"A medida que se desvanece la era de la estabilidad geopolítica, aumenta el riesgo de que el aumento de la inseguridad se convierta en una amenaza para el crecimiento y la libertad"
Durante la mayor parte de este periodo, la ralentización del crecimiento económico podía considerarse un inconveniente, pero no una catástrofe. Ya no es así. La población europea va a disminuir y tendrá que basarse más en la productividad para poder crecer. Si la UE mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad desde 2015, solo bastaría para mantener constante el PIB hasta 2050, aproximadamente.
Sin embargo, la necesidad de crecimiento en Europa es cada vez mayor. La UE aspira a descarbonizar y digitalizar su economía y a aumentar su capacidad de defensa. A la vez, debe preservar su modelo social a medida que envejecen sus sociedades. Las necesidades de inversión son enormes. Según las últimas estimaciones, el porcentaje de inversión tendrá que aumentar en unos cinco puntos porcentuales del PIB, hasta alcanzar los niveles registrados por última vez en los años sesenta y setenta. A título comparativo, las inversiones adicionales aportadas por el Plan Marshall entre 1948 y 1951 supusieron en torno al 1-2% del PIB anual.
Para reactivar el crecimiento, la Comisión
Europea ha publicado hoy un informe
sobre la competitividad en la UE bajo mi
dirección. Este informe identifica las causas profundas del debilitamiento de
la posición de la UE en sectores clave y presenta una serie de propuestas para
restaurar la fuerza competitiva de la UE. El informe señala tres ámbitos
principales de actuación:
El primero es cerrar la brecha de innovación
con EE. UU. Europa se perdió en gran medida la revolución digital
protagonizada por el nacimiento del Internet y los aumentos de productividad
que trajo consigo: de hecho, la diferencia de productividad entre la UE y EE.
UU. desde el año 2000 se explica en gran medida por el sector tecnológico. La
UE sigue siendo débil en las tecnologías emergentes que impulsarán el
crecimiento futuro. Las empresas europeas se especializan en tecnologías
maduras en las que el potencial de avance es limitado.
El problema no es que a Europa le falten ideas
o ambición, sino que la innovación se bloquea en la siguiente fase: no se
traduce en comercialización, y las empresas innovadoras que quieren crecer se
ven obstaculizadas por normativas incoherentes y restrictivas.
Muchos empresarios europeos prefieren buscar
financiación de inversores de capital riesgo estadounidenses y crecer en el
mercado americano.
La UE debe cambiar de rumbo. Un sector
tecnológico débil no solo le privará de las oportunidades de crecimiento de la
próxima revolución de la inteligencia artificial (IA), también
obstaculizará la innovación en una amplia gama de sectores adyacentes —como
el farmacéutico, el automovilístico y el de defensa— en los que la integración
de la IA en las operaciones será fundamental para que la UE siga siendo
competitiva.
El informe propone una reforma fundamental del
ciclo de vida de la innovación en Europa: desde facilitar a los investigadores
la comercialización de las ideas hasta la inversión pública conjunta en
tecnologías de vanguardia, pasando por la eliminación de los obstáculos a la
expansión de las empresas innovadoras y la inversión en infraestructuras
informáticas y de conectividad para reducir el coste del desarrollo de la
inteligencia artificial.
La mejora de las competencias profesionales ocupa un
lugar central en esta iniciativa, para que las empresas europeas puedan
encontrar el talento que necesitan para innovar y adoptar la tecnología, y para
que los ciudadanos europeos puedan beneficiarse plenamente del cambio
tecnológico. Si bien la UE debe aspirar a igualar a EE. UU. en innovación, debe
superarla en formación y aprendizaje de adultos.
El segundo ámbito de actuación es combinar la
descarbonización con la competitividad. Si los ambiciosos objetivos
climáticos de la UE van unidos a un plan coherente para alcanzarlos, la
descarbonización será una oportunidad. Pero si Europa no logra coordinar sus
políticas, existe el riesgo de que la descarbonización perjudique la competitividad
y el crecimiento.
Las empresas de la UE se enfrentan a precios
de la electricidad entre dos y tres veces superiores a los de EE. UU. Los
precios del gas natural son entre cuatro y cinco veces superiores. Con el
tiempo, la descarbonización contribuirá a desplazar la generación de
electricidad hacia fuentes de energía limpias, seguras y de bajo coste. Pero
los combustibles fósiles seguirán marcando el precio de la energía durante al
menos lo que resta de esta década. A menos que Europa transfiera mejor los
beneficios de la energía limpia a los usuarios finales, los precios de la
energía seguirán frenando el crecimiento.
La descarbonización es también una oportunidad
para la industria de la UE. Europa es líder mundial en innovación de
tecnologías limpias y en algunos sectores de fabricación, como la energía
eólica y los combustibles bajos en carbono. No obstante, la competencia
china se está agudizando, impulsada por una poderosa combinación de
subvenciones, innovación y escala. Europa se enfrenta a una posible
disyuntiva: depender cada vez más de China puede ser el camino más barato para
cumplir los objetivos climáticos de la UE, pero la competencia estatal de China
representa una amenaza para otras industrias productivas.
El informe propone un plan para conciliar
descarbonización y competitividad. Empieza por reformar el mercado europeo
de la energía para que los usuarios finales puedan ver los beneficios de la
energía limpia en sus facturas. Las industrias que hacen posible la
descarbonización, como las tecnologías limpias y los vehículos eléctricos,
necesitarán más apoyo para fomentar la innovación e igualar las condiciones
frente a sus competidores mediante políticas industriales a gran escala. Europa
tendrá que actuar conjuntamente para descarbonizar las industrias que hacen un
uso intensivo de la energía y que están en desventaja por las normativas
asimétricas.
El tercer ámbito es el aumento de la seguridad
y la reducción de las dependencias. A medida que se desvanece la era de la
estabilidad geopolítica, aumenta el riesgo de que el aumento de la inseguridad
se convierta en una amenaza para el crecimiento y la libertad. Europa está
especialmente expuesta. La UE depende de un puñado de proveedores de materias
primas críticas al tiempo que depende en gran medida de las importaciones de
tecnología digital.
En este contexto, el informe pide a la UE que actúe como las demás grandes economías y construya una auténtica "política económica exterior" europea mediante la coordinación de acuerdos comerciales preferenciales e inversiones directas en países ricos en recursos; la acumulación de reservas en sectores críticos seleccionados; y la creación de asociaciones industriales para asegurar las cadenas de suministro de tecnologías clave.
El informe también pide a Europa que refuerce
su capacidad industrial de defensa. La industria de defensa de la UE está
demasiado fragmentada y adolece de una falta de normalización e
interoperabilidad de los equipos. Para que sus empresas se integren y alcancen
economías de escala, Europa necesita agrupar y focalizar su gasto. La
compra conjunta europea representó menos de una quinta parte del gasto en
adquisición de equipos de defensa en 2022.
Se avecinan decisiones importantes sobre cómo
financiar las necesidades de inversión de Europa. La integración de sus
mercados de capitales será crucial. Europa cuenta con un elevado ahorro
familiar, pero éste no se canaliza hacia inversiones productivas en la UE. El
sector privado no podrá asumir la mayor parte de la financiación de las
inversiones sin el apoyo del sector público.
Cuanto más dispuesta esté la UE a emprender
reformas para generar una mayor productividad, más aumentará el espacio fiscal
y más fácil le resultará al sector público prestar este apoyo. Cierta
financiación conjunta de proyectos clave, como la inversión en innovación de
vanguardia, contribuirá a este impulso de la productividad. Otros "bienes
públicos" clave -como los contratos públicos de defensa o las redes
transfronterizas- también quedarán desabastecidos sin una acción y una
financiación comunes.
El informe se publica en un momento difícil
para el continente. Europa no puede permitirse más aplazamientos para
preservar el consenso. La UE ha llegado a un punto en el que, si no actúa,
tendrá que comprometer su bienestar, el medio ambiente o su libertad.
Para tener éxito, tendrá que adoptar una nueva postura hacia la cooperación: en la eliminación de obstáculos, la armonización de normas y leyes; y la coordinación de políticas. Hay diferentes formas en las que puede avanzar. Pero lo que no puede permitirse es no avanzar en absoluto.
Europa debe confiar en sí misma, aunque la
magnitud del reto alcance niveles sin precedentes en relación con el tamaño de
sus economías. Hacía mucho tiempo que la supervivencia no era una
preocupación tan común. Las razones para una respuesta unificada nunca
habían sido tan convincentes, y en la unidad, Europa puede encontrar la fuerza
para reformarse. © The Economist Newspaper Limited, London,
2024
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