"La dirección administrativa en España bien es política o bien está politizada y siempre corresponde, como en toda organización, a personas y se desenvuelve dentro de un sistema, bien diseñado legalmente, o bien corrompido"
Tu Blog la Administración Pública. Andrés Morey. En estos momento que creo que cabe considerar
como de crisis general, si bien parezca que sólo interesa políticamente hacer
referencia a los aspectos económicos, las elecciones europeas han introducido un
pequeño cambio y los partidos políticos que aspiran al poder proponen cambios
constitucionales, principalmente en lo que se refiere a la organización del
Estado.
Y es común que esa propuestas afecten al Capítulo III del Título VIII de la Constitución, ya que es común considerar que los problemas políticos actuales se solucionarían cambiando el actual y denominado como Estado de las Autonomías, en especial por lo que respecta a las Comunidades autónomas, sin perjuicio de las reformas que se puedan considerar respecto de la Administración Local.
En estas propuestas hay dos vías distintas y contradictorias, una que propone avanzar hacia un Estado Federal que no se concreta o describe, pero que apunta a una reducción respecto del número de las actuales comunidades autónomas y a una asimetría entre los estados que las sustituyan. Esta postura considera, en el fondo que el problema político son los nacionalismos y que con el federalismo tendría solución. Son muchos los aspectos que no se desarrollan y, por tanto, mucho camino el que quedaría por describir y delimitar. La otra vía o propuesta, tiene una base más de carácter económico y considera que hay que reducir la administración autonómica o más bien regresar a un Estado centralizado. Sigo, pues, más detenidamente examinando esta postura, ya que es más próxima a los problemas administrativos que puedan existir en la actualidad. No obstante, es posible que se reiteren cuestiones ya analizadas en otras entradas, principalmente en la diez dedicadas a los males de la Administración española y desarrolladas desde el 7
Y es común que esa propuestas afecten al Capítulo III del Título VIII de la Constitución, ya que es común considerar que los problemas políticos actuales se solucionarían cambiando el actual y denominado como Estado de las Autonomías, en especial por lo que respecta a las Comunidades autónomas, sin perjuicio de las reformas que se puedan considerar respecto de la Administración Local.
En estas propuestas hay dos vías distintas y contradictorias, una que propone avanzar hacia un Estado Federal que no se concreta o describe, pero que apunta a una reducción respecto del número de las actuales comunidades autónomas y a una asimetría entre los estados que las sustituyan. Esta postura considera, en el fondo que el problema político son los nacionalismos y que con el federalismo tendría solución. Son muchos los aspectos que no se desarrollan y, por tanto, mucho camino el que quedaría por describir y delimitar. La otra vía o propuesta, tiene una base más de carácter económico y considera que hay que reducir la administración autonómica o más bien regresar a un Estado centralizado. Sigo, pues, más detenidamente examinando esta postura, ya que es más próxima a los problemas administrativos que puedan existir en la actualidad. No obstante, es posible que se reiteren cuestiones ya analizadas en otras entradas, principalmente en la diez dedicadas a los males de la Administración española y desarrolladas desde el 7
de diciembre de 2012 a 20 de enero de este año 2014. Para completar y tener
una visión más concreta de lo que aquí se va a tratar, la relectura de estas
entradas puede ser ilustrativa y complementaria.
Motor del gasto público
En la segunda postura se considera que las Comunidades autónomas son el motor del gasto público y el incremento de éste exagerado y que si desaparecieran aquéllas este gasto se reduciría y la racionalidad en general se produciría con mayor seguridad. Retornamos, pues, a uno de los problemas más discutidos desde el siglo XIX a la actualidad: las ventajas e inconvenientes de la dicotomía entre centralización o descentralización, tema que también ha sido desarrollado detenidamente en este blog. Pero lo principal en este problema actual respecto de las autonomías es que éstas no son sólo una cuestión administrativa sino que lo es también y básicamente de carácter político, ya que la estructura de las Comunidades autónomas cuenta con instituciones de naturaleza política, en especial porque cuentan con Asambleas legislativas o un poder legislativo en el ámbito de sus intereses y subordinado al poder legislativo estatal o general y común.
En la segunda postura se considera que las Comunidades autónomas son el motor del gasto público y el incremento de éste exagerado y que si desaparecieran aquéllas este gasto se reduciría y la racionalidad en general se produciría con mayor seguridad. Retornamos, pues, a uno de los problemas más discutidos desde el siglo XIX a la actualidad: las ventajas e inconvenientes de la dicotomía entre centralización o descentralización, tema que también ha sido desarrollado detenidamente en este blog. Pero lo principal en este problema actual respecto de las autonomías es que éstas no son sólo una cuestión administrativa sino que lo es también y básicamente de carácter político, ya que la estructura de las Comunidades autónomas cuenta con instituciones de naturaleza política, en especial porque cuentan con Asambleas legislativas o un poder legislativo en el ámbito de sus intereses y subordinado al poder legislativo estatal o general y común.
Con los
límites que el propio concepto de la autonomía implica y de la estructura
española del poder judicial, se puede decir que las comunidades autónomas son
casi unos pequeños estados y que no se pueden considerar como tales por no ser
soberanas. Pero es que hoy en día hay que revisar la idea que se tiene de la
soberanía pues las organizaciones supra estatales la han cambiado y la
subordinación de unos ordenamientos jurídicos a otros resulta ya algo normal.
Este hecho hace que sea necesario considerar el verdadero alcance que tendría el
poder legislativo de las comunidades autónomas y si es realmente necesario todo
el aparato organizativo que ha surgido a su alrededor y cuáles son los intereses
verdaderamente propios y particulares que pueden apoyar y justificar su
existencia. Esta cuestión creo que hace que se hagan presentes más los aspectos
administrativos de esta organización territorial del Estado. En resumen, a la
vista de lo que resulta de lo antedicho, desde el punto de vista del gasto
público o de la necesidad, es cierto que esta parte legislativa de las
comunidades autónomas podría ser objeto de crítica y revisión y que su necesidad
podría quedar en entredicho, pero es claro que para muchos ello implicaría una
vuelta atrás y, por ello, hay un problema político de fondo y la necesidad de un
cambio constitucional.
Pero quizá esto no resultaría un problema si la
realidad no fuera la del gasto público desorbitado que la organización
territorial del Estado español ha producido en estos años desde la Constitución
española de 1978 y si este gasto es producto de esta organización o no y si es
cierto que el problema económico nace de la misma y en especial de las
comunidades autónomas. Y aquí en este punto, al margen, de la cuestión apuntada
respecto del verdadero alcance de la organización política que he señalado, es
donde hay que centrarse, pues desde el punto de vista administrativo parece que
la descentralización era y es una necesidad evidente y que tanto ha de
desarrollarse sea con una centralización política como con una descentralización
de este tipo. Y, entonces, la pregunta es si como organización administrativa
las comunidades autónomas son las responsables del gasto y el problema actual y
creo que la respuesta ha de ser que no. Este tipo de organización administrativa
no es en sí misma la causa y que ésta hay que buscarla en los responsables de
dirigirla o en los que tienen la responsabilidad política de diseñar su
organización, sus estructuras y las políticas públicas a desarrollar y la
aprobación de los presupuestos correspondientes y control del gasto público.
Surge, pues, como causa, el gobierno y no la administración.
Sistema corrompido
La dirección administrativa en España bien es
política o bien está politizada y siempre corresponde, como en toda
organización, a personas y se desenvuelve dentro de un sistema, bien diseñado
legalmente, o bien corrompido. El gasto crece si se gobierna mal o se diseña una
administración que no es tal, sino que sirve a los intereses de partidos y
burócratas no profesionales y que ha de sostener estructuras burocráticas de
organizaciones no propiamente administrativas, sino de los partidos políticos,
sindicatos, empresarios y otros intereses subvencionados con fines espurios y no
públicos estrictamente. Y este es el problema básico en España, se ha corrompido
el sistema y las organizaciones están al servicio de los intereses de los
partidos políticos y de las instituciones por ellos dominadas, sean las que
sean. La inmoralidad se ha asentado en todos los ámbitos y ante ella ninguna
organización resulta racional o adecuada y mientras ella exista no hay reforma
que valga. La verdadera reforma está en su erradicación y en la regeneración
moral de los poderes del Estado. Los males los conocemos, falta la voluntad de
hacerlos desaparecer y es necesaria la elección de los que sean capaces técnica
y moralmente de realizar el cambio.
No, no es el sistema diseñado legalmente la causa, son las personas que lo dirigen los responsables y las instituciones que las mantienen y lo hacen en su beneficio propio. Los cambios que se proponen no son el remedio si persiste la corrupción, la inmoralidad y la apropiación de lo público por los intereses bastardos. Nadie nos habla de esta reforma, nadie propone algo que nos haga ver que, dentro de la legalidad existente o si se quiere con los cambios más necesarios, la vergüenza actual desaparecerá y hombre íntegros y partidos limpios nos dirigirán y administrarán, sin utopías y demagogias engañosas. Nadie, de los que han sido titulares del poder y del gobierno, reconoce ninguna responsabilidad, nadie plantea la regeneración. No son las autonomías el problema, aunque sean un problema entre otros muchos.
Repasen las entradas antes indicadas y verán el cúmulo de males que existen y que, aunque se atribuyan a nuestra Administración pública, realmente lo son políticos y sociales.
No, no es el sistema diseñado legalmente la causa, son las personas que lo dirigen los responsables y las instituciones que las mantienen y lo hacen en su beneficio propio. Los cambios que se proponen no son el remedio si persiste la corrupción, la inmoralidad y la apropiación de lo público por los intereses bastardos. Nadie nos habla de esta reforma, nadie propone algo que nos haga ver que, dentro de la legalidad existente o si se quiere con los cambios más necesarios, la vergüenza actual desaparecerá y hombre íntegros y partidos limpios nos dirigirán y administrarán, sin utopías y demagogias engañosas. Nadie, de los que han sido titulares del poder y del gobierno, reconoce ninguna responsabilidad, nadie plantea la regeneración. No son las autonomías el problema, aunque sean un problema entre otros muchos.
Repasen las entradas antes indicadas y verán el cúmulo de males que existen y que, aunque se atribuyan a nuestra Administración pública, realmente lo son políticos y sociales.
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