"A falta de conocer las enmiendas que la militancia proponga a la ponencia oficial del Congreso del PSOE, me preocupa que algunos debates políticos importantes sobre la situación política española y europea, no tengan lugar en el Congreso de Sevilla"
Revista de prensa. Ramón Jáuregui. La hora Crítica- Ese fue mi primer pensamiento después de leer el texto que la Comisión Ejecutiva ha circulado entre las bases del partido. Más parece un programa electoral construido sobre la base de un argumentario muy gubernamental (”lo que hemos hecho”) y sobre una especie de programa de gobierno a corto y medio plazo para la España que gobernamos.
Está bien. Ningún reproche por eso. Es bueno que nuestros debates toquen tierra y se concreten en acciones de gobierno y en propósitos y objetivos para un partido que gobierna. Pero, sinceramente, creo que falta plantear, sugerir o suscitar debates muy profundos sobre algunas de las realidades y de las dificultades con que nos encontramos a nuestro alrededor para impulsar y desarrollar nuestros ideales.
Por ejemplo, enfrentar el avance populista y la crisis de las democracias liberales en el mundo entero (mucho más después de las amenazas procedentes de Estados Unidos con Trump ). O ,recordar y describir las amenazas que sufre la Europa de hoy por las crisis acumuladas que se anuncian en una legislatura que se vislumbra trascendental. Incluso me parece muy notoria la ausencia de una reflexión sobre el contexto internacional tan absolutamente desordenado e inestable y hostil en el que se sitúa nuestro país junto a toda Europa. Y , por supuesto, reconocer y reflexionar sobre las dificultades de una alianza de gobierno para llevar a cabo nuestro propio proyecto para España, tanto en lo territorial como en lo social.
Las democracias están en crisis en todo el mundo. Una suma de factores las están debilitando y amenazas que creíamos del siglo pasado ,reaparecen con inusitada fuerza, alimentadas por nuevos fenómenos propios de una globalización ingobernada. El factor migratorio, por ejemplo, el desorden y la incertidumbre de un mundo multipolar, la polarización política, cada vez más frecuente en casi todos los países y unas redes sociales que han destruido el edificio deliberativo público, están favoreciendo la aparición de los llamados” hombres fuertes “, que transforman democracias originarias, en regímenes iliberales, devaluando los contrapoderes del Ejecutivo (oposición, libertades, opinión pública, etcétera) para perpetuarse en el poder, hasta el punto de negar la alternancia, como bien sabemos, núcleo de la democracia misma. Alrededor del 70% de la población mundial vive bajo regímenes autocráticos o semi democráticos.
Nuestras democracias también sufren. La izquierda política debe afrontar estos factores que debilitan nuestros edificios democráticos. La separación de poderes, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la polarización política y la fractura social consecuente, las tentaciones partidarias en los nombramientos institucionales y desde luego, el daño de las redes y la manipulación de los nuevos instrumentos de comunicación ,son factores ,entre otros muchos, que reclaman una reflexión seria y medidas urgentes desde nuestras posiciones políticas.
Cuando yo era un joven antifranquista, creía que la democracia era sólo un paso intermedio para la justicia social y la igualdad de oportunidades, auténticos objetivos del socialismo democrático, decíamos nosotros. Hoy, creo que los socialistas debemos tener claro que la democracia no es la forma ,es el fondo .Que no es un instrumento o un medio sino que es , el único Marco en el que pueden alcanzarse esos objetivos y que la democracia es también ,por ello ,uno de los fines de nuestros ideales. En definitiva ,que, “Socialismo es libertad”, como titulamos nuestro primer congreso en España después de la dictadura.
Por todo eso, creo que nuestro partido debe reflexionar sobre cómo reforzar, regenerar y mejorar nuestra democracia y creo que el plan lanzado por el gobierno a ese respecto debiera ser una oportunidad para proponer nuevos consensos sobre nuestra democracia y abordar como mínimo reflexiones y propuestas para:
Reforzar la separación de poderes y en particular evitar la politización de la justicia y viceversa. Bueno será recordar que seguimos teniendo pendiente un acuerdo sobre la fórmula de elección del Consejo del Poder Judicial .En este mismo ámbito, me parece imprescindible recordar que todos los ejecutivos en todo el mundo están devaluando el poder legislativo y abusando de los decretos leyes, como consecuencia de la necesidad de las acciones ejecutivas inmediatas en un mundo cada vez más veloz y concatenado .Pero, un Poder Legislativo fuerte que no se limite a ratificar las políticas del Ejecutivo, es particularmente necesario en estos momentos. No olvidemos que es el poder directamente elegido por los ciudadanos.
Hacen falta compromisos concretos para garantizar la independencia de los órganos institucionales y para evitar la tentación partidista en sus nombramientos .El prestigio de las instituciones es un elemento nuclear de la confianza ciudadana en la democracia. Cuando se deteriora la confianza en las instituciones democráticas, se lesiona gravemente la credibilidad de la democracia.
Sería bueno consensuar medidas en materia de libertades , especialmente de la libertad de expresión, pero también de transparencia sobre la propiedad de los medios y la publicidad institucional ,en el marco de una política que favorezca el fortalecimiento de una sociedad civil más organizada, de un edificio deliberativo público más sano y de unos contrapoderes (“Checks and balances”), más sólidos, en nuestro ejercicio democrático.
Otro de los grandes debates del momento es el que nos remite al desorden geopolítico actual y a los desafíos europeos ante un mundo hostil a nuestros valores y a nuestras aspiraciones. La llegada de Trump a la Casa Blanca ,no hace sino agravar un escenario en el que las guerras, bélicas, comerciales y tecnológicas, se extienden en un contexto de grave crisis de las organizaciones internacionales y arbitrales, desde Naciones Unidas a la OMC, desde el multilateralismo a la gobernanza económica de un sistema productivo y financiero globalizado. Ese desorden geopolítico y esa desgobernanza económica es letal para una izquierda que aspira a un multilateralismo ordenado y a una cooperación internacional en las grandes causas supranacionales.
Europa está amenazada no solo por la guerra de Ucrania y por los peligros de su vecindad con Rusia. Otras amenazas, menos vitales pero muy preocupantes ,nos enfrentan a un futuro incierto, podríamos incluso decir que hostil .El mundo que se está configurando en este siglo XXI ese que creíamos cargado de esperanzas y expectativas, es ajeno a muchos de nuestros valores y compite ferozmente con nuestros intereses .Amenazas tecnológicas ,comerciales y geopolíticas se suman a las bélicas y cuando creíamos haber construido una unión supranacional capaz de pilotar y liderar el mundo de la democracia y de la paz, hemos descubierto que nuestra embarcación sufre múltiples vías de agua en un mar tormentoso.
Tenemos problemas de demografía porque somos pocos y viejos , pero no aceptamos a los inmigrantes .Tenemos problemas de innovación, de energía, de competitividad, de defensa y no somos capaces de armonizar nuestras decisiones y de adoptar políticas que solo pueden prosperar si son de todos y se adoptan urgentemente .Los informes Letta y Draghi ,han marcado una hoja de ruta para la Unión Europea y el socialismo democrático debe de seguir siendo eje vertebrador de ese gran proyecto y de esa gran ambición que es hacer de Europa un modelo de sociedad democrática, de justicia y de igualdad y una vanguardia en la construcción de un orden multilateral de paz y de cooperación.
EL PSOE es clave en el proyecto europeo actual y tiene ante sí un panorama deprimente en el ámbito partidario europeo, por la reaparición de unos nacionalismos estatales anacrónicos y reaccionarios y por el avance de las derechas extremas en muchos de los países europeos. Situarnos ante ese horizonte y reflexionar sobre nuestro” patriotismo constitucional y europeo”, sobre nuestro cosmopolitismo internacional, planteando horizontes, señalando caminos, ofreciendo pedagogía política, aunque pueda parecer utópica, es imprescindible.
Por último España .Yo creo que está muy bien señalar la necesidad de reformas de nuestra Constitución para muchas cosas, pero el acto consecuente es reconocer que eso solo se puede hacer con todos y que un proyecto tan ambicioso reclama instalar en el país una base cultural del consenso y un aprecio por el pacto que no tenemos. Surge así un clásico de nuestros debates congresuales: la política de alianzas. Es decir , cuál es nuestro marco de alianzas y de relaciones con el arco parlamentario español. Desde el cordón sanitario con la ultraderecha , a las posibilidades de entendimiento con el PP en las llamadas políticas de Estado. Desde nuestra disposición al pacto con nuestras izquierdas y con los nacionalistas , a nuestros límites para con algunas de sus reivindicaciones.Muchos ciudadanos españoles quieren saber si nuestro proyecto para España se materializa en la actual coalición y si esta se proyecta como base política de largo plazo o nuestro proyecto tiene vocación de mayoría propia.
Hay una corriente de pensamiento político en España que interpreta la moción de censura de 2018 como el comienzo de una nueva etapa, en la que un nuevo pluralismo partidario nos condena a dos únicas opciones de gobierno: el PSOE junto a otras izquierdas y algunos nacionalismos, o el PP ,con otros nacionalismos, o con Vox .Quienes establecen ese punto de inflexión, interpretan que el régimen del 78 y los consensos del bloque de constitucionalidad, son tiempos pasados y ubican al PSOE al frente de una mayoría progresista y Plurinacional para construir la España del futuro .
Pero, esta perspectiva tiene algunos inconvenientes serios que un Congreso como el nuestro debería de abordar, porque esa dicotomía perpetúa el” bloquismo” actual y acentúa una peligrosa polarización política y social en España .Además , impide grandes pactos de Estado, necesarios en un país de estructura territorial compleja y multinivel para atender problemas urgentes y compartidos. Vivienda o inmigración son un buen ejemplo .Por último, desprenderse de aquellos consensos vertebradores de nuestras fracturas históricas, es una apuesta de futuro, que merece algunas reflexiones serias en nuestro partido.
Algo parecido ocurre con la política territorial de España. Defender la España plural y la diversidad territorial para enfrentar los problemas de nuestro modelo autonómico, exige, a mi entender, concretar la propuesta federalista del PSOE y definir los contenidos de nuestro” impulso federalista”. Puede resultar inoportuno en la acción gubernamental del momento, pero me parece muy necesario para devolver la confianza ciudadana al PSOE como el partido vertebrador de la España autonómica y como el impulsor de una verdadera reforma Federal.
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