Cuando se cumplen ocho años de la aprobación del Estatuto Básico del Empleado Público (Ley 7/2007, de 12 de abril) casi nada se ha movido en la función pública española
J. A. Chaves.- Blog Contencioso.es.- Con la crisis económica y los coletazos de la corrupción parece que no importan los problemas del empleo público. Ni políticos, ni sindicatos, ni ciudadanos ni programas electorales parecen preocupados por reformar sustancialmente la herramienta mas poderosa para revitalizar los servicios públicos y la dignidad administrativa: los empleados públicos.
Parece haberse abandonado los problemas a la judicialización puntual, a la negociación ocasional en cada Administración y a no abrir una caja de los truenos.
1. El EBEP se remitía por un lado a desarrollos legislativos de cada Comunidad Autónoma para fijar modelos propios; en segundo lugar, a desarrollos reglamentarios por el propio Estado; y en tercer lugar, al resultado de negociaciones en distintos ámbitos (estatal, autonómico o de cada Administración).
El resultado de la cosecha es desolador. Pocas leyes autonómicas y casi todas burdos plagios de la legislación estatal o de la Comunidad vecina, limitándose a buscar la paz social. El propio Estado ha huido de reglamentar su propio Estatuto siguiendo la política del avestruz. Y los pactos negociados han sido parcheos y recauchutados de situaciones concretas.
O sea, digamoslo claro: el EBEP ha sido el parto de los montes de Esopo (mucho ruido y pocas nueces), que en versión de Samaniego nos estremece:
“Con varios ademanes horrorosos,
los montes de parir dieron señales.
Consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
infundieron pavor a los mortales,
estos montes que al mundo estremecieron
un ratoncillo fue lo que parieron..”
2. Así que parece que se reformará el procedimiento administrativo y el régimen jurídico de las Administraciones pero en lo que se refiere a la reforma del personal, “ni está ni se le espera”.
Quizá ese cartucho quiere reservarse para anunciarlo ante las elecciones generales con los tópicos consabidos (“se pagará más a quien más trabaje”, “más calidad de vida”, “incorporación de tecnologías para hacerlo mas llevadero”, etc).
RPTs
Y mientras tanto colosales bucles jurídicos en torno a las Relaciones de Puestos de Trabajo (modelo que revienta por las costuras), a la mezcolanza de laborales y funcionarios haciendo la misma labor, a una estructura retributiva utilizada como el pescadito para las focas del acuario, a una movilidad administrativa que mueve a los que quieren que sean movidos, a unas negociaciones sindicales en horas bajas, etc.
No me extraña que sigan vigente mis atrevidos criterios sobre Cómo reconocer un funcionario ejemplar en tiempos difíciles, pues difíciles son las coordenadas que le ha tocado vivir, juguete de la crisis económica y política.
En fin, me he detenido en esta reflexión porque acabo de enterarme que lleva subido a internet una ponencia que efectué en el año 2013 a la que tuvo la amabilidad de invitarme la prestigiosa Escuela Gallega de Administración Pública, y visto lo visto, dado que nada se mueve en el horizonte, creo que reviste actualidad en cuanto a diagnóstico y posibles recetas de los problemas del empleo público. Aquí la tenéis, por si tenéis tiempo y os interesa. Y si no tenéis ninguna de las dos cosas, pues tan amigos, que hay vida mas allá de la Administración.
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