"Cataluña perdería alrededor de un 5% de su PIB si permaneciera en la UE en unas condiciones similares a las actuales y un 11% de su PIB si permaneciera fuera de la UE con una situación preferencial similar a la de Suiza"
Por Jordi Paniagua. Nada es gratis blog.- En diciembre de 2019, durante uno de los eventos deportivos más seguidos (el clásico entre el FC Barcelona y el Real Madrid), se desplegó una enorme pancarta en el Camp Nou con un mensaje contundente: #SpainSitAndTalk. Con este mensaje se instaba al gobierno de España a entablar un diálogo sobre la posible secesión de Cataluña de España, evidenciando el estancamiento político desde el referéndum de 2017.
Cuatro años después, parece que la pancarta ha surtido efecto, ya que representantes del gobierno central y catalán se sientan por primera vez a dialogar. Aunque los temas tratados se mantienen en cierta medida en secreto, una cuestión particularmente interesante es el impacto económico de una eventual independencia de Cataluña. Recuerdo que un antiguo ministro de finanzas europeo me comentó hace algún tiempo que en las negociaciones en Bruselas cada parte apilaba un paper en favor de su argumento, y quien tenía la lista más larga ganaba la partida. Supongo entonces que el caso catalán el verificador será el encargado de medir quien tiene una pila de papers más larga. Sin embargo, sorprende la escasa cantidad de trabajos académicos sobre este tema en comparación con otros campos como el Derecho o las Ciencias Políticas. Los escasos trabajos existentes (ver aquí y aquí, y resumidos en dos entradas de hace una década en NeG, aquí y aquí) reflejan unas pérdidas sustanciales para Cataluña (incluso exageradas como indicaban aquí), y no exponen las consecuencias para el resto de CCAA, ni tienen en cuenta la incertidumbre acerca del encaje de la nueva situación en Europa.
En un reciente documento de trabajo (disponible aquí), tres economistas nos hemos arremangado (en el más puro estilo fontanero como predicaba Duflo, o más bien como predicadores como nos incitaba Stigler) y nos hemos sumergido en el intrigante interrogante: ¿Cuáles serían las consecuencias económicas para el resto de España y Cataluña si ésta se independizara?
El estudio aporta novedades a la literatura económica de dos maneras significativas. En primer lugar, ahonda en el efecto frontera del comercio internacional, esto es, la diferencia observada en el comercio internacional en comparación con el comercio regional dentro de un país. Utilizando un conjunto de datos novedoso que abarca las 17 CCAA españolas y más de 150 países durante los años 2001 a 2017, nuestro working paper revela que Cataluña ha intensificado su integración comercial con el resto del mundo en detrimento del comercio con el resto de CCAA. Una manera de analizar este cambio es estudiar el espesor de la frontera comercial catalana, recoge la intensidad comercial de Cataluña con sus socios comerciales. El panel superior de la Figura 1 muestra el cambio acumulado en el espesor de la frontera comercial catalana con el resto de las CCAA y el panel inferior con la UE. Podemos apreciar cómo el proceso de intensificación de la integración con la UE (un menor espesor en la frontera comercial) y menor relación comercial con el resto de CCAA se acelera tras el colapso económico de España después de la Gran Recesión.
Es un proceso similar al que Almunia y coautores documentaron como "venting out", aquí. Ante una pérdida de demanda interior, las empresas ajustan sus costes para vender sus productos en un mercado internacional más competitivo. Es decir, ocurre que parte del mecanismo compensatorio entre regiones de las transferencias fiscales a través del comercio interior empieza a fallar, o de manera muy simplificada: un mecanismo por el que Cataluña transfería a regiones más desfavorecidas, y éstas compraban cava y Seats. Todo ello sucede entre el año 2011 y 2012, justo cuando las políticas de austeridad se desplegaban por toda Europa. Está bien documentado que la ola de la austeridad fomentó la desazón y la desintegración económica, como en el caso del Brexit (ver aquí).
La segunda contribución del estudio consiste en cuantificar el impacto económico potencial de una hipotética secesión catalana mediante un análisis de equilibrio general. En concreto, utilizamos un modelo estructural de comercio inter- e intra-nacional de cómo responden los precios que pagan los consumidores y los que reciben los productores ante diversos escenarios contrafactuales, y con el fin de obtener medidas adecuadas de variación del bienestar. Ello nos permite a su vez cuantificar los efectos en la distribución de las pérdidas entre consumidores y productores. La incertidumbre política sobre el estatus de Cataluña dentro o fuera de la UE después de la ruptura sigue siendo un factor crucial, lo que sería determinante de la dinámica económica y política de la región. Por ello, la investigación examina las dinámicas comerciales, considerando diferentes escenarios fronterizos (regionales, internacionales o de la UE) y cómo podrían evolucionar si Cataluña se convirtiera en un estado independiente.
Los hallazgos resumidos en la Figura 2 sugieren, por un lado, unas pérdidas cada vez mayores para Cataluña en escenarios de disminución de la integración. En concreto, Cataluña perdería alrededor de un 5% de su PIB si permaneciera en la UE en unas condiciones similares a las actuales y un 11% de su PIB si permaneciera fuera de la UE con una situación preferencial similar a la de Suiza. Por otro lado, los resultados sugieren una disminución de la pérdida de bienestar asociada con la independencia a partir del año 2011 debido a su menor integración con el resto de CCAA, tal como apuntaban los resultados del espesor de la frontera comercial. Las pérdidas para España son más bajas y consistentes en todos los escenarios (cerca de un 1%). En cualquier escenario que hemos contemplado, la independencia de Cataluña se traduce en unas pérdidas leves y constantes para el resto de CCAA. Es decir, el Gobierno Central jugaría con ventaja en las negociaciones, y si ese fuera el caso, podría, por ejemplo, vetar el acceso de Cataluña a la Unión Europea sin apenas consecuencias para el resto, de acuerdo con el modelo.
En términos relativos, son las empresas catalanas la que más se verían perjudicadas por la independencia. En el escenario más favorable, los productores catalanes perderían alrededor de un 3%, mientras que los consumidores catalanes pagarían un 2.3% más por consumir. En cambio, los productores del resto de CCAA verían caer sus precios de venta un 0.4% y los consumidores del resto de España pagarían 0.8% más por sus productos. Esta distribución de las pérdidas ayuda a entender quizá por qué las empresas son menos entusiastas que los consumidores a la hora de abogar por la independencia.
Por último, también analizamos las consecuencias de la independencia en el resto de los 150 países de nuestra muestra (ver Figura 5). Lo interesante no es tanto el efecto global, que lógicamente es bastante impreciso, como el efecto diferencial entre regiones limítrofes. Aunque percibimos un efecto negativo muy leve (no llega al 1%), observamos algunos países que se verían beneficiados gracias al nuevo estado catalán. Países como Marruecos, Argelia, Túnez o Sudáfrica se verían beneficiados por un efecto de sustitución del comercio regional (entre Cataluña y el resto de CCAA) por el internacional (entre el resto de CCAA y este grupo de países). En concreto, por una sustitución de los productos similares producidos en el extranjero, y que resultarían más baratos que los catalanes en el nuevo escenario comercial. Si llevamos el argumento al límite podríamos pensar que estos países tendrían incentivos para reconocer legalmente a una Cataluña independiente.
Con todo ello, extraemos dos conclusiones fundamentales del trabajo. Por una parte, resaltamos una cierta racionalidad económica detrás de la independencia. A la vista del análisis, podemos entender mejor cómo los incentivos económicos han forjado el incremento de voto independentista. La respuesta catalana a la Gran Recesión fue internacionalizarse, con lo que la independencia cuesta ahora menos que hace años. A su vez, la menor prevalencia del comercio interno disminuye el mecanismo de compensación de las transferencias fiscales. Por último, las pérdidas para los consumidores catalanes, aunque significativas, no parecen mucho mayores que las que sufrieron tras las políticas de ajustes tras la crisis financiera de 2008-2013 en España.
Por otra parte, estimamos de una manera más precisa el precio que pagaríamos todos (consumidores y productores de Cataluña, el resto de España y del mundo) si Cataluña formara un estado independiente. El análisis económico de la independencia puede resultar útil para evaluar con mayor precisión y sosiego los equilibrios dentro de la economía política en posibles negociaciones futuras, así como para tomar decisiones más informadas en nuestro papel como ciudadanos. Lo que no sabemos es en qué lado de la mesa de negociación se apilará nuestro estudio.
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