jueves, 12 de septiembre de 2024

Mario Draghi: Un plan para que Europa sea más competitiva

"A medida que se desvanece la era de la estabilidad geopolítica, aumenta el riesgo de que el aumento de la inseguridad se convierta en una amenaza para el crecimiento y la libertad"

 Revista de prensa. Marío Draghi. © The Economist El crecimiento económico en Europa lleva décadas ralentizándose. Según diferentes indicadores, se ha abierto una gran brecha en el PIB entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EE. UU.). Los hogares europeos han pagado el precio de la pérdida de calidad de vida. En términos per cápita, el ingreso real disponible de los hogares ha crecido casi el doble en EE. UU. que en la UE desde el año 2000.

Durante la mayor parte de este periodo, la ralentización del crecimiento económico podía considerarse un inconveniente, pero no una catástrofe. Ya no es así. La población europea va a disminuir y tendrá que basarse más en la productividad para poder crecer. Si la UE mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad desde 2015, solo bastaría para mantener constante el PIB hasta 2050, aproximadamente.

Sin embargo, la necesidad de crecimiento en Europa es cada vez mayor. La UE aspira a descarbonizar y digitalizar su economía y a aumentar su capacidad de defensa. A la vez, debe preservar su modelo social a medida que envejecen sus sociedades. Las necesidades de inversión son enormes. Según las últimas estimaciones, el porcentaje de inversión tendrá que aumentar en unos cinco puntos porcentuales del PIB, hasta alcanzar los niveles registrados por última vez en los años sesenta y setenta. A título comparativo, las inversiones adicionales aportadas por el Plan Marshall entre 1948 y 1951 supusieron en torno al 1-2% del PIB anual.

Para reactivar el crecimiento, la Comisión Europea ha publicado hoy un informe sobre la competitividad en la UE bajo mi dirección. Este informe identifica las causas profundas del debilitamiento de la posición de la UE en sectores clave y presenta una serie de propuestas para restaurar la fuerza competitiva de la UE. El informe señala tres ámbitos principales de actuación:

El primero es cerrar la brecha de innovación con EE. UU. Europa se perdió en gran medida la revolución digital protagonizada por el nacimiento del Internet y los aumentos de productividad que trajo consigo: de hecho, la diferencia de productividad entre la UE y EE. UU. desde el año 2000 se explica en gran medida por el sector tecnológico. La UE sigue siendo débil en las tecnologías emergentes que impulsarán el crecimiento futuro. Las empresas europeas se especializan en tecnologías maduras en las que el potencial de avance es limitado.

El problema no es que a Europa le falten ideas o ambición, sino que la innovación se bloquea en la siguiente fase: no se traduce en comercialización, y las empresas innovadoras que quieren crecer se ven obstaculizadas por normativas incoherentes y restrictivas. 

Muchos empresarios europeos prefieren buscar financiación de inversores de capital riesgo estadounidenses y crecer en el mercado americano.

La UE debe cambiar de rumbo. Un sector tecnológico débil no solo le privará de las oportunidades de crecimiento de la próxima revolución de la inteligencia artificial (IA), también obstaculizará la innovación en una amplia gama de sectores adyacentes —como el farmacéutico, el automovilístico y el de defensa— en los que la integración de la IA en las operaciones será fundamental para que la UE siga siendo competitiva.

El informe propone una reforma fundamental del ciclo de vida de la innovación en Europa: desde facilitar a los investigadores la comercialización de las ideas hasta la inversión pública conjunta en tecnologías de vanguardia, pasando por la eliminación de los obstáculos a la expansión de las empresas innovadoras y la inversión en infraestructuras informáticas y de conectividad para reducir el coste del desarrollo de la inteligencia artificial.

La mejora de las competencias profesionales ocupa un lugar central en esta iniciativa, para que las empresas europeas puedan encontrar el talento que necesitan para innovar y adoptar la tecnología, y para que los ciudadanos europeos puedan beneficiarse plenamente del cambio tecnológico. Si bien la UE debe aspirar a igualar a EE. UU. en innovación, debe superarla en formación y aprendizaje de adultos.

El segundo ámbito de actuación es combinar la descarbonización con la competitividad. Si los ambiciosos objetivos climáticos de la UE van unidos a un plan coherente para alcanzarlos, la descarbonización será una oportunidad. Pero si Europa no logra coordinar sus políticas, existe el riesgo de que la descarbonización perjudique la competitividad y el crecimiento.

Las empresas de la UE se enfrentan a precios de la electricidad entre dos y tres veces superiores a los de EE. UU. Los precios del gas natural son entre cuatro y cinco veces superiores. Con el tiempo, la descarbonización contribuirá a desplazar la generación de electricidad hacia fuentes de energía limpias, seguras y de bajo coste. Pero los combustibles fósiles seguirán marcando el precio de la energía durante al menos lo que resta de esta década. A menos que Europa transfiera mejor los beneficios de la energía limpia a los usuarios finales, los precios de la energía seguirán frenando el crecimiento.

La descarbonización es también una oportunidad para la industria de la UE. Europa es líder mundial en innovación de tecnologías limpias y en algunos sectores de fabricación, como la energía eólica y los combustibles bajos en carbono. No obstante, la competencia china se está agudizando, impulsada por una poderosa combinación de subvenciones, innovación y escala. Europa se enfrenta a una posible disyuntiva: depender cada vez más de China puede ser el camino más barato para cumplir los objetivos climáticos de la UE, pero la competencia estatal de China representa una amenaza para otras industrias productivas.

El informe propone un plan para conciliar descarbonización y competitividad. Empieza por reformar el mercado europeo de la energía para que los usuarios finales puedan ver los beneficios de la energía limpia en sus facturas. Las industrias que hacen posible la descarbonización, como las tecnologías limpias y los vehículos eléctricos, necesitarán más apoyo para fomentar la innovación e igualar las condiciones frente a sus competidores mediante políticas industriales a gran escala. Europa tendrá que actuar conjuntamente para descarbonizar las industrias que hacen un uso intensivo de la energía y que están en desventaja por las normativas asimétricas.

El tercer ámbito es el aumento de la seguridad y la reducción de las dependencias. A medida que se desvanece la era de la estabilidad geopolítica, aumenta el riesgo de que el aumento de la inseguridad se convierta en una amenaza para el crecimiento y la libertad. Europa está especialmente expuesta. La UE depende de un puñado de proveedores de materias primas críticas al tiempo que depende en gran medida de las importaciones de tecnología digital.

En este contexto, el informe pide a la UE que actúe como las demás grandes economías y construya una auténtica "política económica exterior" europea mediante la coordinación de acuerdos comerciales preferenciales e inversiones directas en países ricos en recursos; la acumulación de reservas en sectores críticos seleccionados; y la creación de asociaciones industriales para asegurar las cadenas de suministro de tecnologías clave.

El informe también pide a Europa que refuerce su capacidad industrial de defensa. La industria de defensa de la UE está demasiado fragmentada y adolece de una falta de normalización e interoperabilidad de los equipos. Para que sus empresas se integren y alcancen economías de escala, Europa necesita agrupar y focalizar su gasto. La compra conjunta europea representó menos de una quinta parte del gasto en adquisición de equipos de defensa en 2022.

Se avecinan decisiones importantes sobre cómo financiar las necesidades de inversión de Europa. La integración de sus mercados de capitales será crucial. Europa cuenta con un elevado ahorro familiar, pero éste no se canaliza hacia inversiones productivas en la UE. El sector privado no podrá asumir la mayor parte de la financiación de las inversiones sin el apoyo del sector público.

Cuanto más dispuesta esté la UE a emprender reformas para generar una mayor productividad, más aumentará el espacio fiscal y más fácil le resultará al sector público prestar este apoyo. Cierta financiación conjunta de proyectos clave, como la inversión en innovación de vanguardia, contribuirá a este impulso de la productividad. Otros "bienes públicos" clave -como los contratos públicos de defensa o las redes transfronterizas- también quedarán desabastecidos sin una acción y una financiación comunes.

El informe se publica en un momento difícil para el continente. Europa no puede permitirse más aplazamientos para preservar el consenso. La UE ha llegado a un punto en el que, si no actúa, tendrá que comprometer su bienestar, el medio ambiente o su libertad.

Para tener éxito, tendrá que adoptar una nueva postura hacia la cooperación: en la eliminación de obstáculos, la armonización de normas y leyes; y la coordinación de políticas. Hay diferentes formas en las que puede avanzar. Pero lo que no puede permitirse es no avanzar en absoluto.

Europa debe confiar en sí misma, aunque la magnitud del reto alcance niveles sin precedentes en relación con el tamaño de sus economías. Hacía mucho tiempo que la supervivencia no era una preocupación tan común. Las razones para una respuesta unificada nunca habían sido tan convincentes, y en la unidad, Europa puede encontrar la fuerza para reformarse.   © The Economist Newspaper Limited, London, 2024

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