sábado, 10 de mayo de 2025

¿Precios desorbitados de las VTC ante el apagón eléctrico?

"Parece que la legislación aprobada el pasado año para limitar los aumentos de precios en situaciones de emergencia no contempla estas distinciones económicas con lo que el juicio jurídico sobre lo ocurrido el día del apagón puede diferir del análisis económico y de bienestar"

 Por.- Aleix Calveras Maristany.- Nada es Gratis blog.- El Ministerio de Consumo investigará los supuestos aumentos de precios de los servicios de Vehículos de Transportes con Conductor (VTC) durante el reciente apagón que dejó sin electricidad a toda la península ibérica, paralizando así los medios de transporte público como el tren y el metro. Aquí hoy no analizaré los aspectos jurídicos de la supuesta subida desorbitada de tarifas el día del apagón, sino que me centraré en su lógica económica y en el impacto que pudo tener en el bienestar social. Ya escribí sobre los llamados ‘precios desorbitados’ durante la pandemia Covid-19: aunque el marco de análisis es el mismo, mis conclusiones y valoración en este caso son algo diferentes.

En mi entrada publicada en tiempos de pandemia critiqué los incrementos desorbitados de precios (‘price gouging’ en inglés) en productos de primera necesidad como las mascarillas y los geles desinfectantes, y abogué por la intervención pública en forma de límites a los precios, y fomento de la oferta. Aunque desde la teoría económica se entiende que los precios altos son una señal que indica escasez y estimulan la producción y la oferta, en determinados contextos de catástrofe este mecanismo no funciona adecuadamente al no poder la oferta responder con suficiente rapidez, y además no se garantiza una distribución justa y eficiente, ya que priorizan a quien tiene más recursos, no a quien más lo necesita. En el caso concreto de la pandemia de la Covid, la necesidad de estos productos respondía a criterios médicos objetivos (como la edad o el nivel de exposición al virus), y existían importantes efectos externos (vá incremento en el riesgo de contagio a terceros), por lo que la asignación a través del mercado basada únicamente en la disposición a pagar resultaba, con toda seguridad, inadecuada.

En el día del reciente apagón hay indicios de que al menos una de las plataformas VTC incrementó de forma significativa sus tarifas. Así lo sugieren los datos recopilados por la Cadena SER, reflejados en el siguiente gráfico:

El contexto del apagón difiere sin embargo del de la pandemia por al menos dos razones. La primera tiene que ver con el efecto positivo que podría tener el permitir un aumento significativo de las tarifas de los servicios VTC en el mismo día. Como es bien sabido, plataformas como Cabify o Uber aplican sistemas de precios dinámicos que responden a factores como la demanda puntual, por ejemplo, en días de lluvia (véase aquí): cuando llueve, la demanda aumenta y, con ella, también las tarifas. Este incremento de precios puede ser beneficioso si consigue atraer a un mayor número de conductores y vehículos VTC para responder a la mayor demanda.

En este caso, el aumento tarifario contribuiría a mejorar el bienestar general al facilitar que más usuarios puedan ser transportados con un menor tiempo de espera, aunque sea a un precio mayor. Si, en cambio, el alza en los precios no se traduce en una mayor disponibilidad de vehículos —es decir, si no hay más coches en circulación ofreciendo el servicio—, entonces el aumento de tarifas implicaría simplemente una transferencia de rentas de los usuarios hacia la empresa, que estaría aprovechando su poder de mercado sin generar un beneficio social adicional.

La segunda diferencia clave con respecto a la pandemia tiene que ver con la naturaleza de la necesidad y los posibles efectos externos. Es cierto que, también en este caso, la disponibilidad a pagar por parte de los usuarios está ligada a su nivel de renta y no se alinea necesariamente con el grado de necesidad o con el bienestar social; por ejemplo, personas mayores que tienen que ir al médico y no consiguen transporte a un precio ‘razonable’ porque están todos ocupados por personas de mayor poder adquisitivo sin una necesidad urgente.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría durante la pandemia —cuando el acceso a determinados bienes afectaba la salud pública a través del impacto en el riesgo de contagio—, en el contexto del apagón no parecen existir externalidades negativas sustanciales asociadas a la movilidad individual. Es decir, el uso de un VTC por parte de una persona no impacta directamente sobre el bienestar de otros (más allá de por el hecho de ocupar un coche), lo que eliminaría el argumento de que el mercado está asignando los recursos de forma ineficiente por no tener en cuenta dichos efectos externos.

En resumen

Aunque el incremento de tarifas aplicado por las plataformas VTC durante el apagón pueda parecer, a primera vista, abusivo, su valoración desde una perspectiva económica exige ciertos matices. Si dicho aumento logró incentivar una mayor oferta de vehículos -en un momento de colapso del transporte público- y permitió que más personas pudieran desplazarse, entonces podría haber tenido un efecto positivo sobre el bienestar general, a pesar de su evidente impacto redistributivo. Para ello es clave que el sistema de precios dinámicos esté realmente vinculado a una mayor disponibilidad de vehículos; de lo contrario, el incremento de precios no haría más que trasladar rentas desde los usuarios hacia las plataformas.

Parece que la legislación aprobada el pasado año para limitar los aumentos de precios en situaciones de emergencia no contempla estas distinciones económicas con lo que el juicio jurídico sobre lo ocurrido el día del apagón puede diferir del análisis económico y de bienestar. En cualquier caso, el análisis previo no significa que no pueda ser conveniente establecer regulación que, aun permitiendo incrementos significativos de precios en determinados contextos, los limiten para evitar la exclusión de usuarios con necesidades reales pero con menor capacidad económica.

Finalmente, añadir que es comprensible que, en situaciones de emergencia como la vivida durante el apagón, se espere y desee que tanto las personas como las empresas actúen guiadas también por principios éticos y no únicamente por el interés económico y personal; de hecho, según el relato de diversos medios, hubo muestras notables de solidaridad y cooperación ciudadana. No obstante, ello no debería impedir reconocer que, en economías capitalistas como la nuestra, el buen funcionamiento de los mercados —incluido el mecanismo de precios— puede, en determinadas circunstancias, contribuir también al bienestar común.

Gracias por leer nuestro blog. Nada es Gratis se financia en parte con las cuotas de los socios de la asociación homónima, pero para llevar a cabo sus actividades necesita la aportación desinteresada de todos aquellos que deseen apoyar su labor. Dona aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario