Otro post de actualidad: Rafael Jiménez Asensio en su Blog La Mirada Intitucional: La aporía de la excepción de la excepción constitucional:
Sobre el artículo 155 de la CE (y sus medidas)
Carles Ramió. Blog EsPúblico.- Hay consenso entre los especialistas que el gran cambio que
se avecina en el futuro en la nueva organización del trabajo va a venir de la
mano de la robótica y de la inteligencia artificial. Se ha comentado en
apartados previos que la estimación más conservadora es que en los próximos
quince años se van a robotizar un treinta por ciento de los actuales puestos de
trabajo.
Este gran cambio y revolución que se avecina debería ser una
oportunidad para que la Administración pública muestre un comportamiento proactivo
y no, como es usual, una práctica de carácter reactivo. En esta materia la
proactividad es un requisito insalvable de las instituciones públicas ya que la
rigidez en su organización laboral les impide hacer cambios bruscos y
contingentes como los que suelen suceder en el mercado laboral privado. La
diferencia entre el ámbito público y el privado reside en la estabilidad
laboral del primero. Por ello, el panorama previsible es que la Administración
pública del futuro será un ámbito laboral conservador y reactivo ante el
fenómeno de la robótica. Es fácil imaginar que la Administración pública sea la
última organización en incorporar los robots por tener unas convicciones
distópicas hacia la revolución tecnológica. Un mundo futuro en que, por
ejemplo, todo el sector transportes esté robotizado salvo la Administración
pública que seguiría fiel a retener a conductores o conserjes humanos. Carece
de sentido que sí Amazon está ahora experimentando con sistemas de drones para
la distribución de sus productos la Administración esté todavía inerte en este
campo. Pero mucho más grave es que Google esté desarrollando un potente
programa de inteligencia artificial y que, aparentemente, ninguna
Administración pública del mundo se le ocurra desarrollar un plan parecido
salvo en el ámbito del espionaje.
La Administración pública ha sido hasta el momento reactiva
en la introducción de modernos sistemas de organización y de gestión de
recursos humanos. Y con la robótica está sucediendo lo mismo. De hecho a nivel
de organización del trabajo el sector público no ha implementado ni la fase pre
robótica plenamente asentada en las empresas privadas ya no innovadoras sino
solo modernas. Por ejemplo, no tiene sentido que actualmente todos los
empleados públicos cualificados y de gestión todavía no trabajen en entornos
laborales diáfanos, sin despachos, sin teléfonos fijos, con una única impresora
compartida, solo con portátiles y teléfonos móviles, todas las herramientas en
la nube, con implantación progresiva del teletrabajo y sustitución del control
horario por proyectos y objetivos (Bustos, 2014). Pero si bien, la mayor parte
de la Administración pública todavía no ha implementado cambios de carácter pre
robótico en la organización de su trabajo, hay ámbitos que están mucho más en
la vanguardia: las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas llevan un tiempo
experimentando con drones, los centros públicos de espionaje utilizan sistemas
de gestión del big data y empiezan manejar sistemas incipientes de
inteligencia artificial. A todos los que les interese el tema de la robótica y
la inteligencia artificial y su implantación en el sector público y una
visión prospectiva del empleo público les aconsejamos seguir las publicaciones
digitales de dos autores muy interesantes: Gerardo Bustos @GerardoBustosP (funcionario de la
AGE, actualmente en el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas) y
Antonio Anson @Antonio_Anson (economista senior del Fondo Monetario Internacional).
Amortización de puestos
Es obvio que la Administración pública va a prescindir del
personal menos cualificado como telefonistas, conductores, conserjes,
auxiliares, etc. por la automatización de sus tareas. Pero «esa tendencia va a
experimentar un nuevo cambio, porque con la automatización, la robótica y la
inteligencia artificial, las plantillas del sector público podrán prescindir
también de determinadas bolsas de personal cualificado. Las tareas más
burocráticas, la elaboración de informes, las auditorías y controles
financieros y contables, los trámites repetitivos y numerosas tareas de este
tipo se realizarán total o parcialmente con herramientas inteligentes. El dato
interesante en este caso es saber que ya no hablamos de sustituir a los
empleados públicos menos preparados, sino a empleados cualificados cuyo trabajo
se ha quedado obsoleto y/o es susceptible de automatización» (Bustos,
2014). Es decir, la robótica no va a perturbar solo a puestos de trabajo poco
cualificados sino que va afectar a muchos otros puestos como el personal
sanitario, docente, de gestión, analistas en su concepción tradicional, etc. «Nadie
puede pensar ya que la automatización solo se refiere a las tareas más
mecánicas. Los robots también van a sustituir puestos reservados
tradicionalmente a licenciados universitarios. Esta tendencia influye
poderosamente en la redefinición de los puestos de trabajo que la administración
va a necesitar en un futuro no muy lejano» (Anson, 2017)
Dentro de dos décadas trabajaran centenares de miles de
robots en nuestras administraciones públicas: conductores de transportes
públicos, drones de vigilancia, robots policías, robots cirujanos, robots
asistentes sociales y sanitarios en los domicilios de los enfermos crónicos y
de las personas con edad avanzada, sistemas inteligentes de extracción y
análisis de información que alertaran a los decisores públicos sobre problemáticas
emergentes y potenciales líneas de actuación, etc.
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