Post relacionado. Jesús Casas. El Confidencial: Yo me hice funcionario porque quería cambiar el mundo
Carles Ramió. Blog EsPúblico.- Hay más valores que debería asentar con fuerza la Administración pública del Siglo XXI, además de los siete valores anunciados en un artículo anterior:
Carles Ramió. Blog EsPúblico.- Hay más valores que debería asentar con fuerza la Administración pública del Siglo XXI, además de los siete valores anunciados en un artículo anterior:
8.- Valor de respeto a la privacidad personal: con la revolución
de las tecnologías de la información los ciudadanos son de cristal (Keen,
2016), son transparentes y fácilmente manipulables tanto por grandes empresas
privadas como por instituciones públicas. Hemos pasado de una situación casi
absurda con un exceso de celo de las agencias de protección de datos en el seno
de las instituciones públicas, ralentizando potenciales avances tecnológicos, a
una anarquía desregulada en el ámbito privado. De forma rápida y casi
espontánea se han ido generando Grandes Hermanos de carácter privado que hacen
que los ciudadanos sean inconscientemente muy vulnerables a la manipulación
económica y social. Habrá que revisar el valor de la privacidad logrando el
difícil equilibrio entre fomentar la capacidad de innovación con el derecho a
la privacidad personal.
9.- Valor de respeto a una identidad digna: la revolución de las
tecnologías de la información han generado un nuevo tipo de identidad: la
identidad digital. Se ha perdido el derecho implícito al olvido de los errores
que cometen las personas. Ahora un mal paso, un error, puede estigmatizar de
por vida a un individuo. Estos errores personales o profesionales se encuentran
con facilidad en los buscadores y en las redes sociales. También se producen
auténticos linchamientos sociales en las redes por opiniones y posturas que
pueden ser poco afortunadas pero en absoluto ilegales. Es un valor técnicamente
difícil de preservar en su totalidad pero sí que se pueden establecer
regulaciones del tipo derecho al olvido, de protección a los actores más
vulnerables (adolescentes, personas que padecen algún desequilibrio
psicológico) y de mayor concienciación social ante esta nueva problemática.
10.- Valor de transparencia y de rendimiento de cuentas: la
transparencia y la rendición de cuentas son dos valores plenamente asumidos por
las instituciones públicas. Pero esta asunción en algunos casos es real pero en
la mayoría tiene una dimensión más formal e incluso es una impostura. Hay que
superar la fase de querer mostrarlo todo para que no se pueda observar lo más
relevante. En muchos casos la transparencia es solo traslúcida. Los dos grandes
elementos que quiere conocer la sociedad de sus instituciones públicas son: en
primer lugar, cómo y quiénes participan en la toma de decisiones y esto se
logra con una transparencia total de la agenda institucional y de sus altos
cargos. En segundo lugar, los ciudadanos quieren saber en qué se gastan las
instituciones públicas hasta el último euro. En el rendimiento de cuentas
también se incluye la evaluación sistemática y transparente de las políticas
públicas.
11.- Valor de la participación colectiva de carácter político: la
democracia representativa no puede ser la única vía de participación política.
Las instituciones públicas deben abrirse y fomentar otras vía alternativas de
participación, algunas de ellas sencillas gracias a las tecnologías de la
información. El valor de la participación debería ser muy agudo en el ámbito
local y mucho más mesurado en ámbitos institucionales superiores debido a su
complejidad y a la falta de homogeneidad de los participantes que podrían
generar externalidades negativas (Colomer, 2016). De todos modos, será
especialmente necesario, sensible y delicado por su complejidad abrir sistemas
de participación política a la ciudadanía a las instituciones macro regionales
(del tipo UE) para que logren una mayor legitimidad política y social.
12.- Valor contra la competencia desleal entre países: no son
tolerables las actuales diferencias fiscales entre los países ni tampoco
asimetrías muy acusadas en el proceso de la globalización. El gran reto consiste
en erradicar definitivamente los paraísos fiscales como mecanismo para lograr
que las grandes fortunas contribuyan en lo que les corresponda a la
financiación de los servicios públicos. Esta necesidad es cada vez más
acuciante cuando una parte de los economistas proponen, con acierto, un
impuesto especial sobre la riqueza para intentar disminuir los desequilibrios
sociales (Piketty, 2014). Es evidente que la mejor forma para superar este
problema sería avanzar en la implantación de un gobierno de carácter mundial
aunque los Estados-nación y las macro regiones actuales (UE) tienen suficiente
poder para erradicar este perverso fenómeno. Si no se ha logrado ya es por una
gran impostura de los gobiernos deseosos de proteger o capturados por sus
élites nacionales extractivas.
También se trataría de superar algunas
asimetrías en el seno del proceso de globalización. Las desigualdades laborales
son un problema difícilmente evitable y que tiende incrementalmente a una
cierta igualación pero lo que no es asumible son manipulaciones de las monedas
para lograr mayor competitividad y fuertes aranceles e intervenciones públicas
(como las que realiza China) que pervierten las reglas del juego de la
competitividad mundial (Trías de Bes, 2013).
13.- Valor de la valentía: se trata del valor de fortaleza
individual y social, a pesar de la sensación individual y colectiva de
inseguridad, para evitar caer en una histeria colectiva. Los retos
tecnológicos, económicos, sociales y políticos durante los próximos años van a
ser enormes. En este contexto es natural que los diversos actores económicos,
políticos, sociales y los ciudadanos se sientan inseguros. Este miedo puede
generar todo tipo de trastornos económicos, sociales y políticos: demagogia,
xenofobia, egoísmo individual, colectivo o nacional, retraimiento cultural e
intelectual, tentativas secesionistas, etc. La sociedad, empoderada gracias a
las redes sociales, tiene que hacer frente a los retos e intentar buscar
soluciones que sean lo más satisfactorias posibles pero sin caer en lógicas
sociales y políticas de carácter regresivo. Las crisis hay que afrontarlas
desde la valentía y no dejar espacio a la cobardía ya que si no se abren zonas
de incertidumbre que pueden atentar contra los derechos humanos (por ejemplo,
la actual crisis de los refugiados en Europa) y al bienestar global.
Esta es una muestra de algunos de los valores más
importantes que hay que incentivar y preservar de cara al futuro pero seguro
que quedan muchos valores que se han perdido en el teclado y que entre todos
tendremos que ponderar si los incorporamos o no de cara al futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario