domingo, 17 de febrero de 2019

Leyes de corrupción y la lucha por la ejemplaridad pública

Sobre la novedad editorial:  Leyes de la Corrupción y Ejemplaridad Pública (Ed.Amarante, 2019) de J. A. Fernández Asenjo

Por José Ramón Chaves. delaJusticia.com. Con el resultado de las inminentes elecciones se producirá el reenganche así como la renovación de los políticos a los mandos de los gobiernos estatal y autonómicos. Se pondrá a prueba no solo su capacidad de liderar y dirigir la cosa pública sino también su honradez ante los ciudadanos porque no olvidemos como nos recuerda una conocida película que “La corrupción nunca duerme”.

En ese escenario, acaba de publicarse un libro de ensayo ameno, sencillo y esperanzador, titulado Leyes de la Corrupción y Ejemplaridad Pública (Ed.Amarante, 2019) obra del erudito académico y doctor José Antonio Fernández Asenjo, prologada por Ricardo Rivero Ortega, Rector de la Universidad de Salamanca y Catedrático de Derecho administrativo.

La obra acomete una visión del fenómeno de la corrupción pública bajo la única perspectiva que creo podrá ser acorralada, la de los valores y la conciencia de las personas. Un paseo magnífico por una realidad incómoda. Veamos

El autor,  que actúa como un atento guía por el museo de la corrupción pública, tras indicarnos su origen y efectos, nos muestra los valores que deben cultivarse: la cultura de limpieza en la administración persiguiendo el buen hacer y buena imagen institucional; la lealtad institucional entre administraciones para evitar que los desaprensivos aprovechen los flancos abiertos; la austeridad o gasto dentro las posibilidades reales; y recuperar la ética institucional en lugar de la ciega parcelación de cometidos técnicos entre los múltiples órganos de control (Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Abogacía del Estado, Inspección de Hacienda, Consejo de Estado…).

También se ocupa de los modelos de la buena y mala autoridad, del buen y mal funcionario, sin perder el optimismo y sin dejar de rendir tributo al funcionario discreto y servicial en un contexto que no ayuda a serlo.

Texto inspirado en escándalos
El texto está anclado en casos reales, desde los remotos (Filesa, Fondos, Roldán,etc) hasta los recientes (Palau,Gürtel, ERE,etc). Tampoco faltan las anécdotas, por ejemplo, la queja de Miguel de Unamuno de haberse visto postergado para una plaza pese a su apabullante curriculum,derrotado por la mera fe de bautismo de su competidor.

Y como no, infinidad de oportunísimas citas; por ejemplo, la aguda percepción del historiador Polibio: “no hay testigo tan terrible ni acusador tan potente como la conciencia que mora en el seno de cada hombre”, o la lúcida de Barak Obama, “en democracia, el cargo mas importante es el de ciudadano”)

La moraleja, que deberíamos interiorizar todos, y particularmente los políticos, es que las bombas de racimo con leyes, coacciones y castigos que se anuncian como males del infierno para los infractores poseen poca fuerza disuasoria para los profesionales de la corrupción, debiendo actuarse mejor sobre la conciencia de las personas que sobre su libertad o bienes; mejor incidir en su mentalidad y educación para promover la ejemplaridad natural. Cita el autor el caso de Finlandia donde no se ha acudido a la hiperregulación legislativa y cuyas normas antifraude no han sido reformadas en casi un siglo, pero se ha puesto el acento en la profesionalización de la burocracia, en el consenso político y una administración abierta y participativa.

En esta línea me viene a la mente el diagnóstico del sociólogo francés Michel Crozier y expresado lúcidamente en el título de su obra “No se cambia la sociedad por decreto”(1984).

Una gran obra, como es de esperar en quien obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado con su monumental tesis “Aspectos jurídicos y económicos de la corrupción” además de Premio del Tribunal de Cuentas Europeo para la investigación en auditoría del Sector Público 2010.

Ahora nos ofrece esta versión ligera, bajo la perspectiva ética del fenómeno de la corrupción, con edición de calidad y formato cuidado, que consigue que el lector lleve una lectura pausada y esperanzadora.

En suma, un ameno, razonado y riguroso alegato para combatir la corrupción desde la defensa de valores en toda la extensión, con ideas finales o retos, en torno a recomendar que los gobiernos recuperen la costumbre de decir la verdad, que el legislativo aplique la tolerancia cero contra la huida del Derecho administrativo, que administraciones y funcionarios luchen por la dignidad de su alta función, y que la sociedad civil salude con orgullo las buenas prácticas, la buen administración y la transparencia. Una buena lectura con buenas ideas en tiempos no tan buenos.

Por mi parte, aprovecho para comentar que tuve oportunidad de hablar el pasado jueves en la Universidad de Salamanca sobre Corrupción y Transparencia, tema que siempre me preocupa del que me ocupé en anterior post, en el III Congreso Internacional para combatir la corrupción y por el control público, donde aproveché para ofrecer mi visión de las luces y sombras del fenómeno y donde concluía con la licencia humorística de esta viñeta:


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