"Las instituciones públicas, tradicionalmente concebidas como estructuras jerárquicas y burocráticas, deben ahora reconstruir su legitimidad en torno a principios de transparencia, explicabilidad y rendición de cuentas algorítmica. La delegación de decisiones a sistemas automatizados plantea interrogantes sobre la soberanía administrativa, la justicia procedimental y la confianza ciudadana"
Por Borja Colón de Carvajal. esPúblico blog.- La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el sector
público europeo constituye, en términos de Misuraca y Van Noordt (2020), una
auténtica «revolución silenciosa». Lejos de los discursos tecnológicos
grandilocuentes, la transformación se está produciendo de manera progresiva y
estructural, alterando las dinámicas internas de las organizaciones públicas,
sus formas de toma de decisiones y, en última instancia, las capacidades
institucionales necesarias para gobernar digitalmente. Esta revolución, aunque
silenciosa, está redefiniendo el papel del Estado como garante del interés
general en un contexto donde los algoritmos comienzan a mediar en la gestión de
recursos, la prestación de servicios y la relación cotidiana entre
administraciones y ciudadanía. La IA deja de ser un mero instrumento operativo
para convertirse en un vector de transformación institucional que demanda
nuevas competencias, nuevos marcos normativos y, sobre todo, una nueva cultura
administrativa orientada al dato, la evidencia y la responsabilidad
tecnológica.
El impacto de la IA en el sector público no se limita a una
mejora incremental de los procesos administrativos, sino que introduce un
cambio de paradigma en la relación Estado-sociedad. Las instituciones
públicas, tradicionalmente concebidas como estructuras jerárquicas y
burocráticas, deben ahora reconstruir su legitimidad en torno a principios de
transparencia, explicabilidad y rendición de cuentas algorítmica. La delegación
de decisiones a sistemas automatizados plantea interrogantes sobre la soberanía
administrativa, la justicia procedimental y la confianza ciudadana. Según
Meijer y Bolívar (2021), la incorporación de algoritmos en la gestión
pública obliga a revisar la naturaleza misma del contrato social digital: ya no
basta con ser eficientes; las administraciones deben ser comprensibles y
auditables. La transparencia algorítmica emerge así como un nuevo imperativo
democrático que redefine la noción de responsabilidad pública en la era de la
automatización.
En el ámbito local, esta transformación adopta rasgos
particularmente complejos. Veamos porqué.
Los municipios representan el nivel de gobierno más cercano
a la ciudadanía y, por tanto, el espacio institucional donde la IA podría
desplegar un mayor potencial para personalizar servicios, anticipar necesidades
y mejorar la interacción con las personas usuarias. Sin embargo, como advierten
Wirtz, Weyerer y Geyer (2019), las administraciones locales son también
las que enfrentan mayores limitaciones estructurales para la adopción de estas
tecnologías. A menudo carecen de los recursos económicos, el personal
especializado y las infraestructuras digitales necesarias para diseñar,
implementar y mantener sistemas de inteligencia artificial de manera ética y
segura. La fragmentación territorial de los gobiernos locales en Europa —y muy
especialmente en España, con miles de municipios de reducida dimensión— agrava
esta situación, configurando un panorama de capacidades altamente desigual que
amenaza con concentrar la innovación tecnológica en entornos urbanos o
institucionalmente más avanzados.
Esta paradoja revela lo que Janssen, Brous, Estevez y
Barbosa (2020) denominan el «dilema de la innovación asimétrica». En él, los
actores públicos con mayor capacidad tecnológica tienden a avanzar más
rápidamente en la adopción de IA, mientras que los municipios con menores
recursos quedan rezagados, generando una brecha estructural entre territorios
innovadores y territorios dependientes. La consecuencia no es solo técnica,
sino política: se produce una desigualdad en la posibilidad de acceder a los
beneficios de la automatización, con el riesgo de consolidar un «mapa desigual
de la digitalización pública». Las administraciones con escasos medios se ven
relegadas a una posición pasiva, dependiendo de soluciones estandarizadas o de
proveedores externos que no siempre se alinean con sus intereses públicos ni
con las garantías de soberanía tecnológica que exige la administración
electrónica contemporánea.
Este fenómeno desemboca en lo que Van Dijk (2020) ha
conceptualizado como una «brecha algorítmica»: una nueva forma de
desigualdad que ya no se mide solo por el acceso a la tecnología, sino por la
capacidad institucional para comprenderla, auditarla y adaptarla. La
brecha algorítmica se manifiesta en la falta de habilidades analíticas dentro
de las organizaciones públicas, en la opacidad de los sistemas de decisión
automatizados y en la ausencia de marcos de gobernanza de datos que permitan
una integración efectiva de la IA en los procesos administrativos. En los
entornos locales, esta brecha se amplifica por la escasa coordinación
intermunicipal y la falta de estrategias conjuntas que permitan compartir
conocimiento, infraestructuras y buenas prácticas. La consecuencia es un
ecosistema fragmentado donde la innovación se convierte en un privilegio
institucional y no en un bien público compartido.
Frente a este escenario, la construcción de una gobernanza
inteligente y equitativa de la IA requiere actores intermedios que actúen como
mediadores tecnológicos e institucionales. Las diputaciones provinciales
—y, en otros contextos, los gobiernos regionales o insulares— pueden desempeñar
un papel decisivo en este proceso. Su posición como entidades de soporte a
los municipios les otorga la capacidad de articular políticas de inteligencia
artificial en clave territorial, promoviendo un acceso equitativo a las
herramientas, la formación y la infraestructura necesaria para la
transformación digital. No se trata únicamente de ofrecer servicios
tecnológicos centralizados, sino de facilitar la creación de capacidades
locales, de generar confianza institucional y de garantizar que la innovación
pública se construya desde la colaboración y no desde la dependencia.
Las diputaciones pueden, por tanto, evolucionar desde su
tradicional rol de prestadoras de servicios hacia una función más estratégica
de acompañamiento y fortalecimiento institucional. En este sentido, iniciativas
orientadas a la compartición de datos, el desarrollo de plataformas
interoperables o la formación de comunidades de práctica en inteligencia
artificial pública resultan fundamentales para reducir la brecha algorítmica.
Como apuntan Criado, Bertot y Valero (2023), el verdadero desafío no reside en
automatizar más procedimientos, sino en hacerlo de manera justa, responsable y
adaptada al contexto de cada territorio. La innovación, en última instancia,
debe ser un instrumento al servicio de la cohesión territorial y de la equidad
en la prestación de servicios públicos.
Esta «revolución silenciosa» de la inteligencia artificial
en el sector público será sostenible solo si se construye desde una visión
cooperativa del Estado, donde la digitalización no sea un fin en sí misma, sino
un medio para fortalecer la capacidad colectiva de gobernar.
Las administraciones locales, en su proximidad y
conocimiento del territorio, son actores clave de esa transformación. Pero para
que puedan ejercer ese papel, necesitan apoyo institucional, marcos éticos
robustos y estructuras intermedias que aseguren que la inteligencia artificial
pública no profundice las desigualdades existentes, sino que contribuya a un
modelo de gobernanza verdaderamente inclusivo, transparente y centrado en las
personas.
Criado, J. I., Bertot, J. C., & Valero, J. (2023). Artificial
intelligence in the public sector: Pathways, challenges, and future directions
for research. Government Information Quarterly, 40(2),
101776. https://doi.org/10.1016/j.giq.2023.101776
Janssen, M., Brous, P., Estevez, E., & Barbosa, L. S.
(2020). Symmetric and asymmetric innovation in the public sector:
Understanding the dilemmas of technology adoption. Government Information
Quarterly, 37(4), 101473. https://doi.org/10.1016/j.giq.2020.101473
Meijer, A., & Bolívar, M. P. R. (2021). Governing
the algorithmic state: Towards increased transparency and accountability in
public decision-making. Information Polity, 26(4),
501–515. https://doi.org/10.3233/IP-210307
Misuraca, G., & Van Noordt, C. (2020). AI Watch –
Artificial Intelligence in public services: Overview of the use and impact of
AI in public services in the EU. Luxembourg: Publications Office of the
European Union. EUR 30255 EN. https://doi.org/10.2760/039619
Van Dijk, J. (2020). The digital divide and the
algorithmic gap: Understanding inequality in the data-driven society. Oxford
Internet Institute Working Paper Series. University of Oxford.
Wirtz, B. W., Weyerer, J. C., & Geyer, C. (2019). Artificial
intelligence and the public sector—Applications and challenges. International
Journal of Public Administration, 42(7), 596–615.
https://doi.org/10.1080/01900692.2018.1498103