Por Carles Reamió. Blog EsPúblico.- Es todo un clásico analizar el mapa municipal español en clave de su excesiva fragmentación. Suele argumentarse que la mayoría de los municipios españoles son excesivamente diminutos para una gestión eficaz y eficiente. Pero en la práctica nunca se ha impulsado ningún programa real de agregación de municipios como si han hecho otros países como, hace varias décadas, Gran Bretaña o, hace menos tiempo, Dinamarca.
Distritos de la ciudad de Madrid, la más poblada de España |
Local vs global
No deja de ser una ironía que con el desarrollo de la
globalización es necesario un ingrediente de equilibrio que consiste en poseer
instituciones micro que aporten proximidad y humanidad al actual e inevitable
proceso de globalización. La identidad local a nivel micro va a ser más
necesaria que nunca ante la homogeneización y estandarización que supone la
competencia globalizada. Una identidad local que facilite lógicas de
participación política más directa y sistemas de colaboración y cogestión de
servicios. Afortunadamente, nuestro actual mapa municipal tan fragmentado (y
denostado por muchos durante tiempo) puede aportar este valor de manera
natural. Es la paradoja del paso de tiempo: un modelo que hasta hoy era
percibido como anacrónico pasa a ser necesario y moderno. Curiosamente el
problema que habrá que resolver es como se organizan territorialmente las dos
grandes áreas metropolitanas de España y el resto de ciudades de considerables
dimensiones. Todas estas ciudades tienen una escala excesivamente enorme para
poder implantar con éxito las lógicas de participación ciudadana,
empoderamiento social y para generar una identidad cohesionada de proximidad.
Por tanto, todos estos municipios tendrán que hacer un esfuerzo de
descentralización política y de gestión para parecerse al mapa municipal de
carácter fragmentado. La organización por distritos, como la que tienen algunos
municipios, puede ser una posibilidad. Pero en muchos casos (por ejemplo,
Barcelona y Madrid) los distritos tienen una dimensión excesiva y habría que
plantearse una dimensión inferior al menos en materia de participación
ciudadana y de cogestión social de determinados servicios en barrios (tal y
como se lo está planteando actualmente a nivel todavía teórico el Ayuntamiento
de Barcelona). No deja de ser curioso que ahora el reto sea cómo descentralizar
las grandes ciudades emulando al resto del mapa municipal español.
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