"Nadie elige el tiempo en el que le toca nacer. A nosotros nos tocó este, con sus luces y sus sombras"
Por Manuel Pimentel –EsPublico Blog.- 1.- La historia jamás se detiene. Los imperios, a lo largo de la historia, han surgido y desaparecido. Continuarán haciéndolo en el futuro. Los que hoy son grandes, desaparecerán con el tiempo; los que ni siquiera hoy conocemos o sospechamos, emergerán para crecer hasta el asombro. Sabemos que esto ocurrirá, lo que la historia no nos concede es el don de saber el quiénes ni, muchos menos aún, el cuándo. En nuestra generación hemos visto, por ejemplo, nacer la UE o implosionar Yugoeslavia y la URSS, entre otros muchos otros cambios de frontera. ¿Qué sorpresas por venir aún nos aguardan?
2.- Occidente, forjado por la épica de sus ejércitos, el empuje de su ciencia y el aroma de su pensamiento, valores y política, hace tiempo que abandonó la épica para transmutar lentamente, imperceptiblemente, hacia la lírica. La sociedad rechaza la conquista, la fuerza. Amamos los derechos, la justicia, la igualdad, lo sostenible. Es algo justo y hermoso, pero, para la observadora madre historia, un síntoma inevitable de decadencia y de pérdida de vigor. Los pueblos emergentes crecen en la épica, en el deseo de conquista, de mejora. A largo plazo, siempre terminan dominando al antaño poderoso, hoy decadente. Ya lo dijo el sabio Ibn Jaldún en el siglo XIV, los bárbaros de hoy terminarán siendo los poderosos del mañana para comenzar entonces su decadencia. La rueda de la historia gira y gira sin cesar. Nosotros ya optamos por la lírica, conocemos por tanto nuestro destino a medio o largo plazo. ¿Podemos cambiar las dinámicas históricas? Poder, se podría, pero resulta muy difícil sociológicamente luchar contra las grandes corrientes de la historia.
3.- La historia se ha acelerado impulsada por la fuerza de la transformación digital. Las relaciones entre personas, empresas, organizaciones y estados han cambiado para siempre. La forma de crear estados de opinión, también. Nos adentramos a una época de profundos cambios que afectarán desde nuestro espacio íntimo hasta la geopolítica mundial. Será algo excitante para el observador, inquietante para quién lo viva desde el temor. Debemos ser conscientes y aceptar el que nos tocará navegar por aguas bravas y prepararnos mentalmente para no caer en la ansiedad y el desasosiego permanente. Un consejo, no posponga su felicidad al momento futuro en el que las cosas vuelvan a ser como antes. Eso, no ocurrirá. Aprenda a ser feliz en la travesía que cada día nos depare. Marque rumbo y, en lo posible, procure seguirlo, sabedor de que, probablemente, tendrá que ir adaptándolo según las circunstancias. No renuncie a la sociedad tecnológica que conformamos, súbase a ella, sin perder el sentido crítico y la clarividencia ante sus excesos.
4.- El Estado de Derecho que estudiamos –y que aún se estudia– en las facultades ha desaparecido, víctima de las pulsiones ciclotímicas de una sociedad hiperconectada, en la que los estados de ánimo son fácilmente manipulados y exacerbados. Tres ejemplos, entre otros muchos otros posibles. Primero cayó la presunción de inocencia, para virar en muchos ámbitos hacia la presunción de culpabilidad. Después, como hemos visto por los muy cuestionables pasaportes sanitarios, nos saltamos el principio de no discriminación, sacrosanto en nuestra constitución. Del principio de seguridad jurídica ni hablamos, como hemos podido comprobar en medidas gubernamentales con carácter retroactivo o la actual incautación de bienes a ciudadanos libres y en principio honrados por el simple hecho de poseer una nacionalidad determinada. También podríamos evidenciar la pérdida de libertad de expresión o de otros valores fundamentales. Los jueces, aunque a veces se resisten, terminan cediendo al espíritu de los tiempos, que las mayorías claman y exigen. Mucho nos tememos que iremos perdiendo derechos fundamentales ante el jolgorio de las masas exaltadas y atemorizadas, fácilmente manipulables que, ante el dilema clásico de seguridad frente a libertad, siempre terminan sacrificando la segunda.
5.- El proceso conocido como globalización ha finalizado. Las tasas aduaneras, vetos y aranceles complicarán mucho el comercio internacional, lo que sumado a las vicisitudes geopolíticas y energéticas, convertirán en un sudoku la gestión empresarial. Aunque en conjunto perderemos durante este próximo año, la fiesta irá por barrios. Habrá sectores que sufrirán mucho y otros que se beneficiarán de manera inusitada. Cada uno, desde dónde se encuentre, debe realizar una reflexión estratégica en la medida de sus posibilidades, para tratar de anticipar las repercusiones – positivas o negativas – de lo que le viene encima.
6.- Nadie elige el tiempo en el que le toca nacer. A nosotros nos tocó este, con sus luces y sus sombras. No puede paralizarnos el temor al futuro que tendremos que habitar. Levantemos la cara para sentir los vientos de la historia que el caprichoso destino quiso que protagonizáramos. Si miramos hacia atrás, comprobamos que la estabilidad que vivimos desde la posguerra mundial hasta principios del XXI fue un simple espejismo. Las crisis y las convulsiones fueron desde siempre el motor de la historia y a nosotros ya nos tocó la nuestra. Pues a navegarla con prudencia, pero sin miedo. Y, repito el único consejo que me atrevo a darle, no posponga su felicidad a un futuro improbable, la vida es hermosa pese a todo.
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