viernes, 18 de octubre de 2024

La gran desconexión: jóvenes, TikTok y el futuro de nuestras democracias

"Si el periodismo entra en crisis, la democracia también lo hará"

Por Ángela González. Agenda Pública blog.- El 23% de los jóvenes obtiene sus noticias en TikTok, una tendencia que, según Ángela González Montes, está transformando un pilar clave de nuestra democracia: la información. Para evitar que estas dinámicas impulsen a los jóvenes hacia movimientos antidemocráticos, la autora sugiere innovar en la comunicación para acercarse a ellos, regular los algoritmos de manera ética y promover el pensamiento crítico.

Hace muchos años, un profesor de mi facultad nos puso la canción Video Killed the Radio Star de The Buggles para ilustrar cómo las innovaciones tecnológicas, desde la imprenta de tipos móviles de Gutenberg hasta WhatsApp, han transformado nuestra manera de consumir información y, por lo tanto, de configurar nuestra opinión pública.

Hoy en día, un 23% de los jóvenes entre 18 y 24 años acceden a noticias a través de TikTokCon más de 2.000 millones de usuarios a nivel mundial, la aplicación más descargada del mundo en la actualidad capta la atención de millones de jóvenes (el 70% de sus usuarios tienen entre 18 y 34 años) y reconfigura el modo en que nos relacionamos con las noticias y con el mundo que nos rodea. TikTok es la nueva killer app que define toda una nueva era, la sociedad de la prisa: fragmentada, superficial e instantánea.

"Si el periodismo entra en crisis, la democracia también lo hará"

Por primera vez desde la Revolución Francesa, nuevos actores ajenos al mundo del periodismo y sus reglas vertebran la opinión pública de una generación entera. Pasamos del modelo Ciudadano Kane al modelo Elon Musk. Este cambio en el consumo tiene implicaciones profundas para nuestras democracias. Si el periodismo entra en crisis, la democracia también lo hará. La relación entre desinformación, nuevas formas de consumo de noticias y auge de ideas autoritarias entre los jóvenes no es casual. Se está creando un caldo de cultivo que pone en peligro el relevo generacional de nuestras democracias. 

La era de los influencers
La crisis de consumo de esta franja de edad siempre ha sido una constante. Basta analizar el perfil de lector de prensa generalista en los años 90, cuando no había internet, para comprobar que sigue siendo muy similar al actual; hombre clase media de entre 40 y 60 años.

Sin embargo, en la actualidad, el consumo de noticias entre la juventud ha cambiado radicalmente. Antes, leer un periódico suponía unos 30 minutos; ver un telediario, una hora frente al televisor. Había un inicio, un fin, una estructura, una clasificación de contenidos por importancia y secciones. Informarse hoy a través de redes sociales es un totum revolutum fragmentado, dirigido por un algoritmo predefinido, en gran medida, por los propios gustos del consumidor. 

Para bien o para mal, con los medios tradicionales, todas las personas pasábamos por un periodo de socialización política a través de ellos que, aunque con diferente nivel de implicación según el nivel adquisitivo y la edad, seguía unas pautas y unas reglas similares para todos.

La gran diferencia ahora es que hay una brecha digital que divide a la sociedad en dos: los nativos y los migrantes digitales. Los jóvenes prefieren consumir noticias en plataformas de vídeos cortos como TikTok o YouTube en lugar de los medios tradicionales porque no conectan ni aguantan el ritmo del periodismo de los medios de masas.

"Solo el 37% de los jóvenes confía en los medios tradicionales, comparado con el 47% en audiencias de más edad"

La audiencia juvenil tiende a evitar las noticias en televisión no solo por aburridas, sino porque las perciben como negativas. Solo el 37% de los jóvenes confía en los medios tradicionales, comparado con el 47% en audiencias de más edad.

Ojalá fuera solo un problema de formato. Nos enfrentamos a un problema mayor: una falta de confianza y descreimiento en el sistema, que se extiende a las grandes cabeceras mediáticas. Hemos pasado del modelo Oprah Winfrey —un solo apoyo suyo en prime time podía hacer tambalear a la mismísima Casa Blanca— al modelo Taylor Swift y su ya icónico apoyo a Kamala Harris firmando como Childless Cat Lady

Los menores de 30 años han sustituido a los periodistas por los influencers, que mezclan entretenimiento con política. En eventos como la Convención Nacional Demócrata de EE. UU., más de 200 creadores fueron invitados a cubrir el evento. En EE. UU., el influencer más citado es Tucker Carlson, conocido por difundir teorías de conspiración de extrema derecha. En Francia y Reino Unido, influencers como Hugo Décrypte y Dylan Page reúnen a más de 20 millones de seguidores. 

Una sociedad distraída es más fácil de manipular
Lo que alguna vez se presentó como una revolución liberadora para superar al cuarto poder ha derivado en nuevas formas de control. Román Gubern describía a la televisión como el "chicle para los ojos", pero hoy las redes sociales han ido más allá, convirtiéndose en ladrones de tiempo y destrozando nuestra capacidad de atención.

En su obra El valor de la atención, Johann Hari advierte sobre los peligros de una sociedad distraída. El scroll constante de las redes ha sustituido al antiguo zapping televisivo, y los algoritmos determinan lo que vemos, generando cámaras de eco que refuerzan nuestras ideas preexistentes. Es como si en un restaurante nos ofrecieran siempre el mismo menú porque saben que nos gusta. Es el sesgo cognitivo que activa nuestro córtex prefrontal, es decir, la parte de las emociones y la dopamina. Este es un escenario perfecto para la manipulación. 

Cas Mude destaca la relación entre el auge de los partidos de extrema derecha y el incremento de la desinformación, ya que esta alimenta el descontento, refuerza sus narrativas populistas, debilita la confianza en los medios tradicionales y facilita la creación de ecosistemas mediáticos paralelos donde sus mensajes pueden prosperar sin restricciones. 

"En España el 75% de los votantes de Alvise tienen menos de 45 años"

Este fenómeno afecta a los jóvenes de manera asombrosa. En Alemania, la AfD ha triplicado su apoyo entre los votantes menores de 24 años, pasando del 5% en 2019 al 16% en 2024. En Francia, el Rassemblement National cuenta con el 34% del apoyo de los votantes menores de 30 años. En España el 75% de los votantes de Alvise tienen menos de 45 años (con más de 700.000 seguidores en Telegram, casi el mismo número de votos que recibió en las Elecciones Europeas de 2024). 

Nostalgia y autoritarismo como elementos de atracción 
Nos encontramos en un momento en el que la sociedad mira más al pasado que al futuro. Unos para revisarlo —cultura woke— y otros para idealizarlo. De todos los relatos utilizados por la extrema derecha, la narrativa de la nostalgia y la necesidad de volver a un pasado que, en realidad, nunca fue mejor es uno de los más efectivos.

 Lo llamativo es que este relato esté calando tanto entre aquellos que ni siquiera vivieron ese pasado. Esta narrativa de la nostalgia ayuda a reforzar un sentimiento de identidad perdido entre los más jóvenes, que se une a la desafección hacia las instituciones y una rebeldía hacia lo políticamente correcto. Vídeos como el de AfD generados por IA que culpabiliza a las personas migrantes se vuelven virales.

Esta vuelta al pasado en realidad simboliza la vuelta a un lugar seguro en momentos de incertidumbre. Como explica Katharina Niemeyer, "la idealización del pasado corre el riesgo de eliminar los matices y reforzar el extremismo político". ¿Qué es "Make America Great Again" al fin y al cabo más que un relato de la vuelta al pasado glorioso de EE. UU. en medio de su pérdida de liderazgo mundial?

En EE. UU. precisamente el voto joven apoya mayoritariamente a Harris. Aquí se ve claramente cómo actúa el sesgo por razón de sexo entre la juventud, ya que el respaldo a la candidata demócrata es particularmente fuerte entre las mujeres jóvenes, con un 70% apoyándola, en comparación con el 23% que apoya a Trump. 

Esta nueva tendencia de división ideológica entre hombres y mujeres jóvenes proviene, en parte, de la segregación que el algoritmo hace entre "cerebros rosas", ellas más expuestas a narrativas de justicia social, feminismo y bienestar, y cerebros azules, ellos más expuestos a contenidos conservadores o reaccionarios, diferenciando así entre valores duros para ellos y valores blandos para ellas. Aquí cabe preguntarse quién alimenta realmente a la bestia. La venganza del algoritmo se alimenta de nosotros mismos. 

¿Qué democracia nos espera? 
Según el Democracy Index 2023, nos enfrentamos a un contexto de repliegue democrático. Solo el 7.8% de la población mundial vive en democracias plenas, mientras que el 39.4% lo hace bajo regímenes autoritarios.

Esta regresión coincide con el aumento de la influencia de las redes sociales y el descontento juvenil con las instituciones democráticas. En España, según un estudio reciente de 40dB, un 26% de los encuestados afirma que, en determinadas circunstancias, preferiría un gobierno autoritario. Con una media de edad de 40,8 años en las democracias plenas, las generaciones más jóvenes muestran un menor apoyo hacia sus sistemas democráticos, lo que pone en duda el relevo generacional de nuestras democracias. No es casualidad que la propia presidenta de la Comisión Europea haya establecido como prioridad en este mandato acercar la institución a los jóvenes europeos. 

En un contexto donde los jóvenes se alejan tanto de los medios tradicionales como de las fuentes de información fiables, las instituciones públicas tienen un papel crucial. Para ello, me gustaría destacar tres ideas clave que merecen mayor atención y profundización.

En primer lugar, la importancia de la innovación en comunicación y la búsqueda de nuevos formatos que conecten y atraigan a los jóvenes. Si existe una tendencia a confiar más en las personas que en las grandes cabeceras mediáticas, será necesaria una mayor colaboración entre influencers consolidados y nuevos talentos, instituciones y medios de comunicación para captar la atención de estas nuevas audiencias. Iniciativas como Solutions Journalism Network (SJN) o el programa Creative Europe muestran resultados positivos. Conectar a los jóvenes con el periodismo es, en esencia, conectarlos con la democracia.

En segundo lugar, es imprescindible una regulación más estricta sobre el uso de algoritmos y la transparencia de las plataformas digitales. Esto nos lleva al antiguo debate sobre la función social de los medios: informar, formar y entretener.

"En un entorno donde se premia la mentira y la exageración, es fundamental que los algoritmos se desarrollen bajo principios éticos"

La Unión Europea ha dado un paso significativo con la implementación de normativas que regularlas. La reciente victoria en la batalla contra TikTok Little es un ejemplo de cómo las instituciones pueden crear espacios que promuevan un consumo saludable de la información. Incluso el propio Elon Musk ha terminado cediendo ante el Tribunal Supremo de Brasil.

En un entorno donde se premia la mentira y la exageración, es fundamental que los algoritmos se desarrollen bajo principios éticos. Regular los algoritmos es, en definitiva, regular el espacio donde se conforma el debate público y garantizar el derecho a una información veraz y plural, pilares fundamentales de cualquier democracia avanzada.

Por último, resulta esencial fomentar el pensamiento crítico y la participación en las democracias como antídoto a la manipulación emocional. Aquí tenemos el modelo finlandés, pero en países como Austria -donde acaba de triunfar un partido fundado por nazis- se están aplicando fórmulas que buscan el contacto presencial entre jóvenes e instituciones como antídoto a las burbujas digitales. En este caso, como casi siempre, todo empieza por la educación. 

Hannah Arendt señalaba que aun en los tiempos más oscuros tenemos el derecho a esperar cierta iluminación. Esa luz somos nosotros. Lo que hagamos ahora como poderes públicos y profesionales de la comunicación determinará que, en el futuro, ningún estudiante tenga que escuchar a su profesor hablar de una canción titulada El algoritmo mató a la democracia. 

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