Por Carolina Plaza Colodro, Tina Freyburg y Hugo Marcos - Marn Agenda Pública blog.- La crisis económica y financiera de finales de la década de
2000 es ampliamente reconocida por facilitar el éxito de nuevos partidos
políticos en Europa. Sin embargo, en este artículo argumentamos que votar por
nuevos partidos no puede entenderse como una mera respuesta económica. Más
bien, en momentos en que la crisis económica se enfrenta a una crisis cada vez
más profunda de la representación democrática, las actitudes populistas pueden
hacer que los ciudadanos perciban a los nuevos partidos como una alternativa
política real a las fuerzas tradicionales.
A raíz de la crisis financiera y económica de 2008, la
mayoría de las sociedades europeas fueron testigo del declive electoral de los
partidos establecidos y del surgimiento de nuevas plataformas políticas. Estos
nuevos actores han llamado la atención no solo por su rápido éxito, sino
también porque a menudo son vistos como sintomáticos de la tendencia populista
en la política europea.
España es un buen ejemplo de ello. En las elecciones
nacionales de 2011, el PSOE salió del gobierno en favor del PP. En 2015,
después de que el PP implementara un programa de austeridad, el electorado
castigó a ambos partidos establecidos con porcentajes de votos históricamente
bajos. El apoyo se dirigió a dos recién llegados a la política electoral,
Ciudadanos y Podemos que, lejos de ser iguales, se distinguen por su actitud
crítica hacia el establishment político y al mismo tiempo, difieren
sustancialmente en la ideología política, siendo Ciudadanos un partido de
centroderecha y Podemos de izquierda radical.
La aparición y resistencia de nuevos partidos
Pero ¿qué pasará con los nuevos partidos como
Ciudadanos y Podemos una vez que la crisis económica ya no esté en la agenda
política? La formulación de expectativas sobre esta y otras preguntas
relacionadas requiere una mejor comprensión de lo que motiva el éxito de los
nuevos partidos y el declive de los partidos tradicionales. El éxito de los dos
nuevos partidos españoles, de manera similar a otras nuevas formaciones
políticas en Europa, se explica generalmente en términos de la reacción
negativa de los votantes a las condiciones económicas de su país. Los votantes
que perciben que su propia situación económica, y especialmente la economía de
sus estados empeora, tenderán a castigar al partido en el gobierno votando por
las alternativas políticas disponibles, ya sean partidos de oposición o fuerzas
previamente marginales o nuevas, o directamente absteniéndose.
A pesar de la prominencia de las teorías del voto económico
para explicar el apoyo a los nuevos partidos, muchos estudiosos dudan de que el
comportamiento electoral en tiempos de crisis sea reducible solamente a los
juicios a corto plazo sobre el desempeño económico nacional y destacan el papel
de la ideología política para influir en las reacciones de los votantes ante el
deterioro económico percibido. Esta perspectiva, como complemento a las
teorías del voto económico, considera que las percepciones de los votantes
sobre la situación económica están mediadas por la ideología política. Por lo
tanto, es la percepción de las dificultades económicas enmarcada
ideológicamente (en lugar del estado objetivo de la economía) lo que explica el
voto en contra del establishment.
Introduciendo las actitudes populistas
Argumentamos que esta imagen aún no está completa. La
investigación académica sobre cómo la Gran Recesión impulsó el éxito de nuevos
partidos en las elecciones nacionales dejó una dimensión desatendida: el
papel de las actitudes populistas. Adoptamos la definición generalizada de
populismo como una ideología fina o delgada que considera que la sociedad se
separa en dos grupos homogéneos y antagónicos, ‘el pueblo puro’ y ‘la élite
corrupta’, y que argumenta que la política debería ser una expresión de la
voluntad general o de ‘la gente’.
Considerar el populismo como una ideología fina nos permite
distinguirlo de las ideologías «más gruesas» que brindan visiones del mundo
completas, como el socialismo o el liberalismo. Así, el populismo puede presentarse
en combinación con programas de izquierda y de derecha o sin un programa
específico definido ideológicamente. Las actitudes populistas de los individuos
se entienden como latentes y solo son electoralmente efectivas cuando son
activadas por actores políticos con un discurso populista.
Los estudios han demostrado que las actitudes populistas son
buenos predictores del apoyo a los partidos populistas. Sin embargo, no
todos los partidos nuevos que surgieron a raíz de la crisis financiera y
económica son populistas, como ejemplifica Ciudadanos. Así, todos los nuevos
partidos podrían haberse beneficiado de los votos de los ciudadanos con
actitudes populistas, ya que, si bien no son necesariamente populistas, los
nuevos partidos seguramente se esfuerzan por presentarse como capaces de romper
con las relaciones de poder político existentes, lo que podría explicar el
atractivo de los nuevos partidos para los votantes con este tipo de actitudes.
Nuevos partidos y actitudes populistas
Nuestra investigación sobre los nuevos partidos españoles
proporciona evidencia en apoyo de esta hipótesis. Usando los datos de una
encuesta representativa, encontramos que los votantes con fuertes actitudes
populistas tienen más probabilidades de apoyar a un partido nuevo, independientemente
de si sostiene un discurso populista o no. Esto sugiere que los nuevos partidos
ofrecen un potencial de identificación positiva a los votantes con actitudes
populistas. Si los nuevos movimientos no hubieran ofrecido ninguna
identificación a los votantes que rechazaron a los partidos tradicionales,
entonces estos individuos con actitudes populistas probablemente habrían
renunciado a acudir a las urnas.
Nota: Para más información, ver el artículo de los autores
en West
European Politics
El gráfico muestra cómo las actitudes populistas en
interacción con la ideología de izquierda-derecha influyen en las intenciones
de voto para los nuevos partidos. Resulta que la probabilidad de que
individuos de izquierda y de derecha voten por Podemos es aproximadamente la
misma si comparten fuertes actitudes populistas. Los nuevos partidos populistas
parecen ser capaces de atraer votantes populistas que no comparten plenamente
su posición ideológica. Por el contrario, los encuestados con fuertes actitudes
populistas tienen menos probabilidades de votar por Ciudadanos si se ubican en
el lado izquierdo de la escala ideológica. Cuanto más se mueven los encuestados
hacia la derecha, mayor es la influencia ejercida por las actitudes populistas
sobre la probabilidad de votar por Ciudadanos. La congruencia
político-ideológica desempeña un papel importante al explicar por qué algunas
personas populistas tienen la intención de votar por un nuevo partido político
no populista.
Lo que podemos aprender
Es probable que este conocimiento novedoso sobre el
comportamiento electoral posterior a la crisis refine nuestra comprensión de
los motivos detrás del debilitamiento de los partidos tradicionales en favor de
los nuevos. En España, como en otros lugares, las elecciones posteriores a
2008 han provocado un aumento de la fragmentación electoral, la inestabilidad y
la polarización política. El conocimiento sobre las causas de estas dinámicas
puede aumentar nuestra comprensión de las tendencias que configuran el
desarrollo de políticas democráticas en un futuro cercano.
En general, nuestro estudio sugiere que los nuevos
partidos políticos pueden conectarse con el electorado más allá de las
consecuencias económicas de la crisis. El surgimiento de nuevos partidos puede
verse como una expresión de las transformaciones estructurales de gran alcance
que se están produciendo en los sistemas políticos de Europa occidental,
cambios catalizados por la Gran Recesión. Por lo tanto, los nuevos
partidos pueden sobrevivir incluso en tiempos de prosperidad económica, aunque
pueden surgir nuevos desafíos en forma de problemas de institucionalización o
de su capacidad para movilizar continuamente las actitudes populistas del
electorado.
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