martes, 7 de enero de 2020

10 cambios en el eGobierno. en la década (o no tan cambios)

"Los datos han cambiado mucho (open data, big data, data analytics, data science)… pero creo que para establecer las condiciones para usarlos de maneras que aún no atisbamos"

Por Sergio Jiménez- Analítica Pública blog- Pues ya está: hace unos días acabo 2019 y el decenio que empieza por el 1. Sí, ya sé que las cenas de navidad y las RRSS han movido pasiones acerca de si la década acaba en 2019 o 2020. Bueno, si contamos, sería en 2020, pero la RAE también permite el término década a los 10 años que empiezan con el mismo número. En estos 10 años han pasado muchas cosas: con echar un vistazo a vuestra vida podréis apreciarlos. Yo me he mudado 2 veces de país, he montado este blog, hemos amado y odiado a la Khalessi, y el Athletic de Bilbao ha jugado varias finales. Pero ¿hay cambios en el egobierno?

En este post podrás ver:

1.- Cambios en el egobierno de tipo legal
La legislación: de la LAECSP a las leyes 39 y 40
El primero de nuestros cambios de egobierno es el cambio de las leyes. En 2010 estábamos en un presunto acelerón con la Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos (LAECSP) que, presuntamente, tenía que garantizar el acceso a todos los servicios on-line como derecho. De hecho, en 2010, se estaba tratando de llegar a este horizonte (bueno, más o menos), pero, además, esperábamos con algo de retraso, la publicación de los Esquemas Nacionales de Interoperabilidad y de Seguridad. La LAECSP parte de una filosofía muy europea: fijar una norma como derecho y que la ciudadanía denuncie incumplimientos. Este enfoque es común a la Directiva Europea de Servicios que pretendía que, para 2011, si abrías un negocio en Colonia, te valiera el mismo permiso para hacerlo funcionar en Cádiz.

A 2020 llegamos, al menos en España, con otro enfoque. Las Leyes 39 y 40 de 2015 cambian de una visión “finalista” (haz lo necesario para tener estos servicios) a una visión más integral (todo es digital y tienes que hacerlo así, esperando tener efectos en la Administración). El tono cambia al hacer obligatorio todo el procedimiento Administrativo electrónico. Sin embargo, como ocurrió con 2011, ahora estamos a la espera de algunos aspectos nucleares de la ley con no poca polémica.

Hay que decir que en estos 10 años, en el plano legislativo la economía ha tenido un papel definitivo. Como bien señala Fernando de Pablo en un artículo en la obra de Isaac Martín Delgado, no sólo la crisis hizo tener que cumplir con leyes ambiciosas con poco dinero, es que el enfoque de la Ley, tanto a nivel español como europeo ha buscado usar la e-administración para dinamizar la economía.

La contratación y facturación: de leyes a facturas
El segundo punto a mirar es la contratación. En 2010 estábamos en un proceso de cambio de fondo; la Ley de Contratos del Sector Público. 10 años después nos encontramos con una nueva Ley de contratos de sector público debido a la transposición de las directivas europeas. No voy a opinar demasiado sobre la comparativa, porque hay gente de sobra cualificada para ello en la blogosfera, como, Guillermo YañezPilar BatetJaime de Pintos o Juan Carlos Melián entre otros. Si que quiero dar una opinión: como operador privado ni una ni otra me parecen más fácil. No es fácil entender las leyes, no es fácil contratar, y, desde luego, apuestas supuestamente importantes como el ROLECE no han estado a la altura.

También en 2010, teníamos un primer esfuerzo por impulsar la factura electrónica que no salió nada bien y tuvimos que esperar a 2015 para que fuera obligatoria. Ahora es obligatorio, y, si coges el truco y contratas un proveedor privado (aquí la administración ha externalizado el coste sin mucho remordimiento), es más cómodo. Eso sí, no creo que nadie se ha sentido ni arropado ni impulsado a usarlo.

Como decíamos antes, la ley ha tratado de usar la eAdministración como dinamizadora de la economía. Sin embargo, también vista la Ley de Contratos y el tema de la factura, ese impulso, al menos en el plano local, se centra mucho en establecer unas normas o marcos y que luego el resto tengan que adaptarse como buenamente puedan… A veces la presión es bastante grande y el cambio sencillo y la cosa sale (la factura electrónica en su segundo intento) y otras no tanto (varias fórmulas de la Ley de Contratos).

Transparencia y gobierno abierto: amor, decepción y rutina
En 2010 estábamos con el subidón de Barack Obama y su plan por el Gobierno Abierto. En 2020 estamos en un impeachment a Donald Trump en el que hay pocas posibilidades de destitución del presidente y la fiabilidad de las noticias sobre política (y de muchas otras cosas) por los suelos.

Cuanto empezamos la década, en 2010, la crisis económica, que había tratado de manera especialmente dura a España, dio lugar a una aspiración lógica: si parte de lo malo que pasa es por la corrupción y por gobiernos que mienten y no cumplen, cuanto mayor control al gobierno (y participación) menos riesgo habrá de crisis. Esto hizo que tuviéramos un movimiento político que aunque global en España fuera importante (el 15M) en el que la apertura del gobierno era crucial.

Sin embargo, fue un gobierno conservador el que en 2013 sacó una Ley de Transparencia que muchas personas juzgan insuficientes. No soy yo el que opine, porque de nuevo hay gente más que cualificada como Miguel Angel Blanes, Rafael Camacho, Fran Delgado u otras muchas personas, pero si que creo que, como en las apps de citas, había unas expectativas que luego no se cumplieron, pero al final, se acaba adaptando uno a lo que hay. Además, tenemos un avance (y freno) de iniciativas de participación o un uso desigual de la rendición de cuentas.

En todo caso, diría que la cosa es que 10 años después aunque hay más cosas que abren gobierno, no parece que los gobiernos estén más abiertos o, mejor dicho, esa apertura tenga los efectos deseados. Quizá la tarea es demasiado grande para los gobiernos, o los retos a los que se enfrenta esta apertura son ingentes, de manera que, o cambiamos de enfoque o se buscan aliados que hagan que ese gobierno abierto llegue más lejos.

2.- Cambios en el egobierno de tipo social
El dinero como motor del cambio
La relación del dinero con el eGobierno es bastante peculiar. Por un lado, esta década ha sido la de una crisis económica importante que ha influido en la capacidad de los gobiernos para impulsar cambios. En segundo lugar, esta crisis, como señalábamos, ha influido en muchos de los cambios: transparencia, control de cuentas o contratación no se pueden entender sin un periodo de carestía y control público. Por último, y no por ello menos importante: lo digital genera enormes cantidades de dinero. Las empresas digitales lideradas por GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) tienen medios tecnológicos y económicos para hacer frente a la acción pública. No sólo es eso, es que su modelo de negocio es tan boyante y creciente que es díficil plantear medidas de control efectiva a sus posiciones dominantes.

La economía digital está llegando a extremos difícilmente controlables por la acción pública. Esto afecta a la capacidad de las Administraciones de asegurar el cumplimiento de determinadas normas en su territorio ante multinacionales presentes pero con sede en otros sitios. Esto no es tanto un cambio en el e-gobierno, como un contexto al que adaptarse.

La privacidad, las cookies y la protección de datos
En la época en la que los datos son el nuevo petroleo, los datos personales son especialmente sensibles. Si vamos a principios de la década, la acción de los gobiernos sobre esos datos era quizá la mayor preocupación. Sin embargo, el aumento de datos que vamos dejando por ahí, la mejora de las técnicas de marketing digital y algunos escándalos de privacidad como Cambridge Analytica, han provocado preocupación pero, me parece, que pocos cambios en nuestro hábito de vida.

Esto se ha trasladado a la acción legal. Primero hemos tenido que adaptar leyes de privacidad a los nuevos instrumentos como las cookies. En una sociedad global e hiperconectada esto lleva a problemas de control de la legalidad. Esto, junto a la incapacidad de llevar esto adelante a un ritmo suficiente, nos llevó a un cambio de enfoque con el RGPD europeo. Hablamos menos de la tecnología y más de su uso y aplicación. Esto, por un lado nos protege más, pero, por el otro, impide explotar el petróleo como otros sitios si hacen.

Hemos pasado del miedo al gobierno, a la inconsciencia del uso privado y necesitamos buscar un modo de adaptación a un contexto nuevo. Esto requiere cambiar la ley y nuestros habitos y una nueva ética empresarial.

Las RRSS como medio de contacto
Vale que en 2010 ya había Facebook y Twitter. Es cierto que en España no estaba aún tan activo como ahora, pero ya había gente adaptándose y consumiendo. El caso es que aunque ya en 2010 la cosa no era solo de frikis, si era aún algo lejano a ser de consumo masivo. La aparición de los móviles supone un cambio importante. En la medida en la que las redes sociales crecen, las Administraciones Públicas y, sobre todo la política, han buscado un hueco en ellas.

Las redes sociales han pasado a ser un instrumento de comunicación y diálogo de la acción pública y la ciudadanía. De hecho, podríamos decir que, además de abrir múltiples posibilidades de dialogar, orientar, guiar y resolver problemas, han establecido nuevos mecanismos de acción. Sin embargo, también esto ha generado por un lado conflictos lógicos a la hora de adoptar tecnologías y, además, generando desviaciones nuevas. Buscar más visibilidad que contenido, la atención al “escándalo en twitter” y buscar la foto ha dado lugar a comportamientos fugaces e irresponsables también en la Administración.

3.- Cambios en el egobierno de tipo tecnológico
Certificados e identificación
En 2010 los certificados digitales generalmente eran difíciles de usar. En 2020 seguimos igual, especialmente en la firma. Podríamos decir que, con los cambios que hemos tenido los últimos años es, incluso un milagro que no sea aún más difícil. La compra de Sun por Oracle (y su impacto en Java), las vulnerabilidades de seguridad de los plugins para los navegadores han tenido un impacto importante. Además, las Administraciones han tenido problemas para ver reconocida su autoridad o no han respondido a tiempo a las exigencias de los navegadores de usar el protocolo https para considerar seguro el uso.

Esto ha llevado a buscar enfoques alternativos para aligerar la identificación (como Clave) de identificación federada, aunque para algunos sectores su modelo federado es un atentado a la privacidad. Eso sí, las expectativas del blockchain como solución son altas, aunque generan un problema de control de la identidad a los estados. Estos, para que negarlo, son muy celosos a la hora de asegurarse el monopolio de creación y aceptación de identidades oficiales (creo que por muy buenas razones).

Es decir, tenemos un cambio del contexto tecnológico y normativo para un recurso estratégico en la acción pública: la identificación de las partes y la fiabilidad del procedimiento válido

Computación en la nube y virtualización: de cosa de frikis al cambio total
En 2010 la computación en la nube era una cosa bastante poco expandida. Google Drive tenía un uso creciente en equipos de trabajo, pero aún no era mayoritario. En una década, la mejora de las comunicaciones y del almacenamiento han cambiado esto. Si en 2010 había que buscar en una empresa espacio para servidores y previsiones de escalabilidad, hoy en día, Amazon es el principal proveedor de hosting.

¿En qué se traduce esto? Pues en muchos cambios importantes. Por un lado, hay un aligeramiento estructural y de inversión económica importante que se deriva a servicios de software. Ahora bien, como os decía, la normativa de contratos (y los hábitos administrativos) hace muy difícil que las AAPP se aprovechen de estas tecnologías. Basta con que vayáis a decir que queréis vender un servicio digital de suscripción a una Administración y veréis la de facilidades que aparecen.

En segundo lugar, tenemos un cambio de responsabilidad y control. En algunos casos (en teoría ya no con el RGPD y demás) los servidores deben estar en territorio europeo y demás, pero ni esto siempre es así, ni siempre es sencillo de controlar. Es decir, en contextos grandes (donde tengo el hosting) vale, pero ¿y en servicios pequeños que pueden almacenar datos? La norma es la misma pero el control es más complejo (¿donde deja los datos de la cookie ese botón de me gusta del blog de la Comisión de fiestas local?).

En resumen, la Administración va entrando en el mundo de la nube que ofrece grandes ventajas de rendimiento, velocidad, costes y colaboración, pero ofrece complejidades que no sé yo hasta qué punto se ha preparado a resolver. Ni en contratación ni en uso.

Su alteza el Smartphone
Hace 10 años el iPhone era algo nuevo y caro. Hoy en día, es casi imposible conocer personas que no tengan un smartphone conectado por internet. No puedo ni imaginar todo lo que han cambiado estos aparatos. No sólo han cambiado el concepto de brecha digital, o aumentado el uso de elementos como la nube o las redes sociales de las que hemos hablado. Han permitido la geolocalización como recurso para usar servicios, la interacción casi a tiempo real con la administración o la virtualización y aumento de comunicaciones, llevando la oficina a cualquier sitio. Todo ello sin hablar de como la movilidad (no sólo lo movil) abre la puerta al internet de las cosas y al aumento de los datos.

A lo largo de estos años nos ha dado tiempo a tener webs anticuadas e inadaptadas a pasar por las apps y darlas por casi muertas. Hemos tenido que cambiar la manera de hacer webs y servicios para que valgan para la ordenador y móvil. La mayoría de las búsquedas y de la navegación es móvil. El mundo digital es puntual, contextual, ligero y a tiempo real… y todo eso en solo unos 10 años.

De las Smart Cities al data-science
Nos vamos al último punto que es el más importante. Todo lo que ha pasado este año nos ha preparado para el futuro: los datos. En 2010 las Smart Cities estaban empezando a ser una cosa. En 2020 creo que ya son solo una pequeña pata de todo lo que tenemos por delante. Tenemos almacenamiento más rápido, ligero y ubicuo. Conexiones ultrarrápidas que generan y envían datos y, con el 5g, con una enorme capacidad de interacción. Tenemos una capacidad de computación enorme que permite procesar los datos y buscar respuestas y una economía del dato en la que su explotación (y no su posesión) genera enormes posibilidades (y riesgos de privacidad). Lo dicho, casi que estos 10 años son la puerta de lo que viene: los datos.

En estos años, hemos ido definiendo los recursos y condiciones que marcan su uso. Ahora falta que la Administración sea capaz de buscar la manera de usarlos y explotarlos como hace la economía digital sin desnaturalizarse. En resumen los datos han cambiado mucho (open data, big data, data analytics, data science)… pero creo que para establecer las condiciones para usarlos de maneras que aún no atisbamos.

4.- ¿Los locos años 20?
En el siglo XX los años 20 fueron conocidos como los locos años 20 por su crecimiento económico enorme y la despreocupación social del momento. Ahora no creo que podamos hablar de un crecimiento económico enorme ni de despreocupación. Sin embargo, creo que viene una década de enormes cambios no tanto de contexto, como de uso.

Tenemos unas reglas del juego más acotadas, pero ahora con el aumento de la IA, y en un tiempo de la computación cuántica, llevará a probar nuevas cosas y planteamientos en la creación de servicios y de políticas públicas. Esto ya lo ha empezado a usar tanto el sector privado como el “niño mimado” de la innovación en la esfera pública (la política siempre incorpora esto antes que la Administración, que para eso hay dinero), y toca que la Administración lo haga.

No me cabe duda de que será así, y que poco a poco, encontraremos experiencias y casos. El problema es si seguiremos el estilo un poco a remolque y muy centrado en la caja negra de los cambios legislativos que hemos señalados. Es decir, no creo que podemos hacer esta transición bien con un legislador que diga, esta es la Ley y hay que cumplirla: ya llegaran otros (diferentes administraciones, actores privados, etc.) para que tenga efecto. La legislación y la Administración deberían trabajar coordinadas con la sociedad y enfocando el tiro, pero esto es un proceso de aprendizaje.

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