"Hay que empeñarse en bastantes ocasiones en dejar formalizado un expediente en condiciones"
Por Ignacio Pérez. Blog EsPúblico.- Este Blog, cómo no, es un lugar en el que se estudian
aspectos relacionados con la administración local y el mundo del derecho local
en sus aspectos teóricos y prácticos. Pero también en el que se comparte con
colegas el día a día, a veces gratificante, a veces exquisito y a veces
bastante chusco.
Como he relatado en alguna otra ocasión mi puesto como
funcionario con habilitación de carácter nacional (FHN) está en un
municipio de aproximadamente 1.500 habitantes. En esta ocasión he de referirme a
la soledad que el Secretario-Interventor-Tesorero (Uno y Trino) puede sentir en
bastantes ocasiones. El FHN en un pequeño municipio es un todoterreno, en
términos automovilísticos, un SUV (Sport Utility Vehicle o todo-camino).
Corremos peligrosos rallyes sin asistencias técnicas. Se debe estar preparado
para transitar por carreteras buenas, malas y regulares, autopistas y caminos
vecinales. Ha de disponer mentalmente de una pequeña y siempre imperfecta
enciclopedia práctica, ha de saber un poco de aquí, un poco de allá y en fin,
un poco de todo para que si mete la pata no lo sea excesivamente, porque meter
la pata la meterá. Puede estar muy preparado académicamente pero ese
conocimiento puede ser verdaderamente difícil aplicarlo en ocasiones al caso
concreto. Por otra parte, desgraciadamente, los problemas no suelen ser
compartidos con nadie. Y obviamente surgen dudas metódicas, dudas a veces de
cosas obvias que piensa que no debería tener; a veces la mente se queda en
blanco y se queda uno con la cara de idiota. Eso produce un elemental desgaste
para el precario mantenimiento de una mínima autoestima y seguridad en uno
mismo. Pero los temas, mal o bien, tienen que salir adelante, los plazos
corren, la ley agobia –dura lex, sed lex– y hay que finalizar las cosas. Y ahí
es donde voy.
No sé si a muchos de mis compañeros que puedan leer estas
líneas les puede pasar lo mismo, pero en mi caso y en ocasiones, los
expedientes se enquistan y por diversas razones se quedan encima de la mesa y
no avanzan, y lo que es peor, no finalizan. Y eso no deja ninguna buena
sensación. Analicemos someramente factores que influyen para que los
expedientes se agarren como garrapatas a la mesa y no acaben puntualmente en el
archivo:
Uno. Nuestro sistema local atribuyó a los Alcaldes funciones
de gobierno y dirección de los asuntos municipales. Ello implica que debe
existir un “impulso de dirección” que, a veces, es escaso. A muchos
Alcaldes no les importa demasiado que determinados asuntos prosigan hasta la
finalización. Son en muchas ocasiones temas de mera legalidad administrativa
pero que carece de trascendencia ad extra. Así que el expediente queda
moribundo, agónico, que no muerto del todo, por consunción en su sentido de
extenuación.
Dos. Un segundo factor es que los ciudadanos se muestran en
bastante ocasiones díscolos y muy poco colaboradores: se les requiere para que
presenten documentación y no lo hacen y así, el expediente se queda en espera per
saecula saeculorm (amén) a pesar de lo que diga la ley. Resolver y
notificar que se le tiene por desistido es un poco fuerte por lo que se
va esperando… A la larga hay que (o habría que) empezar a formalizar
expedientes para declarar la caducidad, notificación, tres meses y nueva
notificación. Pero ¿a quién le importa que un expediente esté muerto en
un cajón o se declare caducado? De hecho en ocasiones es obvio que mucho listo
“nos da la vuelta” dados los escasos medios con que contamos. En el caso
de una licencia de obras, se requiere al ciudadano para que aporte determinada
documentación y no lo hace. Pero pasa el tiempo, uno se olvida, ya lo
presentará, y al cabo, uno se da cuenta de que una obra puede estar
terminada quizás por obra (nunca mejor dicho) y gracia del Espíritu Santo
o quizás, con mucha más probabilidad porque el interfecto se da cabal cuenta de
nuestras limitaciones y tira palante con cierta confianza en que no
pasará nada. No le suena que en el pueblo haya sido nadie sancionado por algo
parecido hacer una obra con extralimitación de los términos de la licencia
por ejemplo. Así que existen obras sin licencia que quedan
amparadas en la mayoría de los casos por el instituto de la prescripción al no
existir posibilidad a posteriori de actuar desde el punto de vista del derecho
sancionador, no sólo para imponer una multa sino tampoco para reponer la
realidad física a su estado.
Tres. Y un tercer factor –ya se ha comentado por mí y
por otros en este Blog- es que nuestro derecho en mi modesta opinión,
es extremadamente garantista. Ciertamente debe serlo, estamos en un
estado de derecho, pero cierto es también que el pillo aprovecha
cualquier recoveco para airear tus vergüenzas y pasar olímpicamente de la
incómoda norma, cuyo cumplimiento le supone tiempo, esfuerzo y casi siempre
dinero.
Dicho lo cual hay que concluir que hay que empeñarse en
bastantes ocasiones en dejar formalizado un expediente en condiciones. Se trata
de un esfuerzo o acto de voluntad puro, cuyo único objetivo es tener la
conciencia tranquila y archivar los papeles. Es como ver un cuadro torcido y
tener la imparable necesidad de enderezarlo. Vaya final ‘gratificante’ ¿no?
Así es la cosa, bienvenidos al Club de los Expedientes Muertos
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