jueves, 6 de marzo de 2014

Administraciones Públicas y Redes Sociales: El reto de una gestión inteligente

"El desafío es que la Administración empiece a escoger con criterio hacia dónde apuntan sus apuestas 2.0 siendo capaz de determinar cómo las herramientas de web social pueden o no dar soporte a su misión en los aspectos clave de creación de valor público que tiene encomendados"

Portada de un libro reciente del autor
Oscar Cortés. Blog I-public@.- Las redes sociales empiezan a ser una tecnología madura. Su uso está plenamente popularizado: más del 70% de los españoles está conectado a Internet, principalmente a través de teléfonos móviles, y es éste el canal más frecuente de acceso a las herramientas de Web 2.0.

Distintas Administraciones Públicas empiezan a ser conscientes de la importancia de estar en la red social y se han embarcado en un auténtico frenesí de perfiles institucionales en las plataformas 2.0 más visitadas (Twitter o Facebook principalmente). Una dinámica que no debe sorprender y en la que han cobrado protagonismo como vanguardia interna gabinetes de prensa o departamentos de comunicación por cuanto las actuaciones en redes sociales permiten llegar a amplios espectros de público objetivo a un mínimo coste.

Nos encontramos ante un escenario donde lo importante hoy no es tanto estar sino cómo estar; es decir, ya no toca preguntarse si es conveniente abrir paso a la Administración 2.0 en una determinada institución, sino plantearse cómo gestionar con inteligencia la presencia en redes sociales para obtener retornos efectivos de la misma.

 El desafío es que la Administración empiece a escoger con criterio hacia dónde apuntan sus apuestas 2.0 siendo capaz de determinar cómo las herramientas de web social pueden o no dar soporte a su misión en los aspectos clave de creación de valor público que tiene encomendados.

Resultado incierto
Por tanto es hora, no sólo de actuar, sino también de pensar en términos 2.0. y hacerlo a corto, medio y largo plazo. En este sentido, siendo el compromiso político importante no conviene sobrevalorarlo por cuanto muchas de las iniciativas pueden contemplar la simple adaptación de pequeñas buenas prácticas en nichos muy concretos  -no toda la Administración puede ni debe ser 2.0- frente a ambiciosos proyectos de amplio alcance pero costosos y con resultados inciertos.

La extensión por contagio, con un inicio bien focalizado que proporcione buenos resultados y vaya animando a otras unidades o servicios, es por tanto muy recomendable. También lo es no subestimar a los empleados públicos ya que muchos de ellos son presumiblemente activos en las redes sociales en su ámbito privado y tan sólo requieren un pequeño empujón haciéndoles ver la utilidad de las mismas en el servicio público. La formación para funcionarios en gestión inteligente de redes sociales es más necesaria que nunca.

No se trata de infravalorar ni sobrevalorar las posibilidades que la Web 2.0 ofrece a las Administraciones públicas sino de reconocer que es un nuevo campo que debe explorarse con criterio y puede deparar tanto decepciones como gratas sorpresas.

Eso sí, siempre y cuando haya objetivos y expectativas de resultados ciertos

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