Por Antonio Arias. Fiscalización.es blog.- Kelsen popularizó la diferencia entre el recaudador y el
asaltante como esencia del Estado de Derecho. Utilicemos el argumento de modo
inverso: ¿Qué tienen en común una profesora universitaria arengando a sus
estudiantes en plena manifestación y el policía uniformado cuya presencia evita
que se ocasionen disturbios? ¿Y con la enfermera que alivia en Urgencias la
herida de un porrazo policial? ¿Y con la juez que le impone una multa? ¿Y con
el cartero que se la notifica? Sí, comparten el estatuto de empleados públicos.
Funcionarios en sentido amplio, solemos decir, simplificando la diversa
naturaleza jurídica del variado catálogo de trabajadores al servicio de
nuestros poderes públicos.
Por eso, la obra que ayer presentó José Ramón Chaves en
el Club Prensa Asturiana del diario La Nueva España, “Ser funcionario en tiempos difíciles“, supone un nuevo de
para este prolífico autor. Para garantizar que se trata de un texto
de fácil lectura subtitula entre paréntesis (Motivos de orgullo y claves de
supervivencia). Algo que, según explicó, es toda una declaración de
intenciones: quiere ser el manual de desactivación de explosivos, contándole
directamente al lector todo lo aprendido durante más de 11 trienios
administrativos.
Así es nuestro generoso y entusiasta jurista, que disecciona
la burocracia con su peculiar bisturí. Presenta a los protagonistas, con sus
historias y sus intereses, sus anhelos y desafíos, siempre con su peculiar
estilo, erudito y multifacético, intelectualmente travieso, que le llevará
por los territorios del servicio público en una materia seria que aborda de
manera divertida.
El lector convivirá con el directivo público así como con la
variada tipología funcionarial, que clasifica en cuatro roles: tramitador,
gerente, pensador y guardián. No faltan los trepa ni los pata-negra,
ni los jefes tóxicos, ni los sindicatos, como tampoco la dimensión emocional
del funcionario enfrentado a un mundo competitivo, mal pagado y socialmente
ingrato. Asimismo, le presenta la problemática de la gestión de recursos
humanos, sus herramientas y el uso de la discrecionalidad técnica o de las
necesidades del servicio, así como el impacto de las nuevas tecnologías
La obra trata con especial cariño al modelo clásico de
Administración donde todo era previsible y presencial. Un modelo que agoniza
(“el señor del expediente” dice el autor) y anuncia un nuevo paradigma
para la cadena de valor de la Administración ante los profundos cambios
que ha traído la sociedad del conocimiento (y su economía). En todas
las organizaciones se alumbra un nuevo tipo de trabajador, con mayor autonomía,
creatividad y formación. La Administración no podía ser menos y pierde
trascendencia el organigrama formal. La capacidad de coordinación deja de ser
la habilidad más valorada. En las burocracias profesionales, públicas o
privadas, encoge la autoridad jerárquica con unas plantillas cada vez más
“planas” que descansan inevitablemente sobre la innovación tecnológica. Un
terreno que nuestro autor conoce bien.
Estamos ante un creador que ha superado el centenar de
artículos jurídicos y la veintena de libros
Recientemente, este magistrado especialista de lo
contencioso administrativo impartía una vanguardista conferencia en un curso de la UIMP en
Santander –dirigido por el matemático Santos González sobre “Tendencias
actuales de la inteligencia artificial”- donde reconocía que estamos en una
fase de transición que afecta a todo nuestro derecho, que ha venido girando en
torno a la idea de un Estado soberano donde reinaba la seguridad jurídica y
primaban los documentos y las personas. Nos encaminamos -exponía- hacia un
sistema jurídico globalizado donde predomina la incertidumbre, abundan las
pruebas electrónicas y no son identificables todos los sujetos jurídicos, en
medio de una eclosión de derechos digitales cuya extensión y límites no están
claros ¿Cómo sobrevivir en ese escenario?
El doctor Chaves recurre cotidianamente a los fundamentos
jurídicos y los maneja con maestría, lo que le permite desenvolverse con
facilidad en entornos administrativos complejos y dinámicos donde los
conceptos son la única caja de herramientas posible.
Hoy, en plena explosión de la información legal, de fácil e
inmediato acceso, a medida que nos hacemos mayores debemos de acudir al conocimiento,
a los principios esenciales más que a los datos. Como veteranos ajedrecistas
(él lleva el veneno dentro) sabemos que lo único que nos permite competir con
el cálculo extraordinario de los jóvenes maestros (o de las computadoras) es la
comprensión de los fundamentos. El autor lo sabe y lo practica, hasta el punto
de mantener una sección permanente de la prestigiosa revista El consultor
de los ayuntamientos y de los juzgados con el título de “Museo de la legalidad
administrativa” sobre institutos que subsisten inmunes al paso del tiempo.
Con todo este bagaje y experiencia, el lector encontrará en
este ensayo muchas referencias a la vida administrativa. Uno de los
protagonistas principales es el jefe, que describe con maestría, con
sus diversas tipologías y patologías. Los conoce bien pues ha sufrido y
disfrutado algún Alcalde, Consejero autonómico o Rector tras su paso por cinco
administraciones, ejercitando sus dotes como observador de los
engranajes administrativos. Sin embargo, no lo olvidemos, detrás de todo esto
hay horas y horas de constancia, reflexión y trabajo.
Agradezco al autor la cortesía de pedirme un prólogo y la
valentía de dejarme contar tantas divertidas y comprometedoras anécdotas de su
vida administrativa
Durante mi breve presentación hice referencia a un comentario que un seguidor de su página web dejó esta
misma semana y que resume muy bien el contenido y el tono del libro:
Xavier B-B
He tenido ocasión de leer la obra «ser funcionario en
tiempos dificiles». Fin de semana del 6 al 8 de diciembre. Brutal. Como caer en
medio de la batalla de Stalingrado en pleno combate. No solo te permite reírte
sino lo que es aún «peor»: reflexionar. Hay tantas circunstancias que comparto,
por haberlas padecido o gozado en primera persona o haberlas vistas.
Es un libro, a mi juicio, que conjuga el humor con reflexiones
que aunque parezcan a veces humorísticas, son muy profundas. Hay conceptos que
solo se pueden exponer en un libro así,, «la paz social» -comprada-, los
directivos públicos, los roles del funcionario, las edades del funcionario
(buff….que buenas las páginas 154-163), la gestión de los recursos humanos…..El
libro es de lectura obligatoria -se lee muy rapidamente, si eres funcionarios
entre los 40 y 60 años-, aunque sólo tiene un «pero» que no es culpa del autor:
ningún funcionario joven, que apruebe la oposición y llegue con ganas a su
nuevo puesto -sea cual sea- se creerá nada del libro, pensará que es un montaje
mental del autor. Si lo hago leer a mis alumnos universitarios aspirantes a
funcionarios les causará un efecto demoledor …. Es una lectura «para adultos»,
como algunas revistas o accesos a internet. Desgraciadamente, todo el libro es
cierto.
PS: por cierto, la cita de Kissinger de «lo ilegal lo
hacemos enseguida; lo inconstitucional nos cuesta un poco mas», pag. 342, es
impresionante … La relación de citas recopiladas en el libro es excelente.
El libro me enganchó por las ellas y luego me leí el libro. Es perverso :-), es
como leer un libro empezando por las notas de pie de pagina, pero la gran mayoría
son geniales. El caso judicial laboral de la pag.113 lo voy ha incorporar a mis
clases de profesor de empleo publico.
Las pinceladas impresionistas se mezclan con el dato
objetivo, la norma, la sentencia didáctica o la anécdota y el guiño al lector.
En fin, una obra de lectura fácil, donde el funcionario
reconocerá las situaciones reflejadas y le serán desveladas las grandezas y
miserias de la gestión de recursos humanos en la Administración, bajo la
perspectiva de quien es gran defensor del interés público y de sus servidores.
Como dijo la Gerenta de la Universidad de Oviedo, Ana Isabel Caro Muñoz,
durante la glosa de la obra , “el autor de deconstruye la realidad para
construirla de forma amena”.
La editorial Wolters
Kluwer realizó un importante despliegue, con su gerente de
publicaciones de Administraciones Públicas, Lourdes Bernal, supervisando
que todo estuviera en su sitio.
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