Carles Ramió señala que en muchas ocasiones al funcionario que denuncia “lo ponen en el cuarto oscuro a hacer fotocopias, lo degradan de supuesto objetivo, recibe una pena económica enorme y si cambia el partido que gobierna en su administración tampoco lo quiere porque se ha chivado”.
Revista de prensa. La Vanguardia. Las palabras del expresidente del Gobierno Felipe
González esta semana negando que haya “un fenómeno de corrupción”
política en España al afirmar que lo que se ha producido es “un descuido
generalizado” han causado un gran revuelo.
Carles Ramió |
Carles Ramió, director académico del Máster Universitario en Gobierno y Gestión Pública en
América Latina de la UPF Barcelona School of Management considera que
aunque corrupción en la administración, en general, los funcionarios no han
sido corruptos.
“Los empleados públicos, los funcionarios, no han sido
corruptos en términos generales pero ha habido corrupción en la administración.
Es una paradoja. Y eso se explica en que los funcionarios no han caído en su
gran mayoría en sus prácticas corruptas pero no han estado suficientemente
empoderados para poder haber evitado las prácticas de corrupción”, asegura.
“Hay un autor clásico que se llama Alejandro Nieto que dice
que un político no puede ser corrupto si no le ayuda un funcionario por acción
o por omisión. Aunque pudiera interpretarse esta frase pensando en que los
funcionarios también han sido corruptos, lo cierto es que no lo son porque los
indicadores no muestran que exista corrupción entre los funcionarios”.
Insiste en que lo que ha sucedido es que no la han pedido
evitar, porque la han intuido, en algunos casos la han visto, pero no han
estado suficientemente empoderados para poderla denunciar.
Delator protegido
En este sentido señala que en muchos países existe la figura
del delator protegido que en la cultura española suena fatal y explica que en
España, cuando un funcionario presenta una denuncia, es pública “con lo cual al
día siguiente se le cambia de puesto de trabajo, es degradado y entonces
incluso los servicios jurídicos de la propia administración, que los
externalizan, defienden a los políticos”. Recalca que los políticos van en
contra del propio denunciante porque ha dado información reservada y a veces
sucede la paradoja de que el denunciante es el que tiene la sentencia judicial
en contra.
“A los empleados públicos y a los funcionarios les tenemos
que exigir todos que sean éticos, que sean neutrales, pero no les podemos
exigir que sean héroes y mucho menos que sean mártires. Que un funcionario
denuncie la corrupción y se acabe convirtiendo en un mártir eso quiere decir es
que falla el sistema institucional no funciona”, señala.
Carles Ramió señala que en muchas ocasiones al funcionario
que denuncia “lo ponen en el cuarto oscuro a hacer fotocopias, lo degradan de
supuesto objetivo, recibe una pena económica enorme y si cambia el partido que
gobierna en su administración tampoco lo quiere porque se ha chivado”. “Cuando
uno denuncia entra en una situación de heroísmo y martirio. Y casi nadie, lo
hace como es lógico, recalca.
Otro post relacionado de interés. Antonio Arias. Blog Fiscalización.es. Corrupción y malas prácticas parlamentarias
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