"Los ciudadanos no son meros “clientes” que se limiten a quejarse cuando las cosas van mal, sino que deben ser escuchados e involucrados en los equipos de los proyectos que se establezcan para crear y mejorar servicios públicos"
Blog de Amalio Rey.- Por mucho que me repita, conviene recordarlo: la innovación es mucho más que introducir cambios tecnológicos. Echar mano de las TIC suele ser el atajo fácil para no afrontar retos más profundos. Está claro que hay innovaciones que implican la introducción de tecnologías, casi siempre procesos de transformación digital, pero hay muchas otras que se centran en el rediseño organizativo o el cambio cultural, donde la tecnología puede aportar valor, pero no son lo más importante, ni mucho menos.
Blog de Amalio Rey.- Por mucho que me repita, conviene recordarlo: la innovación es mucho más que introducir cambios tecnológicos. Echar mano de las TIC suele ser el atajo fácil para no afrontar retos más profundos. Está claro que hay innovaciones que implican la introducción de tecnologías, casi siempre procesos de transformación digital, pero hay muchas otras que se centran en el rediseño organizativo o el cambio cultural, donde la tecnología puede aportar valor, pero no son lo más importante, ni mucho menos.
Preparando un programa de formación para innovadores
públicos me puse a investigar sobre taxonomías que se han publicado sobre esto
y me sorprendió que no pude encontrar ninguna clasificación sencilla y útil que
me sirviera para “mapear” los tipos de innovación que se dan con más frecuencia
en la Administración Pública, así que me decidí a crearla por mi cuenta. Esta
taxonomía que propongo en este post te va a ayudar a manejar un “menú de
opciones” entre las que poder elegir para valorar por dónde empezar y en qué
tipos de innovaciones centrar tus esfuerzos.
Cuando hablo de “innovación pública” se me ocurre
subdividirla en dos grandes ámbitos, que hay que diferenciar bien: 1) Servicios
a la ciudadanía: Creación y mejora de políticas, productos y servicios de
impacto directo en la ciudadanía, 2) Procesos internos: Mejora de
procesos y políticas de gestión internas dentro de la administración.
Partiendo
de esta primera taxonomía más genérica, quiero proponer una forma de clasificar
las innovaciones públicas en 6 tipos. Cualquier entidad del sector público debe
cuidar y fomentar innovaciones en las seis categorías que voy a describir,
buscando una adecuada diversidad entre esas formas de innovar:
1.) De servicios (servicios): Creación o mejora de servicios
públicos. Se crea o mejora el “producto” final que recibe y percibe la
ciudadanía.
2.) De procesos (flujos): Cambios en los flujos de
los procesos que transforman el modo en que se trabaja internamente.
3.) De cultura y gestión del personal público (personas): Cambios
en las políticas de gestión de las personas que trabajan dentro de la
Administración para mejorar su actitud y aptitud.
4.) Organizativa (estructuras): Modificaciones en los
organigramas, las estructuras organizativas y los modelos de liderazgo.
5.) De marco administrativo interno (normas): Modificaciones
en el marco regulatorio administrativo interno para simplificar procesos y
liberar la creatividad en el funcionariado.
6.) De políticas públicas (legislación): Cambios en la
producción legislativa y en el diseño de políticas públicas.
Explico ahora, con más detalles, cada uno de estos tipos de
innovación por separado:
1.- Innovaciones de servicios a la ciudadanía (SERVICIOS):
En este caso se crean servicios nuevos o se mejoran los
existentes. La ciudadanía tiene una percepción directa de esa mejora al acceder
a ese servicio.
Lo que está cambiando es el “producto final”, bien sea mejorando sus prestaciones, o bien creando una oferta totalmente nueva. Algunos ejemplos de innovaciones de este tipo (estamos hablando de un modelo relacional del tipo A2C, o sea, de la Administración a la Ciudadanía) serían estas: crear un servicio público de atención y acompañamiento especializado a familiares de pacientes de Alzheimer, mejorar las prestaciones y la calidad de la oferta educativa que ofrecen las guarderías públicas de un municipio, introducir una línea nueva de autobús para conectar por transporte público una población que antes estaba aislada, o abrir un trámite nuevo de administración electrónica para que padres y madres puedan elegir el colegio al que quieren enviar a sus hijo/as sin necesidad de dirigirse a ninguna oficina física.
Lo que está cambiando es el “producto final”, bien sea mejorando sus prestaciones, o bien creando una oferta totalmente nueva. Algunos ejemplos de innovaciones de este tipo (estamos hablando de un modelo relacional del tipo A2C, o sea, de la Administración a la Ciudadanía) serían estas: crear un servicio público de atención y acompañamiento especializado a familiares de pacientes de Alzheimer, mejorar las prestaciones y la calidad de la oferta educativa que ofrecen las guarderías públicas de un municipio, introducir una línea nueva de autobús para conectar por transporte público una población que antes estaba aislada, o abrir un trámite nuevo de administración electrónica para que padres y madres puedan elegir el colegio al que quieren enviar a sus hijo/as sin necesidad de dirigirse a ninguna oficina física.
El impacto y calidad de estas innovaciones está determinado,
más que en ninguna, por la empatía que se tenga hacia los
colectivos beneficiarios de esos servicios. Son ellos los que van a juzgar el “valor
(público) percibido” de esos cambios, los que van a disfrutar de las ventajas
generadas o ser perjudicados por los fallos de diseño o gestión, así que es muy
conveniente asegurar una alta participación de estos colectivos en el co-diseño
de esos servicios. Los ciudadanos y ciudadanas no son meros “clientes” que se
limiten a quejarse cuando las cosas van mal, sino que deben ser escuchados e
involucrados en los equipos de los proyectos que se establezcan para crear y
mejorar servicios públicos.
2.- Innovaciones de procesos internos (FLUJOS):
Esta innovación se centra en el rediseño de los flujos que
gestionan los procesos internos de la Administración. A diferencia de la
anterior, que tenía un impacto directo en la ciudadanía y era ésta la que debía
evaluar en primera instancia el valor percibido del cambio introducido; en este
caso se trata de mejorar protocolos y procedimientos que conectan a
funcionario/as en ambos extremos, y son en principio imperceptibles para la
ciudadanía.
Algunos ejemplos de estas innovaciones (estoy hablando ahora
de un modelo relacional del tipo A2A, o sea, de la Administración a la
Administración) podrían ser: acortar un protocolo de gestión de expedientes de
contratación ahorrando pasos para abreviar los plazos de respuesta, gestionar
reclamaciones de consumo a través del trabajo en equipo en lugar de un proceso
secuencial, mejorar la eficiencia de un proceso de tramitación de becas para
reducir significativamente el número de personas que se necesitan para revisar
las solicitudes, o crear una espacio digital de trabajo tipo wiki para la
elaboración colectiva de normativas en un determinado servicio.
Aunque se trata de procesos internos, de “back-office”, y no
son observables desde fuera de la Administración, resulta crítico que cualquier
cambio que se introduzca en esta categoría tenga siempre en cuenta su impacto
en el “valor público”, o sea, en qué medida ese cambio interno mejora
el “valor percibido” externo de la oferta final que recibe la
ciudadanía. El Test de Valor de cualquier innovación de este tipo
debe tener en cuenta, como criterio determinante, cuál es su efecto en los
usuarios finales, que no son lo/as funcionario/as sino las personas que están
al final del proceso, o sea, la ciudadanía. Esto quiere decir que no vale
“sub-optimizar” partes de un proceso para beneficiar a un colectivo de
funcionario/as que intervienen en él si esto implica después una pérdida de
calidad, eficacia o eficiencia en la gestión global que perciben los ciudadanos
y ciudadanas.
3.- Innovaciones de cultura y gestión del personal público (PERSONAS):
Son los cambios que se introducen en las políticas de
gestión de las personas que trabajan en la Administración para fomentar una
mejor aCtitud y aPtitud hacia la innovación así como más calidad y eficacia en
su trabajo. En esta categoría incluyo los llamados “procesos de
gestión del cambio” que buscan un cambio cultural en el funcionariado, así como
nuevos abordajes para la gestión del talento y el conocimiento, la comunicación
interna y la formación de los trabajadores públicos.
Dipu de Alicante y Compartim
Algunos ejemplos de estas innovaciones podrían ser el programa Disraeli que impulsaba el Departamento de
Formación de la Diputación de Alicante para testar nuevos formatos de gestión y
transferencia del conocimiento siguiendo lógicas P2P (redes entre iguales que
activan mecanismos informales de aprendizaje entre personas), el fomento de una
cultura de “trabajo en equipo” para la “gestión por procesos” en retos
complejos no resueltos por el sector público, o la creación de “Comunidades de Práctica” (CoPs) al estilo del programa Compartim del Departamento de Justicia de la
Generalitat de Cataluña que actúa como dispositivo para compartir conocimientos
y estimular la colaboración dentro de la Administración.
Estos cambios son a menudo los menos perceptibles, y más
difíciles de medir, pero quizás los más relevantes porque están en la base
de todos los demás. Si no se promueven estrategias innovadoras que faciliten
una gestión efectiva y saludable del cambio (sobre esto he publicado mucho en este
blog), resultará difícil conseguir mejoras sustanciales en las otras áreas.
Quiero insistir, una y otra vez, que la innovación es una cuestión de
personas, así que es bastante probable que para innovar haya que empezar
haciéndolo en cómo se gestionan ellas.
4.- Innovaciones organizativas (ESTRUCTURAS):
Aquí me refiero a cambios en las estructuras de
gestión que afectan el diseño organizativo. Esta categoría incluye
modificaciones en el dibujo que pauta las interacciones y competencias entre
ministerios, consejerías o centros directivos así como en los organigramas que
definen los flujos de relaciones y las funciones de cada área. Este rediseño
estructural tiene un fuerte impacto en la capacidad (cultura) de colaboración y
de trabajo multidisciplinar de la Administración, porque se trata de moldes que
pautan los modelos de interacción que son aceptados o no.
El diseño del contexto influye mucho en los comportamientos. Si
la distribución de competencias está fragmentada, siguiendo las lógicas más
ortodoxas de los organigramas funcionales, lo más habitual es que sea más
complicado propiciar la colaboración transversal entre servicios. Todo esto
afecta también los modelos de liderazgo que terminan siendo generalmente
aceptados. Si la estructura organizativa se diseña primando largas y rígidas
cadenas jerárquicas, va a ser difícil que se promuevan dinámicas participativas
que son más típicas de organigramas cortos y achatados.
Hay mucho que innovar en las arquitecturas organizativas
dentro de la Administración Pública, empezando por fomentar más sinergias entre
servicios e instituciones, reduciendo al mismo tiempo la gran cantidad de
esfuerzos que se realizan en paralelo, y que son redundantes. Esta optimización
de estructuras y su reconfiguración en dispositivos orientados (de verdad) al
usuario final, es una asignatura pendiente del sector público.
5.- Innovaciones administrativas internas (NORMAS):
Ya me he quejado antes, en este post, que el marco regulatorio constriñe en buena
medida los grados de libertad a la hora de introducir innovaciones significativas
en la Administración. Por eso es tan importante impulsar modificaciones en
el marco regulatorio administrativo interno para simplificar procesos y liberar
la creatividad del funcionariado.
Algunos ejemplos de estas innovaciones podrían ser: un
replanteamiento profundo de las nefastas RPTs (Relación de Puestos de Trabajo) para suprimirlas
o que dejen de ser fotos fijas y moldes rígidos sino dispositivos dinámicos que
capturen la necesidad de transversalidad, del trabajo en equipo y del perfil
polivalente que se requiere en el nuevo empleado público. También desmontar
burocracia innecesaria que peca de exceso de control y condiciona la
flexibilidad que se necesita para dar respuestas más proactivas a los retos de
la innovación.
La gestión pública tiene que ser garantista, y esto exige
cierta burocracia que asegure una adecuada fiscalización. Pero todavía hay
muchísimo margen para innovar en las normas internas, en favor de una mayor
agilidad y adaptación a los cambios. La normativa actual es obsoleta en muchos
ámbitos porque responde al paradigma del derecho administrativo más ortodoxo,
mientras que la sociedad ha cambiado y exige un modelo de funcionamiento más
ágil y proactivo, que muchas normas impiden porque funcionan como corsés.
6.- Innovaciones en el diseño de políticas públicas (LEGISLACIÓN):
Aquí me refiero, sobre todo, a la producción legislativa que
se da en los órganos de soberanía popular. La innovación en esta categoría
implica necesariamente abrir las instituciones a una mayor participación
ciudadana para que se implique en el co-diseño de las nuevas políticas
públicas. Una línea de trabajo imprescindible es el desarrollo de
políticas de mejora del bienestar más creativas, que den respuesta a los
grandes desafíos de la sociedad actual. También, el impulso de la transparencia
y la apertura de los datos a la sociedad civil. A más transparencia, más
posibilidades de construir una mejor democracia, y en esa línea hay muchas
oportunidades para innovar.
El impulso de plataformas abiertas de participación ciudadana como “Decide Madrid” o “Decidim Barcelona”, así como el desarrollo de iniciativas de “presupuestos participativos”, entre otros, son ejemplos de cómo es posible abrir las instituciones para la toma de decisiones y mejorar la producción legislativa tomando en consideración (de verdad) la opinión de la ciudadanía.
El impulso de plataformas abiertas de participación ciudadana como “Decide Madrid” o “Decidim Barcelona”, así como el desarrollo de iniciativas de “presupuestos participativos”, entre otros, son ejemplos de cómo es posible abrir las instituciones para la toma de decisiones y mejorar la producción legislativa tomando en consideración (de verdad) la opinión de la ciudadanía.
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