Amalia (un avatar considerado como el primer empleado digital) (Bastida, et
al., 2018).
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