Por Carles Ramió . EsPúblico blog .- ¿Cuáles son los ingredientes básicos de una dirección pública profesional?: Los dos ingredientes críticos son la meritocracia y la estabilidad. Por una parte, los directivos públicos deben ser elegidos de manera estrictamente meritocrática en función de sus competencias como directivos de alto nivel en sus respectivos ámbitos de especialización (en el caso que sean imprescindibles estos conocimientos especializados).
Las vías de selección pueden ser múltiples pero la clave es que sea un proceso transparente, de libre concurrencia entre personal interno y externo al ayuntamiento, y argumentada la elección final. Sería lógico que una parte de los directivos tuvieran una procedencia externa (directivos de otros ayuntamientos o administraciones públicas) pero también una es necesario que algunos tengan una procedencia interna (personal predirectivo que ocupa jefaturas tipo servicios o equivalentes en el propio ayuntamiento). El otro ingrediente fundamental es la estabilidad y continuidad de este personal directivo. Al ser profesionales, aunque con características politécnicas, deberían ser directivos estables (incluso ante posibles cambios en el gobierno) si acreditan un buen desempeño profesional y no generan desconfianza política. Establecer unos contratos de gestión con una duración hasta el final del mandato y renovables ligados a objetivos podría ser un buen mecanismo para asegurar que primen criterios objetivos en el mantenimiento o no de estos puestos. Por tanto, la evaluación del desempeño de estos directivos cada dos años sería otro elemento esencial.
¿Qué
medidas complementarias requiere la dirección pública profesional?: La
aplicación de un modelo de dirección pública profesional debe ir acompañada de
un conjunto de medidas para que puedan maximizarse sus beneficios
institucionales. Estas medidas básicas serían las siguientes: a) Definir un
modelo de dirección política que se adapte al modelo de dirección pública
profesional: que cada gerente o cargo similar tenga un claro referente y
superior jerárquico de carácter político. Que la alcaldía disponga de un
gabinete con personal eventual de confianza que puede encargarse del apoyo
político (ejerce de contrapeso al modelo gerencial) en materias de
asesoramiento, comunicación política (la comunicación institucional debería
formar parte de las competencias de la gerencia municipal) y de protocolo. El
personal eventual puede estar en contacto con el ámbito gerencial pero no con
el resto de jefaturas del ayuntamiento. Por otra parte, es muy importante que
los miembros del equipo político del gobierno se dediquen a la toma de
decisiones estratégicas (planificación, decisión, contactos con el entorno,
etc. pero en la dimensión política) y se abstengan de interferir en el ámbito
de la gestión o en determinados temas de carácter operativo. El “qué” es la
función de la política, el “cómo estratégico” es la función de la dirección
pública profesional bajo la supervisión política y el “cómo operativo” es la
función de las jefaturas administrativas bajo la supervisión de los directivos
públicos. La política puede discutir con los directivos públicos los mecanismos
del “cómo estratégico” pero sin participar en su implementación y bajo ningún
concepto inmiscuirse en el “cómo operativo”. Liberar a la dimensión política de
las tareas de gestión y administración es una gran oportunidad para fortalecer
la estrategia política. Los cargos electos en el gobierno necesitan tiempo y
espacio para poder redefinir sus políticas. Necesitan tener más presencia en la
sociedad civil municipal pero también más presencia en los foros locales de
segundo nivel (área metropolitana, diputación de Barcelona) y tener una potente
agenda de contactos para conocer las experiencias de otros ayuntamientos en sus
respectivos ámbitos de actuación. b) Definir un modelo de jefaturas
administrativas (servicios o similares) estrictamente meritocráticas y no
mediatizadas por la libre designación. c) Empoderar a las jefaturas de servicios
para que ejerzan su función de dirección administrativa de las unidades básicas
de la organización municipal. Su rol es primordial para que opere la maquinaria
administrativa de gestión con fluidez y para que se transfiera la información
de arriba abajo y de abajo arriba. Las personas que ocupen estos puestos deben
autoconsiderarse responsables administrativos con mando y no como personal
cualificado de “tropa”. d) En la medida de lo posible evitar puestos
administrativos de carácter estructural inferiores a las jefaturas de
servicios. Este tipo de estructura (secciones y negociados) encorsetan y
empequeñecen el modelo organizativo. En este ámbito inferior se debería
gestionar mediante proyectos y responsables de proyectos con una arquitectura
variable en función de las contingencias y de las prioridades políticas y de
gestión. En todo caso, la ausencia de jefaturas de nivel medio y bajo debería
ser compensada por una carrera administrativa horizontal.
¿Cómo
lograr una cultura gerencial con ingredientes de gobernanza social?: El modelo
gerencial posee unas esencias que priorizan la eficacia, la eficiencia y la
innovación. Pero también puede generar un tipo de cultura de carácter
empresarial algo alejada de la sensibilidad política y de los valores públicos.
En algunos ayuntamientos el modelo gerencial ha mostrado una cultura
empresarial que convive con dificultad con determinadas ideologías de los
equipos de gobierno y, en especial, con los valores públicos (en algún momento
diversos ayuntamientos han padecido esta cultura excesivamente empresarial).
Para ello hay que preservar que el estamento gerencial esté siempre bajo el
mandato directo de los políticos y definir unos valores no solo de servicio
público sino de servicio social con valores sociales y de ética pública. Las
lógicas eficientistas deben ejercerse en un marco de una sólida cultura de lo
público.
Ver. Dirección
pública profesional en la Administración local: ¡Ya! (Primera Parte)
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