sábado, 27 de mayo de 2023

El monopolio de los partidos políticos en la arena local

"Los partidos de ámbito estatal o regional tienen menos presencia municipal en la mayoría de los países de nuestro entorno (ej. Italia, Portugal, Polonia), o simplemente no existen en este nivel, como en Canadá. En el caso canadiense, su ausencia obedece a una particular cultura política según la cual los partidos introducen más problemas que cuestiones resuelven en la gobernanza municipal"

Carmen Navarro Gómez. Instituto de Desarrollo Local IDL.UAM.-  Aunque creamos que es un rasgo común de las democracias, en realidad no es así. Los partidos de ámbito estatal o regional tienen menos presencia municipal en la mayoría de los países de nuestro entorno.

 La política municipal española está dominada por los partidos políticos. Aunque parezca una afirmación de perogrullo, la cuestión merece algo de desarrollo. Cuando hablamos aquí de partidos políticos nos referimos a los de ámbito estatal, autonómico o provincial. Es decir, todo lo que no son listas locales de independientes.

   O, dicho de otra manera, nos referimos a las formaciones que tienen una dependencia orgánica de partido que va más allá del municipio y compiten en más de una circunscripción electoral. En el otro lado estarían las listas locales independientes, que se presentan solo en un municipio y defienden intereses estrictamente centrados en su problemática, cualquiera que sea la etiqueta que se les dé (independientes, agrupaciones de electores, plataformas, listas, etc) o el estatus legal que tengan. En muchas ocasiones estas listas independientes se constituyen jurídicamente como “partidos políticos” (porque en este país de citas previas y cuellos de botella en la administración, no hay nada más sencillo ni que exija menos requisitos que fundar un partido) pero no los consideramos como tales cuando hablamos de la monopolización partidista de la arena local.

  El predominio partidista en la política local se empieza a visualizar en el gráfico de abajo, cuando vemos que tan solo contando a dos de estos partidos – PSOE y PP- tenemos ya a casi el 70% de todos los concejales en España. Si estos altos porcentajes los completamos con los concejales de partidos regionalistas y nacionalistas y con los de la “nueva” política (C’s, confluencias de Podemos, etc.) el resultado es que los partidos políticos lo abarcan prácticamente todo en la arena municipal. Únicamente unas mil doscientes candidaturas independientes alcanzan representación en el conjunto de plenos municipales tras cada elección en nuestros más de 8.000 municipios. Y solo un número muy testimonial llega a la alcaldía.

El caso canadiense

  Aunque podamos pensar que es un rasgo común de las democracias, en realidad no es así. Los partidos de ámbito estatal o regional tienen menos presencia municipal en la mayoría de los países de nuestro entorno (ej. Italia, Portugal, Polonia), o simplemente no existen en este nivel, como en Canadá. En el caso canadiense, su ausencia obedece a una particular cultura política según la cual los partidos introducen más problemas que cuestiones resuelven en la gobernanza municipal. Prefieren líderes elegidos por su potencial para tomar decisiones basadas en el mejor interés para el municipio, más que candidatos seleccionados por su lealtad al partido o su capacidad para ascender en el mismo. Y entienden que los partidos políticos introducen factores de intereses partidistas en la gestión del municipio allí donde las decisiones tienen que fundarse en principios más técnicos. A todo ello se añadiría el argumento de que la política local no suele asentarse sobre clivajes o divisiones izquierda-derecha u otros que puedan estar presentes en la sociedad, sino más bien sobre cuestiones de gestión eficaz y eficiente o, como mucho, del clivaje pro/anti crecimiento.

  España se situaría en el otro extremo. Y son comunes las prácticas con lógicas partidistas aplicadas a lo local – como los pactos entre las direcciones nacionales de los partidos para la conformación de gobiernos municipales o conformación de listas electorales desde las capitales autonómicas o nacional – que serían aborrecidas por los que defienden que las decisiones municipales deben circunscribirse a los intereses propios del municipio. Pero no presentaríamos toda realidad si no identificáramos también algunos beneficios que aportan los partidos: facilitan las decisiones a los electores al permitirles tomar atajos cognitivos en la agregación de preferencias y son capaces de movilizar al electorado. Los altos niveles de participación electoral en elecciones municipales que observamos en España son probablemente el resultado de este aporte de los partidos.

  Con todo, en un panorama general en el que los partidos políticos acaparan lo local, subsisten rasgos que hacen de la política municipal un espacio singular y con menos niveles de ideologización en relación con otras arenas políticas. El liderazgo de las personas, por ejemplo, adquiere una importancia crucial en las elecciones y el ciudadano ejerce con frecuencia un tipo de voto dividido (voto a diferente fuerza política en elecciones nacionales, autonómicas y municipales) que indica que muchos ciudadanos votan más al candidato que al partido. Y, en general, también se observa ese mayor nivel de pragmatismo que siempre se detecta en lo local, con decisores pegados al terreno, que identifican más eficazmente las necesidades ciudadanas, que se adaptan a las características del territorio y ejercen una acción más orientada a resolver los problemas del vecino. Y, tenemos también datos para afirmar que, pese a todo, hay menores niveles de polarización.

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