viernes, 17 de noviembre de 2023

Las redes sociales dejan de ser gratis: impacto de la Ley Europea de Servicios Digitales

 Por el blog de Amalia López Acera. Si volvemos la vista atrás, vemos como la primera publicación en Facebook fue el 4 de febrero de 2004, fecha en la que Mark Zuckerberg lanzó «Thefacebook», lo que hoy conocemos como Facebook, mientras que el primer tuit de la historia fue publicado por Jack Dorsey el 21 de marzo de 2006. 

El próximo año se cumplirán 20 años desde que las redes sociales llegaron a nuestras vidas. Desde entonces, muchas cosas han cambiado y cada vez se parecen menos a aquellas plataformas.

A lo largo de estos años han ido surgiendo nuevas redes como Instagram, LinkedIn o TikTok, y a otras les ha dado tiempo a aparecer y desaparecer como el caso de Tuenti o Google +.

En estos momentos posiblemente estemos asistiendo al cambio más importante que han experimentado las redes sociales desde su aparición: dejar de ser gratis para volverse de pago.

Este nuevo modelo de pago por suscripción nos lleva a plantearnos cuestiones como si los usuarios estarán dispuestos a pagar por estas plataformas, lo que garantizaría su viabilidad, o por el contrario estamos asistiendo a la declive de algunas de ellas.

Así mismo, este nuevo modelo nos lleva también a reflexionar sobre el papel que deben jugar estas plataformas en las administraciones públicas como canal de comunicación con la ciudadanía.

Pero vayamos por partes. 

¿Qué es lo que provoca este cambio?

El 19 de octubre de 2022 se aprobó la Ley Servicios Digitales de la Unión Europea (en realidad es un reglamento) la cual afecta a las redes sociales de varias maneras. 

Algunos de los aspectos clave que afectan a las redes sociales de esta nueva normativa:

1.-Obligaciones de transparencia: Las redes sociales deben proporcionar información clara y transparente sobre cómo funcionan sus algoritmos y cómo se toman las decisiones sobre la distribución de contenido.

2.- Eliminación de contenido ilegal: Las redes sociales deben eliminar el contenido ilegal, como el discurso de odio, la incitación a la violencia y la pornografía infantil.

3.- Protección de los derechos de propiedad intelectual: las redes sociales deben tomar medidas para prevenir la infracción de los derechos de propiedad intelectual, como la eliminación de contenido infractor y la cooperación con los titulares de derechos.

4.- Protección de los datos personales: las redes sociales deben proteger los datos personales de los usuarios y cumplir con las normas de privacidad de la UE, como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).

Esta nueva normativa además diferencia entre las plataformas de menos de 45 millones de usuarios para las cuales la norma entró en vigor el pasado 25 de agosto, y las de menos de 45 millones que tienen de tiempo hasta el 17 de febrero de 2024.

Por tanto, las grandes plataformas como Facebook, Instagram, X (antigua Twitter) o Amazon tienen que cumplir con las exigencias que plantea esta nueva normativa para el mercado europeo.

En la práctica nos encontramos con 3 modelos de gestión de redes sociales:

-Por un lado, un modelo que podríamos llamar “chino” en el que las autoridades tienen el control de esas plataformas. En China vemos que no operan plataformas como X, Facebook o WhatsApp pero tienen sus equivalentes que son controladas por el Gobierno.

-Otro modelo sería el americano, y es en el que nos hemos estado moviendo también en Europa hasta ahora. En este caso las plataformas tienen absoluta libertad para funcionar en lo que respecta al uso de la publicidad, contenidos o datos de los usuarios.

-Y un tercer modelo sería el europeo en el que las autoridades, muy protectoras de los derechos de sus ciudadanos, ponen límites a la actividad de estas grandes plataformas y las obliga a cumplir la normativa en lo que respecta sobre todo a los derechos sobre la privacidad y la publicidad.

¿Por qué las autoridades europeas promueven un modelo proteccionista?

La adopción de nuevas tecnologías generalmente sigue un modelo conocido como el «ciclo de vida de la tecnología» que tiene diferentes fases como la de fase asombro inicial, seguida de fase una adopción generalizada, y cuando empiezan a surgir los problemas o desventajas que genera el uso de esa tecnología que es el momento donde se desarrollar una normativa para regular su uso.

Son varios los escándalos que han surgido en estos últimos años con respecto a las redes sociales que han llevado a que las autoridades hayan adoptado diferentes medidas para poner coto a lo que estaba sucediendo.

Recordemos por ejemplo el caso de Cambridge Analytica, con la recopilación no autorizada de datos personales de millones de usuarios en Facebook, que luego fueron utilizados para influir en las elecciones presidenciales del año 2016 en las que ganó Trump.

O el caso de los «Facebook Files» que reveló prácticas internas de Facebook, mostrando cómo la compañía prioriza el crecimiento y los beneficios sobre la seguridad y el bienestar de los usuarios. Fue precisamente este último escándalo el que provocó que Mark Zuckerberg cambiara el nombre de Facebook por el de Meta en un intento por desviar la atención.

¿Qué movimientos hemos visto?

La compra de Twitter por parte de Elon Musk en octubre de 2022 y su transformación en X ha ido acompañada de diferentes cambios en la plataforma los cuales tienen mucha relación con todo lo que estamos viendo.

No perdamos de vista que estas grandes plataformas son empresas, y que como tal tienen que reportar beneficios, más si cabe en el caso de Twitter por la que Elon Musk pagó 44.000 millones de dólares.

Su gestión errática, al menos hasta el momento, deja entrever una necesidad perentoria por monetizar esta plataforma lo que le ha llevado a tomar algunas medidas puestas en marcha en el último año:

En un primer momento se instauró el pago por la verificación. Hasta entonces conseguir el check azul en Twitter era una cuestión de autoridad que servía para destacar que esa cuenta era relevante u oficial. Con Musk esto cambió, y la verificación significa que has pagado por este nuevo servicio, Twitter Blue. El precio se estableció en 8 euros al mes.

Este primer modelo ha evolucionado a X Premium y en estos momentos encontramos 3 tipos de suscripción: 

Básico: A partir de 2,79 €/mes o 29,76 €/año.

Premium: A partir de 7,44 €/mes o 78,12 €/año.

Premium+: A partir de 14,88 €/mes o 156,24 €/año.

Otras formas con las que Elon Musk quiere monetizar la plataforma es que va a cobrar por aquellos nombres o cuentas que están inactivas y que pretende vender por hasta 50.000 euros. También permitirá la compra venta de nombres entre usuarios quedándose la plataforma con una comisión.

¿Qué es lo que nos ofrece X a cambio de estas suscripciones? 

Pues poco a poco vemos que cada vez no solo nos ofrece más funcionalidades sino que cada vez nos deja hacer menos cosas en la función gratuita hasta que llegue el momento en el que simplemente por tener una cuenta tendremos que pagar. Ya hay varios países en los que a los nuevos usuarios se les cobrar 1 euro por abrirse un perfil en X.

Entre otras cosas no podemos editar los tuits que publicamos; ya ha establecido un límite de tuits que podemos publicar al mes (ahora está en 600 al mes pero pretende limitarlo incluso más) o no podremos contestar a nuestros mensajes directos ni responder a tuits.

Pero lo más importante de todo es que Elon Musk ha dicho que dará prioridad para que los tuits que más se vean y más alcance tengan sean aquellos que han pagado por alguna de las suscripciones. Es decir, aquí el contenido importa poco, lo que importa es que pagues.

La situación de X en estos momentos es casi crítica. La huida de miles de anunciantes de la plataforma así como muchos usuarios descontentos con la gestión de Musk que han optado por el fediverso (Mastodon), está provocando que esta red social haya dejado de tener la relevancia que tenía hace unos años.

En su desesperación, hace unas semanas Elon Musk anunció que X iba a introducir la opción de ser también una aplicación de citas para ligar, y que su idea era convertir la aplicación en una super app con servicios bancarios incluidos.

Pero X no ha sido la única plataforma que ha realizado movimientos, en el caso de Instagram y Facebook también hemos visto cómo este verano ya lanzaron el pago por verificación y han comenzado a cobrar por sus servicios, en concreto 13 euros al mes por estar en cada plataforma si no queremos tener publicidad. Es el primer paso.

El último en anunciar que empezará a cobrar por sus servicios ha sido Tik Tok. Estas plataformas no están siendo tan agresivas en su captación de suscriptores porque quizá no tengan la presión que tiene Elon Musk.

¿Pero hasta ahora de qué vivían?

Este modelo de suscripción tiene su justificación porque la nueva Ley Europea de Servicios Digitales viene a poner fin a la que hasta ahora ha sido la principal fuente de financiación de estas plataformas: la publicidad segmentada.

Según estas plataformas iban creciendo estaban consiguiendo aglutinar a millones de usuarios lo que se vio que era un escaparate perfecto para la venta de publicidad. Además, se dieron cuenta de la cantidad de datos que los usuarios facilitaban como la edad, la localización, sus gustos, sus comportamientos… lo que permitía además decirles a los anunciantes qué publicidad era la más adecuada para cada usuario.

Este uso de los datos de los usuarios sin ningún control y sin cumplir el Reglamento Europeo de Protección de Datos es lo que ha llevado en los últimos años a las autoridades europeas a multar en numerosas ocasiones a estas plataformas. La entrada en vigor de esta nueva Ley viene a poner fin a este modelo.

A partir de ahora estas plataformas no podrán utilizar los datos de los usuarios por lo que la publicidad ya no será tan efectiva y tienen que buscar otras fuentes alternativas de financiación como la suscripción. Además, en la ley se prohíbe la publicidad a menores de 16 años lo que es otro desafío para estas plataformas que están intentando ver cómo pueden verificar la edad de los usuarios. 

En el caso de Instagram ha decidido de momento eliminar la publicidad para los perfiles de los menores hasta que encuentre un sistema de verificación adecuado.

A pesar de que esta normativa sólo afecta a la Unión Europea y en el resto de países las plataformas pueden seguir utilizando esa publicidad segmentada, Europa es uno de los principales mercados con más de 445 millones de usuarios y donde se encuentra el mayor número de anunciantes.

El cumplimiento de la nueva normativa europea también ha provocado que la nueva plataforma que Meta lanzó hace unos meses en Estados Unidos y en otros 100 países, Threads, y con la que quiere hacer la competencia a Twitter, no se haya lanzado todavía en Europa.

Otra de las exigencias de las autoridades europeas recogida en esta nueva Ley es que estas plataformas luchen contra la desinformación lo que ha llevado a que Elon Musk dijera la semana pasada que estaba pensando en cerrar X en Europea. 

En realidad, han sido las autoridades europeas las que han avisado a Musk de que si no cumple con la normativa europea en este aspecto serán ellas las que le prohíban operar en Europa. El despido de más de 3.700 personas y el desmantelamiento entre otros del centro de moderación de contenido en Europa, le impiden poder cumplir con esas exigencias.

¿Y esto cómo afecta a las administraciones públicas?

Pues afecta de muchas maneras y nos plantea muchas dudas a las que tendremos que ir dando respuesta.

Yo llevo algún tiempo reflexionando sobre estos temas y quería plantear aquí algunas cuestiones éticas, pero también prácticas, sobre el papel que deberían jugar las redes sociales en la comunicación que se realiza desde las administraciones públicas.

-¿Debemos estar las administraciones públicas en unas empresas en las que en muchos casos están suponiendo una amenaza para nuestras sociedades?

-¿Debemos contribuir con unas empresas que han demostrado que están siendo dañinas especialmente en el caso de los más jóvenes y no están haciendo nada al respecto?

-Si las redes sociales pasan a ser de pago puede que muchas personas no quieran o no puedan pagar por estas plataformas, y o bien opten por otros canales o plataformas, entonces, ¿qué hacemos con los Facebook y Twitter de nuestros ayuntamientos y administraciones? 

No se trata tanto de una cuestión sobre si las administraciones públicas tenemos que pagar por estar en redes sociales, si no sobre el hecho de que la ciudadanía va a estar en esas plataformas.

En las administraciones públicas hemos pasado de casi “odiar” a las redes sociales a que se hayan convertido en muchos casos en el único canal de comunicación con la ciudadanía.

Creo que, sin abandonarlas todavía, sí que ha llegado el momento de plantearnos experimentar con otros canales, formatos y plataformas para comunicarnos con la ciudadanía, no sea que un día nos despertemos y nos encontremos que han cerrado X, Instagram o Facebook.  

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