Por Carles Ramió - espúblico blog - Hace 4 años que el Ayuntamiento de Barcelona creó una nueva oficina municipal de datos. La justificación para el nacimiento de esta nueva unidad es la siguiente: gracias a toda la infraestructura tecnológica y de sensores desplegada por la ciudad, generamos, recogemos, recibimos, almacenamos, procesamos o compartimos muchísimos datos que tienen un gran valor intrínseco. El actual volumen de información que la ciudadanía y el propio Ayuntamiento generan con sus actividades, combinado con la tecnología existente y la ciencia de datos, permite dar un salto adelante y ser más eficientes al capturarlos, almacenarlos y analizarlos, y sacar conclusiones que ayuden en la toma de decisiones para nuevas medidas públicas. Los datos se convierten en una infraestructura de interés público, en un recurso compartido y para el bien común. Son la clave de la ciudad y se pueden utilizar para tomar decisiones de manera más rápida y democrática, para promover la innovación, para conseguir mejores servicios públicos y para empoderar a las personas. Con esta premisa, el Consistorio de Barcelona consideró prioritario abrir la Oficina Municipal de Datos (OMD), que hoy es responsable de la gestión, la calidad, la gobernanza y la explotación de los datos en propiedad o custodiados por el Ayuntamiento de Barcelona y todos sus entes asociados (públicos o privados).
Considero que esta iniciativa tendría que ser imitada por todos los ayuntamientos con más de 20.000 habitantes y por las diputaciones provinciales para dar apoyo a los ayuntamientos de dimensiones más modestas.
La gestión pública del futuro inmediato se va a canalizar mediante las siguientes tres dinámicas: a) introducción de la inteligencia artificial en la gestión ordinaria y en los procesos decisionales mediante algoritmos e información fiable que alimente los mimos; b) una gestión del conocimiento basado en dinámicas de trabajo colectivo, transversal y pluridisciplinar que catalice dinámicas de inteligencia colectiva; c) el incremento de las capacidades estratégicas para poder ser más proactivos mediante la realización de análisis de prospectiva.
Estas tres dinámicas de innovación en la gestión pública son estimulantes y beneméritas pero no se podrán sustanciar si antes no se atiende una función prosaica, compleja y aburrida: la gestión inteligente de la información o lo que los académicos denominan de manera pomposa «el incremento de las capacidades institucionales para la gobernanza de datos». Los tres puntos en común de los tres vectores de innovación, antes resaltados, es que para su implantación es totalmente imprescindible poseer información de calidad, transversal y bien sistematizada. Lograr este objetico no es fácil habida cuenta de la lógica tradicional de carácter feudal en el manejo de la información en las administraciones públicas y a las escasas capacidades profesionales para lograr aflorar una información depurada de calidad.
Es evidente que proponer la creación de una nueva unidad estresa los organigramas públicos que poseen una inercia natural a la inflación. Pero toda regla debe tener sus excepciones. A veces la creación de un órgano o de unidad fomenta una función desatendida hasta el momento. Pongamos unos ejemplos de la relevancia de poseer una oficina municipal de datos:
-Se genera un nuevo perfil profesional, casi inexistente en nuestras administraciones, públicas que va más allá de una visión estrictamente tecnológica e informática: gestores de la información especializados en estadística, en minería de datos y en capacidades analíticas de esta información.
-Se va a realizar de facto una auditoría sobre el estado de los datos y la gestión de la información en el Ayuntamiento. Se detectan los ámbitos sectoriales que poseen grandes volúmenes de datos derivados de los dispositivos tecnológicos desplegados por la ciudad (los sensores vinculados a la Smart City) y se analiza si son utilizados o no y si son bien usados. Se estimula a que los diversos ámbitos sectoriales extraigan información de calidad vinculados a sus sistemas de gestión y de actividad. En definitiva, se alienta a que aflore una información fiable.
-La oficina municipal del dato tiene una orientación general de política y gestión integral del municipio. Para ello es imprescindible cruzar e interrelacionar los distintos datos de carácter sectorial. Una imprescindible mirada holística e integral de las necesidades, políticas y servicios de una ciudad.
-A medida que se va desarrollando el punto anterior se detectan los puntos fuertes y los puntos débiles informacionales del propio ayuntamiento y se adoptan las estrategias necesarias para solventar los déficits y disfunciones internas a nivel de información.
-Se detecta que hay información imprescindible para poder diseñar la política municipal y el control de la gestión que está en manos de los proveedores privados de servicios públicos (limpieza, recogida de basura, gestión del agua, gestión de equipamientos públicos, etc.) y se establecen estrategias para publificar esta información mediante cambios en los pliegos de condiciones de las diversas externalizaciones. Se establece que la información de esta gestión privada de servicios públicos es de propiedad municipal y debe ser transferida en buenas condiciones a la Oficina Municipal de Datos.
-También se detecta que hay información gestionada de manera estrictamente privada (empresas privadas y organizaciones sin ánimo de lucro alumbradas por la sociedad civil) que es necesaria para definir una buena política y gestión municipal (por ejemplo, el big data de las compañías telefónicas) y se diseñan estrategias para conseguir esta información que posee un evidente valor público.
Reitero mi tesis que las administraciones públicas son básicamente organizaciones que gestionan información como el ingrediente de base para poder definir políticas, renovar los catálogos de servicios, para ejercer con garantías sus funciones de autorización, control y disciplina socioeconómica y para gestionar de manera eficaz y eficiente los servicios públicos. Se aceptamos esta premisa es evidente que es una necesidad ineludible impulsar una unidad de gestión de los datos como un órgano transversal y ubicado en el centro de poder de un Ayuntamiento o Diputación.
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