"Mucho me temo que la apuesta por la invisibilidad pueda ser al paso intermedio para la futura desaparición de la Administración pública"
Carles Ramió. Blog EsPúblico.- La consultora PwC ha
elaborado el informe Administración 2033. La Administración invisible (PwC,
2016) que es uno de los pocos estudios de prospectiva sobre la
Administración pública que se pueden encontrar publicados. Este trabajo
hace un repaso a los principales cambios del presente y del futuro inmediato
(un ciudadano más exigente, los cambios demográficos, la competencia por la
atracción de inversión entre los distintos territorios, la importancia de la
tecnología, el desarrollo urbano y el cambio climático).
Posteriormente
dibuja unos esbozos de cómo debe ser la Administración pública del futuro en
función de cinco vectores: a) Nuevo contrato con los ciudadanos:
gobernando, codiseñando y participando; b) Recuperando la legitimidad a
través de la transparencia y gobernanza de la Administración; c) Ganando
posiciones en la carrera tecnológica; d) Impulsando el desarrollo económico y
competitivo: crecimiento inteligente y empleo sostenible; d) transformando la
organización y el liderazgo. Tanto las transformaciones analizadas como
los parámetros de diseño de futuro pueden considerarse acertados
aunque obvian algunas problemáticas cruciales de carácter económico y
social.
No deja de ser curioso que
en la literatura hispana no haya encontrado ninguna reflexión prospectiva de
carácter institucional elaborada por cualquiera de las numerosas
administraciones públicas que posee nuestro rico ecosistema institucional ni
tampoco ningún trabajo académico de la extensa red de universidades
públicas. El único trabajo detectado lo ha elaborado una consultora; una
empresa privada. Otro elemento que genera curiosidad es el concepto de
“Administración invisible”. El informe inicia su resumen con la siguiente
afirmación: “Lo importante de una Administración pública no es su tamaño, sino
su capacidad para funcionar de manera eficaz en un escenario de
transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana. Por ello, la
mejor administración no sería la que no existe, sino la que no se nota que
existe” (PwC, 2015: 8).
Hay que celebrar en este par de frases
afortunadas, que intentan resumir la filosofía del estudio, varios elementos:
en primer lugar, que se defienda que “exista” en el futuro la Administración
pública. Puede parecer una información pueril pero no lo es en absoluto en unos
tiempos que se puede llegar a poner en duda su propia existencia y
supervivencia. En segundo lugar, es estimulante que otorgue tanta
importancia a elementos críticos vinculados a la calidad política e
institucional como la eficacia (pero no solo ésta), la transparencia, la
rendición de cuentas y la participación ciudadana.
Pero el elemento
inquietante es la de la invisibilidad de la Administración pública que el texto
justifica a priori por el uso intensivo de las nuevas tecnologías que será el
elemento crítico que contribuirá a que la “Administración se verá menos”. Pero
esta justificación me parece poco sólida ya que entonces las empresas privadas,
que obviamente utilizarán también las nuevas tecnologías, ¿también serán
invisibles? Es decir: ¿Google o Amazon son invisibles? Parece que el futuro
será fantasmagórico ya que los ciudadanos verán articulada su vida por
organizaciones públicas y privadas que va a parecer que no existen.
Externalización
Cierto que se puede entender también la invisibilidad de la Administración
pública por el vaticinio cierto de una gran reducción de su tamaño, por la
prestación de la mayoría de los servicios públicos por operadores privados, por
la simplificación de sus trámites que van a martirizar cada vez menos a los
ciudadanos y a las empresas ante las tarea públicas de regulación y de
prestación de servicios.
Pero que la Administración del futuro sea más
eficaz, fluida y legitimada no debería implicar su invisibilidad sino
justo lo contrario. Si se apuesta decididamente por la transparencia la
Administración pública del futuro, aunque sea más diminuta, será más visible
que nunca. La notaremos y observaremos más que nunca. Lo mismo puede
decirse con la rendición de cuentas y la participación ciudadana que
incrementará de forma geométrica la visibilidad de los aparatos públicos tanto
en su dimensión política como en su dimensión administrativa. Es
precisamente ahora cuando la Administración púbica es casi invisible y espero
que no lo sea tanto en el futuro. Es visible en su enormidad pero casi
invisible en su capacidad para captar las preocupaciones y anhelos de la
ciudadanía, para demostrar cómo y por qué toma sus decisiones, para mostrar y
justificar razonablemente sus gastos, etc.
Estas reflexiones pueden parecer puntillosas
y alambicadas ante un término afortunado y benemérito como el de la
“invisibilidad”. Disculpen mi desconfianza en un texto que reconoce la
importancia en el futuro de la Administración pública y que apuesta
decididamente por su modernización pero que como contrapartida aspira a que sea
invisible. La invisibilidad no legitima ni a nivel político ni a nivel social.
Mucho me temo que la apuesta por la invisibilidad pueda ser al paso intermedio
para la futura desaparición de la Administración pública. Los defensores de lo
público (ciudadanos, especialistas y empleados públicos) debemos estar atentos
a los conceptos y a las etiquetas que nos asignan sobre el futuro de la
Administración pública. Muchas veces el nombre acaba haciendo la cosa. Me
inquieta sobremanera que una apuesta para una Administración pública moderna
vaya acompañada de una etiqueta que le asigna una situación incorpórea y, por
tanto, fantasmagórica
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